Data: abril 17, 2023 | 16:01
EL GRAN PENSADOR EN PAÑOS MENORES | El sociólogo portugués, a sus 82 años, enfrenta lapidarias acusaciones de abuso sexual que le caen desde diversos frentes y países, pero todas sustentadas por voces de mujeres que gozan de gran prestigio académico internacional y son nada menos sus ex alumnas…

BOAVENTURA DE SOUSA: TESIS MANCHADAS DE LUJURIA

Dos profesoras europeas: Catarina Laranjeiro y Lieselotte Viaene, dos intelectuales sudamericanas: Moira Millán y Bella Gonçalves, y una norteamericana: Miye Nadya Tom, son las primeras víctimas que alzan la voz sobre los abusos sexuales de Boaventura de Sousa Santos. | Fotomontaje Sol de Pando

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© Redacción Sol de Pando | Agencias

La tan secular como bella Universidad portuguesa de Coimbra cuenta con una cárcel propia. Más bien la tuvo, porque ya no está abierta para, por ejemplo, castigar a alumnos que plagien sus trabajos por internet”, comenta con cierto sarcasmo el periodista gallego Anxo (Ángel) Lugilde Lugo, al introducirnos en su crónica publicada ayer en La Vanguardia sobre el escándalo sexual que defenestró al sociólogo estrella de aquella célebre Universidad fundada en 1290, apenas dos años después de su similar de Salamanca.

Lugilde recuerda que, efectivamente, la cárcel universitaria de Coimbra funcionó entre los siglos XVI y XIX, hasta que la reforma liberal la abolió. Si los desmanes sexuales del profesor Boaventura de Sousa Santos hubieran sido descubiertos en aquellos años renacentistas, a lo mejor terminaba escribiendo sus brillantes tesis recluido en una celda de esa cárcel de Coimbra.

La cárcel sigue siendo un vestigio del pasado” —escribe Anxo Lugilde Lugo—, “pero desde esta semana la sombra de execrables presuntos delitos, cometidos bajo la púrpura y el birrete académicos, sacude no sólo a la Universidad más antigua de Portugal, sino al país entero y a la intelectualidad progresista internacional”.

No es la derecha neoliberal infiltrada en la academia, ni el imperio norteamericano ni la CIA.  Además de una destacada intelectual indígena entre ellas, son renombradas catedráticas universitarias que obtuvieron sus títulos de posgrado bajo su tutoría, quienes acusan al gran pensador de la izquierda predominante como un impostor que contradice sus sacras teorías actuando como un “macho alfa” ávido de placer sexual y de un ejercicio personal de poder abusivo e intolerante.

Hundido en la vergüenza, de Sousa Santos perdió credibilidad en sus planteamientos revolucionarios que guiaban los discursos de la izquierda mundial, y en especial la latinoamericana. Es el autor de la famosa tesis que define al proceso de cambio en Bolivia como un “laboratorio de la demodiversidad”. Apologista entusiasta del liderazgo neo-estalinista del jefe cocalero  Evo Morales, a quien aún hoy considera la encarnación del indígena exitosamente empoderado, pasando por alto conductas burguesas del ex Presidente boliviano como usar bienes del Estado para corromper sexualmente a niñas menores de 15 años.

Junto a Boaventura de Sousa se derrumba un aparato financiero de propaganda neo-estalinista desplegada por una red europea liderada por la ONG Oxfam, también venida a menos por escándalos sexuales en sus filas. Complaciente con las violaciones a las libertades ciudadanas en Nicaragua por parte de la terrorífica dinastía de los esposos Ortega Murillo, indiferente ante los impunes estupros de Evo Morales o ante los nexos cada vez más colonizantes entre la coca excedentaria y la cocaína, esa decadente red de Sousa Santos bloqueaba y proscribía toda posibilidad de reconducir el pensamiento de la izquierda hacia una necesaria vertiente libertaria, anti-autoritaria y de centralidad ética en la acción pública.

Ex alumnas de Boaventura se unen para denunciar las desviaciones del profesor

El acusado, nacido en noviembre de 1940, a sus 82 años es objeto de lapidarias acusaciones que le caen encima desde diversos frentes, pero todas sustentadas por voces de mujeres que gozan de gran prestigio académico internacional y son nada menos sus ex alumnas.

En los últimos días han trascendido al menos cuatro testimonios de antiguas estudiantes, hoy renombradas profesoras en distintos países, una de ellas diputada en Brasil, que dicen haber sufrido acoso sexual por parte de Boaventura de Sousa y, tras su negativa al sometimiento carnal, sufrían asedio moral y perjuicio académico. Señalan no sólo a Sousa Santos, también a un compinche suyo que ejercía como su ayudante en la cátedra.

El eminente sociólogo portugués se vio obligado a renunciar a su cátedra en la Universidad de Coimbra, mientras el Centro de Estudios Sociales (CES) de dicha Universidad, del cual fueron alumnas todas las denunciantes, resolvió separar a Sousa de su cargo de profesor y director emérito mientras se lo investiga. Él niega las acusaciones, dice ser víctima de una conjura para afectar su reputación profesional y amenaza con enjuiciar a sus acusadoras.

El caso empezó a trascender con un grafiti en el exterior del Centro de Estudios Sociales dirigido por de Sousa. “Fuera Boaventura. Todas sabemos”, se leía. Calculan que fue borrado y repintado hasta unas ocho veces. Sirvió de título para el artículo “Las paredes hablaron cuando nadie más lo hizo”. Lo publicaron el 31 de marzo tres antiguas investigadoras: la belga Lieselotte Viaene, la portuguesa Catarina Laranjeiro y la estadounidense Miye Nadya Tom, en una obra colectiva de 260 páginas sobre malas prácticas sexuales en la academia, de la prestigiosa editorial científica británica Routledge.

La antropóloga Lieselotte Viaene es profesora del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid; su paso por el centro de la Universidad de Coimbra fue entre septiembre de 2016 y agosto de 2018. Catarina Laranjeira, también ex alumna de Sousa, pertenece en la actualidad al Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad Nova de Lisboa, mientras Miye Nadya Tom que obtuvo en Coimbra un doctorado sobre pueblos indígenas norteamericanos, es profesora de la Universidad de Nebraska, en Estados Unidos, detalló la periodista Tereixa Constenla, de El País de Madrid. Además de ellas, dos intelectuales latinoamericanas —una brasileña y otra argentina— sacaron a luz detalles escabrosos sobre el comportamiento sexual del sociólogo portugués en el ejercicio de la docencia universitaria.

Según Anxo Lugilde, las profesoras denunciantes no mencionan con nombre propio a la Universidad de Coimbra; aunque en el artículo todo resulta perfectamente identificable. En el centro de la trama, con el apoyo del “ayudante”, el más señalado como acosador, y la “vigilante”, aparece el “profesor estrella”, de Sousa Santos, en aquel momento —entre 2010 y 2018— director del CES.

Una de las escenas descritas se refiere a una cena anual, tras la clausura del año académico, en un restaurante de Coimbra, para homenajear al genio de la moderna Sociología, todo regado con mucho alcohol. Dos de ellas fueron abrazadas por el gran pope, en una acción que “duró demasiado”. Narran que “un investigador se percató de lo que ocurría, les alertó de que ese comportamiento inapropiado era común y que solía ser subestimado con humor o negación”.

La diputada brasileña Bella Gonçalves, ex alumna de Sousa, y la intelectual mapuche Moira Millán, conferencista argentina, desenmascaran al sociólogo portugués. También existirían víctimas africanas. | Fotomontaje Sol de Pando

Bella Gonçalves y cómo perdió su doctorado en Coimbra por no ceder al acoso sexual

No entrar en el juego sexual del profesor estrella se pagaba con pérdida de oportunidades académicas, afirman las autoras del informe inglés. Cuentan que, a otra estudiante, Boaventura le puso la mano en la pierna, invitándola a profundizar en la relación como “pago” por el apoyo académico. Todo indica que se trataba de la actual diputada estadual brasileña Bella Gonçalves, de Minas Gerais, quien el pasado viernes confirmó en su cuenta de Twitter haber sido “una de las mujeres que sufrió acoso sexual por parte de este señor, que fue mi tutor para mi tesis de doctorado”.

En un extenso reportaje publicado por el periódico digital brasileño Agência Pública el mismo viernes 14 de abril, la politóloga Bella Gonçalves, hoy representante legislativa del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), narró su traumática experiencia a manos del veterano sociólogo portugués, cuando ella cursaba su doctorado sobre Poscolonialismos y Ciudadanía Global en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra.

La violencia que sufrí generó otros procesos de violencia, por eso me mantuve años en silencio”, explicó. El acoso se habría producido en 2014, cuando ella tenía 26 años y él 74. “Un día, él me programó una reunión en su apartamento. Puso su mano en mi pierna, me dijo que las personas próximas a él tenían muchas ventajas y me sugirió que ‘profundicemos’ una relación”, testimonió Gonçalves, afirmando que salió del apartamento en estado de shock.

Al día siguiente, el tutor de la tesis volvió a convocarla y ella se presentó junto a su entonces novio que también cursaba un doctorado en el CES. “El humilló nuestros trabajos. Mi ex compañero lloraba mucho”, recuerda. “Ahí constaté que puedes tener ventajas por establecer relaciones afectivas y sexuales con los profesores, pero si te niegas, serás castigada”.

La alumna acosada quedó desorientada. En busca de protección, acudió a otros catedráticos de la Universidad, incluyendo profesoras dedicadas a temáticas feministas. “Todos me decían que yo no era el primer caso. Lo lamentaban, pero no me ofrecían ni apoyo ni salida al acoso”.

Bella Gonçalves no halló ningún mecanismo institucional en la Universidad de Coimbra que canalizara su denuncia, menos que la proteja o al menos le brinde asistencia sicológica. “Es una estructura muy jerárquica, machista, patriarcal. Boaventura ya era conocido por sus conductas abusivas, humillaba estudiantes en público, insultaba a las investigadoras, tenía posturas impropias en las fiestas; pero era el director del centro académico, yo sabía que nada se podía hacer contra él”.

Bella había financiado su doctorado en Portugal con fondos de la CAPES, un organismo dependiente del Ministerio de Educación del Brasil que auxilia a estudiantes brasileños de post-grado cubriendo el costo de doctorados y maestrías, con la única condición de que los alumnos deben culminar sus estudios. En caso de abandono, deben devolver el fondo estatal.

Por causa del acoso sexual de Boaventura de Sousa, Bella Gonçalves se vio forzada a huir del acosador abandonando el doctorado, retornando al Brasil sin obtener el título, y por tanto devolviendo el dinero a la CAPES.

Desistir en el segundo año del curso, significaba tanto perder el doctorado como tener que devolver en su integridad la bolsa de estudios”, explicó la víctima. “Pasé noches sin dormir pensando en cuántos euros debía pagar por abandonar el curso; mi cabello comenzó a caer”.

Finalmente Bella volvió al Brasil desistiendo del doctorado en Portugal, y perdió la beca de la CAPES. Pudo retomar el doctorado en su país, con recursos propios, aprovechando un convenio académico entre las universidades de Coimbra y Minas Gerais.

Luego, el acosador volvió a aparecer. “Me llamó por video on-line para pedir disculpas, dijo que se había enamorado de mí y era algo natural entre dos personas adultas; quiso seguir siendo el tutor de mi tesis de doctorado y no acepté” —narra la diputada—.  “Sufrí perjuicios sicológicos, emocionales y financieros. Cambié de país, perdí una beca de estudios, los daños son irreparables. No quiero disculpas, quiero que nadie más pase por lo que yo pasé”.

El caso de Moira Millán, la intelectual indígena que sufrió silencios cómplices

Testimonio indignante de una mujer mapuche | VIDEO

También el viernes 14 de abril, otro periódico digital español, El Salto, publicó el testimonio de una lidereza mapuche, la argentina Moira Ivana Millán, quien señaló a Boaventura de Souza Santos como su agresor sexual durante una gira de la intelectual indígena en Portugal, el año 2010.

Moira Millán ya había denunciado públicamente a Sousa el año pasado, durante un coloquio en el que alguien preguntó su opinión sobre los aportes teóricos del sociólogo portugués a la lucha indígena contemporánea. Moira no desaprovechó la oportunidad de desenmascarar la doble moral del intocable acosador. “Es un machista y violento” —dijo la víctima en ese primer testimonio difundido mediante YouTube—. “Me ha tocado estar muchísimas veces invitada a mesas donde va a estar él, y yo digo ‘no hay problema pero yo voy a decir mi verdad, donde vaya’; y él se corre, me elude y sabe que hay esa verdad, una verdad que yo en ese momento, 2010, no me animé a decir porque era mujer mapuche, activista, no soy académica… Cuando volví de Coimbra a Lisboa, desgarrada por eso que había pasado, sintiendo el racismo y el patriarcado a flor de piel en esa actitud que él había tenido, un argentino que me alojaba allí me dijo: ‘Moira, no lo digas, él es la izquierda en Portugal’. Está bien, me lo callé, pero cuando hay pequeños eventos y me traen nombres (si no me lo hubieran traído, no lo hubiera dicho), me debo a la verdad, y decirles quién es quien en este escenario donde ellos construyen, desde su egolatría, procesos de prepotencia, de despojo, de extractivismo, de maltrato, de violencia… y salir impunes”.

Aquella vez, Moira Millán se encontraba en Lisboa invitada por un grupo de residentes argentinos, y entonces el director del CES la había invitado, con todo pagado, para dictar una conferencia en la Universidad de Coimbra. “Y este señor me lleva a cenar a un lugar donde estábamos solos, y comienza a beber, y me ofrece ir a su departamento a buscar unos libros que él me iba a obsequiar”, narró la activista mapuche.

Entramos en el apartamento, se puso cómodo y comenzó a beber whisky. Me quise ir, pero me pidió que me sentara. Lo hice, pero frente a él. Al hacerlo, él se abalanza sobre mí y comenzó a manosearme, a querer besarme y yo le empujé e indignada le dije ‘¡No!’. Me enfadé, me quedé quieta, pero él volvió a lanzarse sobre mí y ahí yo, muy enfadada le empujé con más fuerza: tuve claro de que no me iba a dejar violar aunque fuera Boaventura”, detalló Moira en su testimonio publicado por El Salto.

Había quedado acorralada en los herméticos dominios del irrefrenable sicópata. “Él se dio cuenta de que no iba a poder consumar ninguna violación porque yo no se lo iba a permitir, pero al mismo tiempo, me sentía secuestrada: no sabía cómo salir del edificio, no sabía a qué distancia estaba del hotel o si estaba lejos, no tenía dinero para pagar un taxi. Tampoco tenía mi billete de regreso a Lisboa. Realmente estaba en sus manos y esa sensación me produjo miedo e ira. Traté de calmarme y le hice reflexionar, entonces él se tranquilizó”.

Al momento apaciguar a su impúdico atacante, Moira le había preguntado si él se comportaba de igual manera con todas las académicas blancas o que si lo había hecho sólo con ella, porque no era académica y era indígena. En anteriores seminarios, ambos habían hablado bastante sobre la ecuatoriana Blanca Chancoso, una especie de sucesora de Rigoberta Menchú en el mundo del feminismo indigenista. “¿También le hiciste esto a Blanca Chancoso?”, preguntó Moira a Boaventura, a lo que el portugués le respondió que no. “¿Por qué a mí sí? ¿Porque soy pobre?”, le reclamó Moira. “Entonces me puse a llorar, aunque nunca lloro porque soy implacable. Soy de las que siempre digo que al enemigo ni una lágrima. Al momento, él me pidió perdón y me fui del apartamento”.

Pero el horror no había terminado aún. No podía retornar desde Coimbra a Lisboa porque el pasaje del avión lo tenía él. “Al día siguiente voy a pedírselo a su secretaria, pero me dice que lo tiene él y que me espera en un restaurante. Al oír eso me enfadé muchísimo: era como seguir en la humillación y en sus manos, como un niño caprichoso que como no me había podido tener el día anterior quería tenerme al día siguiente. Su asistente lo pasó mal y ella no tenía la culpa, así que fui para encararme con él. Y ahí estaba esperándome con un ramo de flores, suplicándome y rogándome que le perdonara, pero yo cogí mi billete y me fui”.

En semejante experiencia vivida, Moira Millán asimiló a un astuto delincuente encubierto bajo el manto de una retórica académica ideológicamente contradictoria, que en los hechos es una farsa teórica plagada de ingeniosos adjetivos y eufemismos para re-definir viejos conceptos sociológicos (cuando llamó “demodiversidad” al pluralismo democrático, su fama le dio casi un rango divino por obra de su obsecuente aparato institucional). “Pensé: tengo cuarenta años, ¿qué me va a pasar que no me haya pasado ya? ¿Cómo este tipo me va a hacer algo a mí? Grave error”  —narró Moira—. “A partir de ese episodio, siempre que viajo pido que venga un acompañante para poder tener testigos porque los únicos que tengo en este suceso son los estudiantes a los que di la conferencia y su secretaria, pero no hay ninguno en el restaurante ni en el apartamento. Ahí me di cuenta que no fue espontáneo, que actuó como un criminal que prepara su estrategia”.

El siguiente acto violento en esa ola depravada desencadenada por el sátiro senil, fue la trama de impunidad y de silencio cómplice tejido en su poderoso entorno institucional y político: “En Argentina, en general, tanto la Academia como muchas feministas argentinas han mirado para otro lado… Me dijeron que no me metiera con él, que este hecho lo iba a instrumentalizar la derecha porque él era el gurú de la izquierda en un momento muy delicado en Portugal”. Pero entonces, Moira cuestiona: “¿Un violador de izquierdas comete menos daño que si es un violador de derechas?”.

Según Moira, de Sousa habría consumado varios casos violación contra mujeres africanas que también fueron sus alumnas, con total impunidad. “Una académica me dijo que él hizo lo mismo en África. Y pienso, si a mí que soy mapuche, escritora y activista con cierto reconocimiento y con todas las herramientas para poder denunciar no me han brindado solidaridad, ¿qué actitud van a tener con las hermanas africanas que han sido víctimas de este señor?”.

La lidereza indígena denuncia que, hace más de un año, informó de lo acontecido en Coimbra ante el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), el principal aparato promotor de Sousa Santos en la red académica internacional controlada por el acusado. “Se lo he dicho a bastante gente de la Academia porque hemos coincidido en conferencias internacionales en donde también le invitan… Por ejemplo, CLACSO lo ha sabido siempre porque yo se lo dije, por eso le convierte en absolutamente cómplice”.

El pasado 15 de abril, con tardía reacción y ante el peso abrumador en los testimonios de algunas de las víctimas, dicha entidad emitió un comunicado anunciando que “mientras se desarrollan las investigaciones en curso, hemos decidido suspender todas las actividades de Boaventura de Sousa Santos en CLACSO”.

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