Data: febrero 9, 2024 | 15:14
9 DE FEBRERO, 118 AÑOS DE LA CREACIÓN LA URBE ACREANA | Hace un siglo la capital de Pando, creada con el nombre de Puerto Bahía, tenía una población no mayor a 1.500 personas. Hoy el municipio se aproxima a los 100.000 habitantes de una futura metrópoli amazónica…

COBIJA, LA CIUDAD NIÑA DE BOLIVIA

La alcaldesa Ana Lucía Reis durante el acto celebratorio del 118 Aniversario de la creación de Cobija. | Foto Sol de Pando

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© Redacción Sol de Pando en Cobija

Como capital del último departamento que fue creado en la República, es la urbe más joven de Bolivia. Nació de un parto doloroso como el fruto de una guerra fratricida entre dos pueblos hermanos; es lo que queda de nuestro Acre después de que ese extenso territorio amazónico fuera comprado por el Brasil para evitar un baño de sangre entre los siringales, en una conflagración a la que nos llevaba la oligarquía altiplánica del estaño y la plata a comienzos del siglo XX. Esta ciudad es hoy el futuro amazónico de la nación.

La sensación de llegar a Cobija desde cualquier parte de Bolivia, produce un vértigo indescriptible. Aterrizando en un aeropuerto internacional que luce una estructura arquitectónica propia del siglo XXI, entre los quioscos del shopping aeroportuario resalta el antiguo puesto de doña Angélica Aparicio ofreciendo bombones de copoazú y brigadeiros que salen de sus manos artesanas. El espíritu del bosque se ha sobrepuesto al hormigón y al asfalto.

Cobija fue creada administrativamente durante el gobierno de Ismael Montes el 9 de febrero de 1906 —tres años después de la derrota del Acre— con el nombre de Puerto Bahía, instalándose como un puesto aduanero a cargo del teniente coronel Enrique Fernández Cornejo. Mas aquella denominación de Puerto Bahía le fue cambiada por la de Cobija, en abril de 1908, por iniciativa de Manuel Vicente Ballivián, Ministro de Colonización y Agricultura en la misma administración de Montes; aunque mantuvo su fecha original de creación.

En los 118 años que han transcurrido desde su creación, Cobija se ha caracterizado por ser una ciudad crisol de nacionalidades e identidades étnicas. Ya antes de la Guerra del Acre, en sus tiempos de Territorio Nacional de Colonias, las orillas del rio Acre eran un imán para migrantes sirio-libaneses, europeos y japoneses. Durante el conflicto bélico con Brasil, soldados de las tropas andinas que llegaron desde La Paz, Oruro y Cochabamba optaron por quedarse a radicar en este girón patrio compartiendo la vida con pueblos indígenas originarios como los pacahuaras, tacanas, esse ejjas, machineri y yaminahuas.

Imagen memorable tomada por el fotógrafo cochabambino Rodolfo «Turista» Torrico Zamudio en 1946. Jóvenes de la ciudad reunidos en el Paseo Junín. Reconocidas Regina Arab, Leda Soria, Olga Pinto, entre las damas acompañadas por alegres jovenzuelos cobijeños. | Foto Fundación Cultural Torrico Zamudio

DE 1.500 A 80.000 HABITANTES

Hace un siglo, la población de Cobija contaba con aproximadamente 1.500 habitantes, según el Censo de 1925. El Censo de 1950 registró 1.726 pobladores. En el Censo de 1976 se empadronaron 5.000 habitantes; mientras que el Censo de 1992 arrojó una población de 11.500 moradores.

En el censo del año 2001, ya en el siglo XXI, la población del municipio creció a 22.324 habitantes y el Censo del 2012 dio un resultado de 46.267 habitantes.

Durante la década transcurrida, esta población fue incrementándose a un ritmo acelerado por la presión de nuevas olas migratorias propias de la naciente era.

El INE calcula que en 2019 el municipio contenía 74.546 moradores y se estima que, actualmente, la población cobijeña del centro urbano y del entorno rural supera los 80.000 habitantes que esperan ser empadronados en el Censo previsto para el 23 de marzo este año.

Las primeras calles abiertas en la joven ciudad del Acre boliviano a fines de los años 20. | Foto Rodolfo Torrico Zamudio | Fundación Torrico Zamudio, Cochabamba

EL LEGADO DE MANUEL VICENTE BALLIVIÁN

La ciudad comenzó a tomar su actual forma arquitectónica en 1908, bajo la gestión ministerial del sabio geógrafo Manuel Vicente Ballivián, quien le cambiaría el nombre de Puerto Bahía al de Cobija, mediante un Decreto emitido el 22 de abril de ese año.

Según decidió el ministro Ballivián, Puerto Cobija era un mejor nombre que Puerto Bahía, en varios sentidos pues era evidente que el antiguo nombre ligado a la casa Suárez, al adquirir relevancia en el comercio internacional de la goma, se prestaba a una perjudicial confusión con el Estado brasileño de Bahía, en la costa atlántica, al otro extremo del país vecino. Pero además Cobija, decía Manuel Vicente Ballivián, trascendería en la historia como un recordatorio perpetuo de la cualidad marítima de Bolivia. La otra Cobija, desaparecida, fue la capital del Litoral que el país perdió en la Guerra del Pacífico.

Luciendo su emblemático nombre, en 1915 Cobija sería designada sede de la Delegación Nacional del Territorio de Colonias, en vez de Porvenir, y en 1939, un año después de fundarse Pando sobre ese mismo territorio delegacional, Cobija sería designada la capital del nuevo Departamento, en vez de Puerto Rico.

Una investigación de Sol de Pando señala que según el arquitecto Víctor Hugo Limpias Ortiz —en base un plano regulador que el erudito cruceño había hallado  en la Biblioteca de la Universidad de Pittsburgh—, Ballivián ya había anticipado “el rol fundamental del crecimiento urbano que habría de desempeñar el antiguo camino a Porvenir, hacia el sur. En esta vía la Casa Suárez tenía sus mayores posesiones, y con el tiempo, se convirtió en la principal avenida, hoy denominada ‘9 de Febrero’”.

En la década de los 30, dice Limpias, Félix Tejada inició las obras paisajísticas que habrían de contribuir positivamente en la redefinición de la imagen urbana. Se importa y plantan sistemáticamente las palmeras reales del Paseo Junín y la Plaza Germán Bush. Posteriormente, se continuaría la obra paisajística con la Plaza Potosí. En esa misma década se erigió la Catedral de la Virgen del Pilar.

El Paseo Junín, hoy Avenida Nicolás Suárez, está constituido por dos hileras de esbeltas palmeras que alcanzan los 30 metros. Estas flanquean majestuosamente una larga escalinata, marcando el ingreso peatonal a la ciudad desde el puerto. Sin duda, este conjunto urbano se constituye en una de las más exitosas experiencias paisajísticas realizadas en Bolivia”, informó el arquitecto Limpias Ortiz.

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