JESUITAS CASTIGARON A LOS ALUMNOS QUE DENUNCIARON AL PEDERASTA
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© Redacción Sol de Pando
La alta jerarquía de la Compañía de Jesús en Bolivia, conocía en detalle las actividades sexuales ilícitas del sacerdote español Alfonso Pedrajas Moreno, conocido como el padre Pica, no sólo por confesión propia del pederasta sino también por denuncias explícitas de los jóvenes víctimas; pero los provinciales jesuitas no hicieron nada por frenar al cura pedófilo, por el contrario castigaron severamente a los denunciantes, expulsándolos del colegio donde se perpetraban los crímenes.
El pasado lunes, después de conocerse el informe de El País de Madrid revelando el diario con confesiones del pederasta sobre sus abominaciones, la Asociación de ex alumnos del Colegio Juan XXIII celebró una asamblea en Cochabamba emitiendo un pronunciamiento que avala la publicación del periódico español.
En el punto 3 de dicho pronunciamiento, los ex alumnos denuncian “el encubrimiento por parte de la Compañía de Jesús que tenía pleno conocimiento, no sólo por las reiteradas confesiones de Pedrajas Moreno a los provinciales catalanes y sacerdotes de dicha institución, sino por las denuncias interpuestas por los estudiantes en diferentes momentos”.
Según el pronunciamiento de los ex alumnos, en todos los casos, los jóvenes denunciantes “fueron expulsados del colegio”.
El documento no especifica los casos ni los momentos en que sucedieron las expulsiones. Sin embargo constituye un punto de partida —junto al diario del pedófilo confeso— para que la Fiscalía de Bolivia emprenda las investigaciones respectivas, a iniciativa del Gobierno.
El periódico La Razón sugirió este miércoles que el colegio Juan XXIII podría ser intervenido por las autoridades del Estado Plurinacional. El matutino difundió la opinión legal del abogado constitucionalista Israel Quino, quien considera que “el Estado debe intervenir los colegios administrados por la Compañía de Jesús”. El jurista sostuvo que estos establecimientos educativos deben pasar a la administración estatal; o, en su caso, los sacerdotes que los administran “deben retirase o ser expulsados”. El criterio legal de Quino se fundamenta en la Convención Internacional sobre Derechos del Niño y en los artículos 60 y 410 de la Constitución.
En la jornada de hoy, la estatal Agencia Boliviana de Información (ABI) difundió un caso de encubrimiento a Pedrajas por parte del Presidente del Directorio del Colegio Juan XXIII, el jesuita Arturo Moscoso Pacheco, quien, en octubre de 2022, se negó procesar una denuncia estudiantil formalizada en agosto de ese año, arguyendo con espantosa indolencia que esos “hechos presuntamente acaecidos” habían sucedido “hace más de 40 años”, como si los estupros de Pedrajas hubiesen prescrito.
Irónicamente, este 3 de mayo la cúpula de la Compañía de Jesús presentó una “denuncia” ante la Policía Boliviana para que las violaciones de Pedrajas sean investigadas, 14 años después del fallecimiento del cura pederasta. Los jerarcas jesuitas anunciaron asimismo la “suspensión” de las autoridades provinciales que conocían los delitos del padre Pica y lo encubrieron, además de emitir un comunicado deplorando aquella “lacra”. Mas, nada de ello podrá indultarlos por la grave responsabilidad corporativa de esta orden religiosa en las prácticas de pedofilia y homosexualidad que se cultiva impunemente en sus claustros e instituciones, atravesados por la doble moral.
Una estructura jesuita de poder e impunidad
Según una sinopsis de ABI, en base a los datos que contiene el informe de El País de Madrid publicado el pasado domingo, al menos siete superiores de la Compañía de Jesús, tanto en Bolivia como en España, además una decena de clérigos, estaban al tanto de las actividades sexuales ilícitas de Pedrajas.
Entre ellos figuran los nombres del jesuita catalán Marcos Recolons, encargado de la parroquia de Santa Vera Cruz, en Valle Hermoso, Cochabamba, quien, según dice Pica en su diario, recibió en confesión detalles sobre los delitos sexuales de su amigo. Recolons encubrió dichos delitos bajo el pretexto del “secreto de confesión”.
Otros encubridores de Pedrajas mencionados por él mismo, y todos ya fallecidos, fueron los jesuitas José Arroyo, Luis Tó (igualmente acusado de pederastia), Ramón Alix y Oscar Uzin Fernández (también galardonado novelista boliviano), además del sicólogo salesiano Ángel Tomás García.
Pedrajas acudió a ellos buscando una salida a sus remordimientos. “Lo conté tantas veces”, escribió en su diario; pero nadie se animó a frenar los desbordes criminales de su libido. Ninguno de ellos consideraba delito ni pecado sus deseos sexuales (sólo “falta de cariño” según el sicólogo salesiano) y se limitaban a recomendarle “tener cuidado con no abusar ni causar daño a menores de edad”. Su instructor pastoral Arroyo le había aconsejado no mencionar el asunto en sus confesiones ante el confesor.
Según El País, citando el diario de Pedrajas, durante la última etapa al frente del colegio Juan XXIII, entre 1984 y 1989, Pica cuenta que confesó a otros sacerdotes “este pecado”. Junto a esas anotaciones, incluía valoraciones de sus superiores ante un posible ascenso como provincial. Todos destacaban su entrega a los pobres, pero también varios defectos: “Es manipulador” y tiene “ciertas filias y fobias (no del todo dominadas)”. Ninguno cita que abusa de menores.
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