Data: mayo 7, 2023 | 12:49
COMPAÑÍA DE JESÚS: UNA LACRA COLONIAL | El pederasta confeso del colegio Juan XXIII es el chivo expiatorio de una congregación religiosa gobernada por sicópatas ávidos de privilegios. Estamos ante una decadente estructura de poder donde el intercambio homosexual es utilizado para ascender, dominar y abusar en nombre de Dios…

LOS JESUITAS Y LA CORRUPCIÓN DEL CELIBATO

Un poder marcial entre la clerecía | VIDEO

Para lectura en móvil usar pantalla horizontal |

© Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní

No sabemos cuántos niños indígenas en los actuales territorios del chaco paraguayo y la amazonia boliviana (en Beni y Santa Cruz) fueron abusados sexualmente por los misioneros jesuitas, antes de ser expulsados de las colonias españolas por el rey Carlos III, en 1767. Pero no fue la secular pedofilia organizada de los jesuitas lo que provocó su expulsión de España y otros países, sino la compulsiva avidez de poder y privilegios que es el principal rasgo de esta singular congregación de tipo castrense, tolerada y fomentada por el Vaticano. De la arrechera por el poder y la dominación, a la depravación sexual y la psicopatía, dista un rezo.

*-*

La corona española los había expulsado porque los jesuitas intentaron fundar su propio reino en estas tierras americanas, sustituyendo al Rey por el Papa. Utilizaron la evangelización de los indígenas en un plan separatista que de ningún modo implicaba romper con la dependencia colonial, sino pasar de manos de Madrid a las de Roma. Fue cuando surgieron las “escuelas misionales” y otras utopías jesuitas que les servían para establecer su propio Estado dentro del Estado, atrincherados detrás de una supuesta “protección a los indefensos”. Ya antes habían pretendido hacer lo mismo con los pueblos indígenas de las colonias portuguesas en Brasil y el rey de Portugal, José I, los expulsó en 1759.

*-*

El fundador de la Compañía de Jesús era un aguerrido ex capitán del ejército español llamado Iñigo López de Oñaz y Loyola, quien, quedando inválido tras una batalla, se convirtió en cura a los 35 años con el nombre de guerra “Ignacio”. Su plan era formar un “ejército conquistador” al servicio del papa Paulo III, en el siglo XVI. Loyola había nacido en plena efervescencia colonizadora, un año antes de que Cristóbal Colón descubriera para Europa el nuevo continente americano. Durante la conquista, ese “ejército” de jesuitas al mando de Loyola cumplía su empresa militar-religiosa ocupando todas las colonias europeas en América, incluidas las de Inglaterra y Francia en Estados Unidos y Canadá, de donde también fueron expulsados. Loyola y su ejército de curas eran tan conquistadores como Pizarro y Almagro, pero sus territorios colonizados no eran para el Rey sino para el Papa, con el General jesuita como el gran Virrey de todas las colonias.

*-*

Estos “soldados” bien entrenados en las tácticas de la doble moral, son resistidos dentro la propia clerecía católica. Los jansenistas, agustinos, benedictinos, franciscanos, jerónimos y clarisas, entre otras congregaciones más antiguas, lograron que en 1773 el Papa Clemente XIV suprima de la faz de la tierra a la Compañía de Jesús. Durante cuatro décadas los jesuitas resistieron el destierro y se movían en la clandestinidad, confabulando para volver a Roma.

Del vanidoso general Loyola al autócrata seminarista Stalin

No es que los jesuitas sean estalinistas. Stalin fue jesuita, seminarista en un monasterio de la Compañía de Jesús, en Rusia. El totalitarismo del dictador soviético fue una aplicación de la doctrina de poder legada durante la colonia por Ignacio de Loyola. | Fotomontaje Sol de Pando

El famoso y todo poderoso San Ignacio de Loyola se hizo santo, sin ser célibe, no por amor al prójimo sino por sus ansias de poder y dominación, una vulgar compulsión humana que le da a la libido irremediable rienda suelta sin control, algo contradictorio con el requisito del celibato para ejercer la santidad desde la más rigurosa disciplina monacal. “Hasta los 26 años de su edad, fue hombre dado a las vanidades del mundo y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas con un grande y vano deseo de ganar honra”, escribió Loyola en su autobiografía, mencionándose en tercera persona. Ese “vano deseo de ganar honra” que nunca lo abandonó, esa irrefrenable concupiscencia por el poder y el placer, es el principal legado de Loyola en la Compañía de Jesús, una herencia convertida en una monstruosa doctrina de poder indisoluble con el sexo.

*-*

En los seminarios jesuitas, los novicios son adiestrados para ejercer el poder en todas sus formas, con rigurosa disciplina militar aprenden a obedecer sumisamente a sus superiores para también ser ellos obedecidos cuando les toque el turno. En esa ruta, padecen perturbaciones sicológicas que les predispone a la lujuria y la pederastia, entre otras graves sicopatías individuales. Fue un gran error histórico de la Iglesia Católica haber canonizado a Loyola.

*-*

Según escribió en sus Memorias, Napoleón Bonaparte pensaba así de los jesuitas: “Son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un solo hombre (el Superior General de la Compañía ejerce el cargo en forma vitalicia, nr). El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos”.

*-*

Cuando fueron expulsados por las monarquías borbónicas de España y Francia, los jesuitas migraron a la Rusia zarista, donde, en alianza con la Iglesia Ortodoxa, fundaron escuelas, colegios y seminarios similares a los que instalaron en América. Un seminarista célebre que pasó por los claustros jesuitas rusos fue Joseph Stalin, el futuro autócrata que convirtió la opción por los pobres en un mecanismo para acumular y concentrar poder absoluto desde culto a la personalidad, como es el culto jesuita a San Ignacio de Loyola. Aunque fue expulsado de aquel seminario en 1899 debido a su alcoholismo precoz, una vez alcanzado el poder dentro el régimen soviético Stalin aplicó todas las enseñanzas que le dio la Compañía de Jesús para ejercer el poder a perpetuidad, dando lugar a un sistema totalitario que vació de toda humanidad y contenido libertario a una de las revoluciones sociales más trascendentes de la historia. No es que los jesuitas sean estalinistas. Stalin fue jesuita.

*-*

En 1814 la Compañía de Jesús volvió a Roma gracias a una bula del Papa Pío VII que restauró la congregación y devolvió a los jesuitas sus prerrogativas y privilegios; retornaron un año después a las colonias españolas con la venia del rey Fernando VII. Tras su largo exilio, habían aprendido las artes de la conspiración y la intriga para recuperar y conservar el poder. Se hicieron más políticos y menos clérigos.

Educadores jesuitas de Sudamérica reunidos en Cochabamba en agosto de 1979, junto al entonces Superior General de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe; detrás de él Jorge Mario Bergoglio. | Foto P. Antonio Menacho SJ

Castidad y celibato versus poder y pedofilia

En los dos siglos siguientes desarrollaron una sostenida “guerra de posiciones” para copar los aparatos ideológicos del Estado y tomar puestos de liderazgo en la sociedad civil. Se hicieron economistas, pedagogos, abogados, antropólogos, sociólogos, politólogos y periodistas —todo menos sacerdotes de verdad—, instruyéndose en academias financiadas por ellos mismos con un despliegue inusitado de recursos salidos del Vaticano. Controlan los sistemas educativos en toda Sudamérica, manejando escuelas y colegios en convenio con los gobiernos locales. Son dueños de ONGs, en Europa, que por encima de las universidades públicas dominan el campo del conocimiento científico-social en sus colonias latinoamericanas (denominadas “provincias jesuíticas”). Controlan medios de comunicación desde donde practican el chantaje político y la manipulación informativa que sirven a sus propósitos de detentar su poder por encima del Estado. 

*-*

En algunos casos excepcionales, como el de Luis Espinal en Bolivia o los sacerdotes asesinados en El Salvador por paramilitares fascistas, los jesuitas han sido honestos en su compromiso de militancia revolucionaria, y han pagado esa honestidad con el martirio. Pero las más de las veces estos curas son arribistas, reaccionarios, oportunistas y discriminadores, además de pederastas. No hay punto de comparación, por ejemplo, entre el Luis Espinal director del heroico semanario Aquí y el jesuita a cargo de la Agencia de Noticias Fides, cohonestado mediáticamente con una facción neo-fascista que medró cínicamente durante el régimen de Añez y Murillo.

*-*

Junto a los votos de “obediencia y pobreza” que profesa la Compañía de Jesús, el tercer voto, el de “castidad”, es el látigo de Dios para estos soldados atrapados en cuerpos de curas que viven con el “vano deseo de ganar honra”. El jesuita promedio es incapaz de resistir el deseo de los cuerpos, ha sido formado para ser líder de opinión, creador de contenidos, forjador de proyectos políticos. El jesuita promedio no es un cura convencional, es un hombre demasiado humano, bastante exitoso además, un sociópata siempre hambriento de fama y prestigio, y como tal sus deseos son básicamente deseos sexuales. Los jesuitas ya no creen en el celibato, lo han abolido de facto, en común acuerdo, corporativamente, desde sus más altas cúpulas castrenses.

*-*

La vida sexual en la Compañía de Jesús es intensa. Los líderes de su comando mayor, sus generales, han ido instaurando entre la soldadesca códigos secretos que permiten el fomento a la homosexualidad, ante la imposibilidad de emparejarse con mujeres fuera de sus encriptados dominios. Están autorizados para amancebarse y copular entre ellos, como un acto íntimo de “hermandad”. La pedofilia también es tolerada, además conscientemente encubierta y promovida si es que el niño o adolescente elegido resulta adecuadamente seducido, “con ternura y con verdadero amor”. Una vez homosexualizado, el alumno o seminarista violado tendrá un lugar asegurado y de privilegio en las filas de este ejército triunfante de machos alfa pensantes y lujuriosos.

*-*

Por testimonios de ex jesuitas, se sabe que el intercambio sexual, gay, es un mecanismo habitual para el ascenso y la promoción dentro la estructura de poder de la Compañía de Jesús. Muchos jóvenes jesuitas que aspiran a ocupar cargos jerárquicos en la congregación, deben “entregarse” al superior de quien depende la aprobación del examen. Más que una congregación cristiana, la Compañía de Jesús se asemeja cada vez más a una secta satánica.

*-*

Recuerdo que en 1992 —compartía la oficina del Dr. José Nogales en Los Tiempos—, se presentó en nuestra redacción un seminarista a punto de ordenarse, notoriamente afectado por un trauma sicológico, para denunciar una especie de “esclavitud sexual” a la que había sido sometido por un obispo muy conocido en Cochabamba, de la Compañía de Jesús. El joven había accedido a convertirse en su amante, seducido por las promesas de canonjías y privilegios que obtendría una vez que el prelado acceda al alto cargo en la Conferencia Episcopal. Cuando el prelado llegó al poder en la élite del clero, su amante lo buscó reclamando las prebendas ofrecidas. “Pero monseñor x.x. me rechazó y se negó a recibirme en su despacho dejándome así como me ve”, nos explicaba con labios temblorosos, la mirada enrojecida por un llanto interior y con un patético despecho que rayaba en la locura. Le ofrecí interceder ante dicho obispo a modo de contrastar las versiones, pero el muchacho se fue y no volvió, acaso frustrado por no haberle concedido el espacio que pedía para hacer pública su denuncia. Diez años después, en agosto de 2002, publiqué en la Red Voltaire una crónica de aquel encuentro. El artículo sigue ahí. 

Pedrajas, el chivo expiatorio ideal

Las confesiones de Pedrajas tienen la intensidad de aquellos monjes locos que en tiempos del oscurantismo medieval se autoflagelaban a latigazos en la espalda, luchando a muerte por mantenerse en celibato, queriendo ser santos sin poder. | Fotomontaje Sol de Pando

El pederasta Alfonso Pedrajas, el padre Pica, fundó su republiqueta de socialismo utópico en el colegio Juan XIII al mejor estilo de las misiones jesuíticas en la Colonia, pequeño Estado dentro del Estado adecuado a los tiempos modernos con música de Quilapayun, Violeta Parra y Víctor Jara a la hora de dormir. Detrás de su apasionamiento revolucionario y su ostentosa militancia izquierdista, había un cura atormentado por sus remordimientos de pedófilo consumado. Era un lavador de cerebros arrepentido de los delitos que perpetró contra sus pupilos. Invocó el castigo de su castración una vez que le detectaron un cáncer en la uretra; quedaría sin glándulas seminales, según escribió en su diario. Pedrajas murió a causa de ese cáncer en 2009.

*-*

Las confesiones de Pedrajas tienen la intensidad de aquellos monjes locos que en tiempos del oscurantismo medieval se autoflagelaban dándose latigazos en la espalda cada vez que les venía una erección, luchando a muerte por mantenerse inmaculados, queriendo ser santos sin poder, carentes del don necesario, el don del celibato. Pedrajas escribió ese diario como latigueándose, blasfemando ante la absoluta imposibilidad fisiológica de ser célibe y acusando a sus correligionarios por no darle una mano para sacarle de aquel pozo obsceno. Y es que todos estaban —y están— metidos en ese mismo pozo, no sólo él.

*-*

Muchos jesuitas que no tenían el “coraje” de cambiar el voto de castidad por el de la homosexualidad y la pedofilia, aceptando con razonable resignación la inviabilidad del celibato en ese ambiente, optaron por retirarse de la congregación para contraer matrimonios heterosexuales y, por supuesto, casi todos ellos se dedicaron a la política, buscando el poder desde otras arenas.

*-*

Nos sentimos avergonzados por la situación y, según la política establecida para estos casos, reafirmamos nuestro compromiso de escuchar a las víctimas, procurar hacer justicia en los casos que sea posible y continuar trabajando para acabar con esta lacra”, se lee en un hipócrita comunicado emitido en La Paz por la Compañía de Jesús, horas después de publicarse el informe de El País. El generalato jesuita jamás quiso escuchar a las víctimas del colegio Juan XXIII, quienes, según denunciaron sus condiscípulos organizados en una asociación de ex alumnos, fueron expulsados de las aulas para ser acallados.

*-*

La Compañía de Jesús pretende lavarse las manos convirtiendo al pederasta confeso en un perfecto chivo expiatorio. Pero la lacra no acabará, es estructural, seguirá ahí,  rondando bajo la silenciosa oscuridad de los zulos en busca de “ternura y cariño”, mientras el celibato y el voto de castidad se quedan en el basurero de una historia donde el poder, la fama, el prestigio y los privilegios son los principales mandatos divinos. Si la Iglesia Católica pudiera hacer algo al respecto, debería ser promover un debate amplio y transparente sobre el rol del celibato en este drama universal.

*-*

Creo que ha llegado, en Bolivia, el momento de sentar un precedente en la dimensión histórica que hace falta para frenar realmente esa recurrente lacra de la pederastia clerical, que está causando un daño masivo contra la niñez y la juventud del país. Sólo aceptar las disculpas de la sinuosa cúpula eclesiástica, es nada más seguir dándole giros a un círculo vicioso de reincidente impunidad. Como Estado Plurinacional, hay que considerar seriamente la necesidad de expulsar a la Compañía de Jesús de nuestro territorio; aunque el Papa se enoje. La lacra está en el origen y la naturaleza colonial de esta congregación, en su estructura castrense y en la forma autoritaria y corrupta con que abolió el celibato en sus filas.

LINKS RELACIONADOS

sopa de mani

datos-y-analisis

 

Related Images:

dossier pacahuara



sopa de mani



coronavirus



Reporteros Sin Fronteras



CPJ



Knigth Center