EL MODO FASCISTA DE PERSEGUIR A EVO MORALES

Durante el gobierno de Añez, mujeres inocentes como Lorgia Fuentes (foto), Patricia Hermosa y Noemí Meneses fueron linchadas mediáticamente, perseguidas, encarceladas y difamadas sin piedad por Murillo y su mercenario español. | Fotomontaje Sol de Pando
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© Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní
El odio que desata la conducta pervertida y cínica de Evo Morales, es un odio que da lugar al fascismo. Y él lo sabe muy bien.
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El atentado que sufrió este domingo en el corazón del territorio que domina, el Chapare, por un presunto comando anti-evista que disparó a dos vehículos en los que se transportaba, no deja de ser preocupante. Sus enemigos insinúan que fue un auto-atentado. Saber quiénes dispararon, es vital para esclarecer el hecho. De todos modos, al salir ileso en ese intercambio de balas (también él disparó, lo dijo), su posición se ha fortalecido en la guerra contra Arce por la sigla partidaria para candidatear.
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Evo y su entorno, siempre han apostado a que sus acciones de impostura ideológica y de corrupción descarada serán respondidas desde la más cavernaria ultraderecha; eso hace que se victimice fingiendo buenas intenciones. Esta estrategia, muy propia de Quintana, ha hecho que la democracia boliviana quede estancada entre el neo-estalinismo y neo-el fascismo, los dos polos de una misma tenaza autoritaria y corrupta que asfixia al país.
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Cuando su enfermizo afán prorroguista precipitó su caída en noviembre de 2019, no hubo lugar para la alternancia desde una izquierda democrática ni desde una centralidad ética; el pensamiento único de la partidocracia masista lo copó todo. La única opción posible ante la derrota del cocalero pedófilo, en 2019, fue el ascenso fascista de gente mediocre, la más reaccionaria y retrógrada expresión de la sociedad política como Murillo, Foronda y Añez que ordenaron las masacres de Senkata y Huayllani.
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Ahora la historia se repite. Ante la repugnante ratificación —que confirmó todo lo que denunciamos en 2020 desde Sol de Pando—, de que Evo Morales es un violador serial y un desquiciado estuprador palaciego, las voces de legítima indignación ciudadana están siendo desplazadas por los gritos fascistas que piden lavar los delitos sexuales del pederasta con un baño de sangre.
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Desde su celda de criminal convicto, Murillo ha vuelto a la palestra mediante su mercenario español y habla a través de Tuto Quiroga, Mesa-Ormachea, Reyes Villa y Doria Medina que exigen meter bala, militarizar el Chapare y desactivar la movilización campesina a plan de brutalidad policial, que cunda la violencia y se derrame sangre para atrapar al depredador sexual e impedir su candidatura presidencial.
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Este “murillismo” en torno a la pedofilia de Evo Morales, está además recargado desde la misma Casa Grande del Pueblo con la conjura tramada por Arce, Choquehuanca, Lima, Del Castillo y la Prada de Banzer, quienes en los momentos de mayor arrechura de su jefe violador de niñas fueron los principales proxenetas y celestinos del Estado Pedófilo Plurinacional.
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Lo patético de este ascenso fascista que utiliza las perversiones de Morales como el pretexto ideal para arremeter, es que no logra y ni logrará derrotar ni menos encarcelar al cínico cocalero. Evo Morales siempre está a buen recaudo, lujosamente protegido por un eficiente aparato narco-estalinista que no carece de arsenal, incluso.
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Como ocurrió con Lorgia Fuentes, Patricia Hermosa y Noemí Meneses durante el gobierno de Añez —linchadas mediáticamente por Murillo y su mercenario español, perseguidas, encarceladas y difamadas sin piedad—, hoy también serán los más inocentes e indefensos quienes recibirán la furia misógina y racista de esta ultraderecha efervescente, causada, obviamente, por la impostura desvergonzada de Evo Morales.
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El pasado 2 de octubre, Del Castillo ordenó el secuestro de Cindy Saraí Vargas y su hija de ocho años, en la puerta del colegio de la niña, precisamente el día en que la fiscal Gutiérrez (ex ministra del Evo), intentó fallidamente ejecutar una orden de aprehensión contra el ex Presidente. El plan era exhibirlas a la madre estuprada y su hija, junto al estuprador, en conferencia de prensa. Semejante linchamiento mediático sólo podría caber en la mente desquiciada de un fascista como Murillo. Pero quien lo ideó fue nada menos el “camarada” fundador del grupo “Generación Evo”. Y para colmo, el régimen encarceló al inocente padre de Cindy, como si fuera el culpable del estupro cometido hace ocho años. Ante esta descarada violación de derechos humanos a título de “luchar” contra la pedofilia del pedófilo, el Defensor del Pueblo calló en mil idiomas.

Por causa de la depravación sexual de Evo Morales, sus víctimas sufren persecución indebida desde el Estado. Noemí padeció bajo las garras de Murillo, y Cindy Saraí estuvo a punto de ser secuestrada por órdenes de Del Castillo. | Fotomontaje Sol de Pando
LA PACIFICACIÓN PASA POR DEJARLE A MORALES SER CANDIDATO
La Fiscalía no puede librar la orden de aprehensión contra Evo Morales, porque esa medida carece de un sólido sustento legal (desde que el caso de Yacuiba se cerró en diciembre de 2020, durante la gestión de Iván Lima como Ministro de Justicia nada menos). Además, el momento en que se active cualquier intento de aprehender al depredador sexual, el bloqueo de caminos que se ha fortalecido en las últimas semanas, se convertirá en insurrección campesina y el país arderá en muerte.
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No hay que olvidar que todo proceso insurreccional, por lógica y tradición histórica, implica ruidos de sables; ahí Quintana con sus leales satinadores en mandos de tropa dentro las FF.AA. post Zúñiga, con su moderno Vietnam y con la narco-guerrilla de las FARC y Sendero Luminoso anidando en el Chapare. Un desmembramiento territorial a favor de la cocaína cristalizada. Eso quieren los Tutos, Mesa-Ormachea y demás portavoces del murillismo al exigir a gritos militarización y Estado de Sitio en el trópico de Cochabamba. Aunque parezca paradoja, eso también quiere Evo Morales agazapado en su guarida chapareña.
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El gobierno de Luis Arce, instigado por Lima (hoy cómodamente desaparecido), ha jugado con fuego en el intento de escamotear la candidatura de Evo Morales, violando flagrantemente el artículo 168 de la Constitución Política del Estado que estipula claramente el derecho del pedófilo a ser candidato presidencial, en su condición de ex Presidente. Se lo debió enjuiciar en su momento por haber incumplido el 21F y reelegirse varias veces de manera continua; pero desde que Arce ocupó su lugar, el pedófilo ya no busca una reelección. Quiere ir a una nueva elección con el mismo derecho que tienen otros ex presidentes como Paz Zamora, Rodríguez Veltzé, Mesa o Quiroga. Ninguna sentencia constitucional jalada de los pelos ni una pinche opinión de la CIDH pueden estar por encima de la Constitución. Lima quiso abolir de facto el artículo 168.
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Instrumentar como recurso extremo —para impedir la candidatura del Evo— su condición de depredador sexual, no ha tenido ni tendrá ningún efecto judicial. Apelar a un proceso que concluyó en archivo de obrados en 2020, sólo ha servido para exacerbar políticamente al país, con un afloramiento fascista que es perfectamente funcional a la estrategia estalinista del evismo.
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La respuesta política de Morales a la actitud deshonesta y fascistoide de Arce, resultó contundente.
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Como sicópata que es, la indolente impostura de Evo Morales le ha permitido montarse sobre la cresta de la ola de un emergente movimiento indígena y campesino huérfano de liderazgo natural.
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La muerte prematura de Felipe Quispe, el Mallku, ha dejado un astronómico vacío de conducción en las naciones aimara y quechua de Bolivia. David Choquehuanca, el falso yatiri, el burócrata ex Canciller y mal Vicepresidente, anda más preocupado por el futuro de sus hijos que por el futuro de los indígenas a quienes dice representar. Al pueblo indio de Bolivia no le queda sino Evo Morales, el pedófilo, como su líder nato del momento. Qué triste y desolador este drama nacional.
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La sangre que el murillismo clama que se derrame para levantar los bloqueos, será sangre inocente. Sangre de inocentes campesinos engañados astutamente por un líder apócrifo, sangre de indígenas auténticos, sangre de voluntariosos policías emboscados por los sublevados, sangre carne de cañón, sangre de Bolivia atrapada sin salida entre el neo-estalinismo y el neo-fascismo.
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El país está ingresando a un proceso insurreccional que será irreversible y barrerá con el propio Arce. Su acortamiento de mandato será el costo de su estupidez. Lo más trágico es que Evo Morales impondrá su candidatura, apoyado en la Constitución, y se saldrá con la suya al amordazar el menor intento de poner su pedofilia en la mesa del debate electoral. La sangre derramada le dará el poder que busca, con toda la impunidad posible.
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Estamos a tiempo de revertir el desemboque sangriento de este grotesco intento de usar la pedofilia del pedófilo en el vano afán de impedirle ser candidato. Aún se puede abrir el diálogo para salvar la democracia de esta perspectiva vergonzosa y trágica. Lo que propongo es poner en el tapete lo siguiente:
- Un acuerdo nacional que reconozca el derecho constitucional de Evo Morales a ser candidato presidencial, a pesar de su patológica pedofilia palaciega.
- Exigirle al candidato de la pedofilia y de la cocaína que acepte el debate electoral sobre sus antecedentes de gobernante estuprador. Que el acuerdo nacional dé curso a la iniciativa planteada por la doctora María Bayá para la aprobación de un Proyecto de Ley, en el Parlamento, declarando obligatorio el Debate Presidencial organizado por el TSE y los gremios de la prensa, bajo pena de inhabilitación al candidato que no asista a dicho foro democrático.
- No estoy seguro que el actual Parlamento tenga la razonable voluntad política, la suficiente capacidad institucional y la necesaria autoridad moral para para aprobar una Proposición Acusatoria que le instaure al ex presidente Evo Morales un Juicio de Responsabilidades por Uso Indebido de Bienes del Estado para Corromper Sexualmente a Menores de Edad. Al haber fracasado su procesamiento por la vía penal ordinaria (por culpa de Murillo que desjudicializó el caso contaminando la investigación), el Juicio de Responsabilidades es el único camino que queda para que el depredador sexual aprenda a respetar la investidura presidencial. Y tal juicio abarcará más allá del principal actor del delito; hará falta banquillos para sentar a todos sus cómplices dentro el aparato gubernamental. Tal vez un nuevo Gobierno elegido en las urnas, más honesto que el actual, pueda sentar este histórico precedente.
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Y si el elegido resulta ser el pedófilo, será lo que merecemos por no saber encaminar nuestro voto desde la perspectiva aglutinadora de una Centralidad Ética. Si no aprendimos la lección, esa será la elección. Significará que el país está condenado hasta el fin de los días a ser sojuzgado por estalinistas depravados como Evo y su partidocracia, o por fascistas ladrones como Murillo y sus amigotes.
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