¿QUÉ OCURRE EN EL CEREBRO DE UN PEDÓFILO?
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© Frank Hajasch & Rosa Muñoz Lima | Deutsche Welle (DW)El abuso sexual infantil es penal y socialmente sancionado por la mayoría de las sociedades. Cuando un caso de pederastia sale a luz, estremece a familias, pueblos, ciudades, países, a la comunidad internacional en pleno. Pero, ¿por qué alguien desarrolla esta tendencia sexual conocida como pedofilia y llega a consumarla?
En la Clínica Universitaria de Kiel, Alemania, se buscan respuestas en la actividad cerebral: “…empezamos con pruebas neuropsicológicas, en las que medimos empatía, impulsividad, inteligencia, etcétera. A ellas se suma una serie de procedimientos de registro de imágenes médicas. Y además queremos estudiar las hormonas, los neurotransmisores y genes presentes en la sangre de estas personas”, explica Jorge Ponseti, psicólogo y psicoterapeuta del Departamento de Medicina Sexual en Kiel.
Junto a sus colegas de Kiel y otros cuatro centros médicos universitarios alemanes en Hanóver, Berlín, Essen y Magdeburgo, Ponseti participa en un proyecto internacional para investigar los “Fundamentos Neurobiológicos de la Pedofilia y el Abuso Sexual Infantil”. Los investigadores quieren demostrar que factores psicológicos, neuropsicológicos, endocrinos, genéticos, así como determinadas estructuras y funciones cerebrales pueden indicar si alguien tiene una predisposición a la pedofilia o no.
Claves en la actividad cerebral
Francia, Canadá y los países escandinavos se hallan también inmersos de lleno en el tema. Pero aún hay pocos estudios sobre las funciones cerebrales. Por eso en Kiel estudian un procedimiento de diagnóstico que usa la Tomografía por Resonancia Magnética Nuclear: “Lo maravilloso de esta máquina es que, sin tener que abrir una cabeza, podemos ver, en un cerebro vivo y con bastante precisión, qué zonas están más o menos activas en determinados momentos”, dice Ponceti a DW.
El uso de la resonancia magnética ha cuadriplicado el conocimiento sobre el cerebro en los últimos 20 años. Con su ayuda, se reconocen entretanto claras señales relacionadas con la pedofilia. En los hombres pedófilos aparecen determinadas pistas neuropsicológicas, señala Ponceti: «su coeficiente intelectual es aproximadamente ocho puntos más bajo que la media. Y algo curioso es que la edad de sus víctimas suele tener relación con este dato: entre menos inteligente el victimario, más joven el niño abusado”. Y otro dato curioso: investigadores canadienses han concluido que estas personas suelen sufrir en su infancia aproximadamente el doble de lesiones en la cabeza que la media de la población. ¡Todas buenas razones para apuntar al cerebro!
En Kiel se estudian las diferencias neurobiológicas entre hombres pedófilos y no pedófilos que han cometido abusos sexuales con menores, y hombres pedófilos y no pedófilos que no han cometido abusos. A quienes participan como conejillos de indias se les garantiza el anonimato. Y algo más… Los científicos se apoyan en un nuevo sistema de clasificación estadounidense: si alguien tiene una tendencia sexual pedófila y la concreta en un abuso, se le considera enfermo; de lo contrario, no se habla de enfermedad sino de orientación sexual.
Pruebas con resonancia magnética
Jorge Ponseti nos muestra imágenes de sujetos heterosexuales excitados. En las regiones cerebrales activas hay un fuerte suministro de sangre y zonas muy oxigenadas, de un intenso color rojo-naranja: “Este es el centro de recompensa. Y más abajo, en la zona de la corteza visual, hay una gran actividad que muestra que está ocurriendo un fuerte análisis visual, pues un hombre adulto ha visto a una mujer de edad adecuada… Esas mismas áreas se activan en pedófilos cuando ven una niña o niño desnudo”.
Para probarlo, los sujetos investigados se someten a una resonancia magnética, mientras se les muestran imágenes pixeladas: cuadritos en blanco y negro que se corresponden con sus patrones de excitación sexual. Ponseti y su equipo las relacionan luego con la pedofilia a través de un complicado algoritmo.
“Calculamos la activación de un cerebro en relación con la activación promedio de un grupo y obtenemos así una especie de índice de pedofilia. A través de la comparación de este dato con el resto de la muestra podemos reconocer quién es pedófilo y quien no», asegura el científico de la Universidad de Kiel y agrega: «¡Hemos acertado en el 95 por ciento de los casos!”
Pero la resonancia magnética sólo puede revelar quien tiene o no una tendencia pedófila; no por qué. Por eso, los científicos investigan, además de la actividad, la estructura cerebral, y estudian el control de impulsos y la capacidad de los sujetos de ponerse en el lugar de otros y sentir por ellos. Se trata de un problema científico y social, insiste Ponceti, que sólo puede resolverse desde diversos frentes.
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