Data: septiembre 30, 2021 | 14:26
CONTAMINACIÓN CON MERCURIO ENVENENA SUS RIOS Y PECES | A pesar de estudios científicos que datan desde 2007 acerca del envenenamiento de mujeres indígenas por consumo de pescado infestado con mercurio proveniente de la explotación de oro, el Gobierno boliviano no se inmuta…

EL ETNOCIDIO IMPUNE DE LA NACIÓN ESSE EJJA

Mujeres Esse Ejja de Pando. No tienen relación alguna con la explotación aurífera pero son las más damnificadas en su salud reproductiva por la contaminación con mercurio en el Rio Beni. | Foto Sol de Pando

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© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando

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El estudio difundido en junio de este año por la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN, por su sigla en inglés), no es el único ni el primero. Y en ningún caso el Gobierno boliviano se ha pronunciado ni anunció acciones concretas para evitar el etnocidio inminente que la nación indígena Esse Ejja enfrenta por causa del derrame de mercurio en el rio Beni, donde la explotación de oro es intensa y descontrolada.

Hace 14 años, en 2007, la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) realizó un estudio similar al de la IPEN, estableciendo que a partir de análisis capilares en mujeres en edad fértil y niños de las comunidades indígenas de la etnia Esse Ejja —que habitan sobre las orillas del Rio Beni abarcando las provincias Madre de Dios en Pando y Abel Iturralde en el norte de La Paz— se estableció que aquellas poblaciones sufren severos deteriores en su salud debido al consumo de mercurio a través de los pescados que obtienen en su fuente fluvial contaminada. Las comunidades Esse Ejja no tienen vinculación alguna con la actividad aurífera; pero son los directos damnificados por ser consumidores habituales del pescado infestado de mercurio, en su rutina de pueblos itinerantes en torno a la caza y la pesca.

Los “garimpieros” usan mercurio metálico para lixiviar el oro en el mismo lecho del río, es decir para amalgamar y separar el mineral precioso de todas las impurezas que vuelven al agua junto al mercurio usado, el cual termina siendo absorbido por peces y otras especies vivas bajo su forma más nociva: el metilmercurio.

El metilmercurio es el mercurio metálico trasformado en un compuesto químico altamente tóxico, por efecto de los gases y bacterias con bajo nivel de oxígeno que se mezclan con el mineral al precipitarse en el fondo de los ríos.

Cuando una persona ingiere alimentos contaminados con metilmercurio —como pescado o mariscos—, el estómago y los intestinos lo absorben y transportan rápidamente hasta el torrente sanguíneo. Desde allí entra de inmediato en el cerebro de un adulto, de un niño o de un feto en desarrollo. El metilmercurio se acumula en el cerebro y se va convirtiendo lentamente en mercurio inorgánico, es decir un metal circulando en la sangre, lo cual produce enfermedades como cáncer, severos daños renales y esterilidad en las mujeres.

Niños Esse Ejja en Portachuelo, dentro el municipio Puerto Gonzalo Moreno de Pando. Es una de las comunidades más vulnerables de la amazonia boliviana. | Foto Sol de Pando

Dos informes en 14 años sin ningún impacto estatal

El informe universitario de 2007, efectuado por la bióloga Selma Luna Monroy, concluía que las pruebas capilares (estudio de partículas tóxicas retenidas en los cabellos) y otros exámenes como la medición de hemoglobina en niños y mujeres de las comunidades ribereñas Esse Ejja, dieron como resultado promedios de niveles de mercurio que “se pueden considerar como bajos a moderados” y por tanto no se pudo observar un impacto directo en la salud de las poblaciones estudiadas. Sin embargo, advertía la misma investigadora científica, “las comunidades padecen de muchas enfermedades que pueden esconder un impacto del mercurio. Esto significa que no se debe minimizar este problema de contaminación, que sí existe. Es preciso ejercer una vigilancia sobre el contenido de mercurio en los peces e informar regularmente a las poblaciones, para prevenir un riesgo a futuro”.

Transcurridos 14 años desde aquel informe de la UMSA, el gobierno de Bolivia no ha tomado ninguna acción para prevenir los riesgos ya advertidos en ese momento. Rigen normativas internacionales que en ese lapso han sido promovidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como tipificar al mercurio como Sustancia Controlada, pero esa figura está proscrita en la normativa minera boliviana, la cual además, a través de la Ley de Minería, impone severas restricciones en el acceso a la información dentro este sector.

Desde el año 2012 a la fecha, a raíz de nuestra investigación sobre el saqueo de oro en el Cerro San Simón en la provincia Iténez del Beni, Sol de Pando ha dirigido cartas al Gobierno solicitando datos indispensables para la información periodística. Nunca hubo respuesta. En abril de ese año, nos dirigimos a la encargada de Comunicación del Gobierno buscando abrir la fuente minera y otras de carácter estratégico dentro el Estado Plurinacional, y la Viceministra a cargo no respondió.

“Las mujeres de los pueblos indígenas de Bolivia Eyiyoquibo y Portachuelo tuvieron los niveles más elevados de mercurio, con una media de 7.58 ppm”, dice el informe de la IPEN. | Foto Sol de Pando

Mujeres Esse Ejja, las más vulnerables en la amazonia sudamericana

Aunque el informe de la IPEN lanzado el pasado 1 de junio no menciona, ni con fines comparativos, el estudio publicado por la UMSA en mayo de 2007, lo evidente es que en los 14 años que distan de un informe a otro, las advertencias de la bióloga boliviana Selma Luna Monrroy se han ido confirmando a través de la inminente tragedia etnocida que se cierne sobre la nación amazónica Esse Ejja.

También basándose en análisis capilares, la IPEN realizó la medición de mercurio presente en el organismo de poblaciones indígenas amazónicas en Brasil, Colombia, Venezuela y Bolivia. Las muestras obtenidas en las comunidades indígenas bolivianas, de la nación Esse Ejja, dieron como resultado los más altos índices de contaminación con relación a las comunidades diagnosticadas en los otros tres países amazónicos.

La medida usada fue la llamada “parte por millón” (ppm) que equivale a un miligramo por cada kilo de la sustancia investigada.

“Las mujeres de los pueblos indígenas de Bolivia Eyiyo Quibo y Portachuelo tuvieron los niveles más elevados de mercurio en la cohorte evaluada en este estudio, con una media de 7.58 ppm”, dice el reporte de la IPEN. Lo grave del dato es que ninguna de aquellas mujeres tuvo nunca vinculación alguna con la actividad minera aurífera.

En cambio, las mujeres del pueblo minero de Vila Nova en Brasil, con actividades auríferas, tuvieron un segundo lugar en los niveles medios de mercurio en el cabello de 2.98 ppm, mucho más bajo que el caso boliviano.

Las mujeres en el pueblo minero de El Callao en Venezuela, también con operaciones auríferas, ocuparon el tercer lugar en los niveles medios de mercurio en el cabello de 1.1 ppm.

En la comunidad minera de Íquira, en la amazonia de Colombia, donde los productores mineros se acogieron a un plan concertado de producción aurífera sustitutiva que redujo en 80% el uso del mercurio, las mujeres, que no consumen pescado y más bien participan en la actividad minera, mostraron el más bajo índice de mercurio en la muestra capilar, con apenas 0,25 ppm.

En el conjunto de los cuatro países estudiados, dice la IPEN, muchas mujeres tuvieron niveles promedio significativamente elevados, en donde un 43% de todas los participantes excedieron un nivel de 3 ppm, un 35% excedieron los 5 ppm y un 7% estuvieron por encima de los 10 ppm, “dentro de este último rubro, las participantes en su mayoría pertenecían al grupo de Bolivia”.

El informe de la ONG remarca que en el caso de Bolivia, un 93.7% de las mujeres diagnosticadas excedió el nivel umbral de 1 ppm y de 0.58 ppm propuestos para la medición del mercurio. “Como se trataba de mujeres indígenas que no estaban involucradas en la extracción de oro y cuya alimentación se basa en pescado, queda claro que los niveles extremadamente elevados de mercurio surgen de consumir pescado contaminado del sistema del río Beni”.

El pueblo Esse Ejja de Pando, al igual que los ya desaparecidos Pacahuara, son la etnia amazónica de Bolivia que enfrenta en este siglo XXI su mayor amenaza de extinción. | Foto Sol de Pando

Después de los Pacahuara, ¿los Esse Ejja?

También sorprende constatar que las dos comunidades Esse Ejja sometidas al estudio de la IPEN publicado en junio, Eyiyoquibo en el municipio de San Buenaventura, La Paz (provincia Abel Iturralde), y Portachuelo en el municipio de Puerto Gonzalo Moreno, Pando (provincia Madre de Dios), distan una de otra con un trayecto de casi 400 kilómetros a lo largo de rio Beni, lo cual supone que decenas de poblaciones en ese tramo, pertenecientes a otras etnias como los Araona y los Tacana, podrían presentar los mismos grados de letal contaminación.

El pueblo Esse Ejja de Pando, al igual que los Pacahuara, antiguamente con parcialidades transfronterizas expandidas en territorios de Brasil y Perú, luego de una resistencia de varios siglos a la acción etnocida por parte de colonizadores blancos y grupos evangélicos como Nuevas Tribus, son la etnia amazónica de Bolivia que enfrenta en este siglo XXI su mayor amenaza de extinción, y bajo el régimen de un estado Plurinacional que ya ha consumado el lento exterminio del pueblo Pacahuara iniciado durante la dictadura militar de Banzer.

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