ROBERTO RICO, EL BOLIVIANO DE TELEMUNDO
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© Redacción Sol de Pando | Servicio Informativo Datos & Análisis
Al nacer este siglo XXI, Roberto Rico Caballero dejó atrás, en Cochabamba, una promisoria carrera periodística en la cual ya brillaba con luz propia como destacado reportero deportivo de la televisión boliviana, partiendo en busca del sueño americano. Su intuición le decía que Bolivia iba camino sin retorno a una asfixia generacional y decidió emigrar a Estados Unidos, pensando en el futuro de tres niñas que eran sus hijas y la razón de su existir.
A mediados de 2001, Roberto llegó a Nueva Jersey decidido a abrir su propio camino, esperando la menor oportunidad para tomar el tren de la ventura en su meta de ser el buen periodista que llegó de Bolivia para quedarse. Sabía que no era fácil, ahí no hay el padrinazgo partidario ni la prebenda clientelar, sólo la ética del trabajo.
Para echar sus primeras raíces, pagando “derecho de piso” en el país de las oportunidades, obtuvo un empleo parqueando autos en Manhattan, Nueva York, a donde debía llegar todos los días cruzando el rio Hudson desde Nueva Jersey.
Un milagro en los parqueos del World Trade Center
La mañana del 11 de septiembre de aquel año, apenas tres meses después de llegar de Bolivia, hacía su rutina diaria entre Nueva Jersey y Nueva York, le tocaba trabajar parqueando autos en los predios del World Trade Center, a los pies de las Torres Gemelas. Fue el día en que el ataque de Al Qaeda aterrorizó al mundo. Roberto Rico se salvó de perecer bajo los escombros de la infernal demolición terrorista, gracias a un milagro, de esos que sí existen.
“Porque me había excedido en mis horas de trabajo, ese día me llama el gerente del parqueo y me dice: ‘descanse, usted ya pasó las 70 horas a la semana’; y entonces Dios me sacó de aquel lugar por ser un fanático del trabajo”, recuerda con permanente emoción.
Cuando se replegaba a su hogar retornando a Nueva Jersey, su sobrina le llamó por el celular después del primer ataque para informarle que un avión de American Airlines se había estrellado contra una de las torres. “Lo primero que pensé es que yo podía estar ahí abajo”, dice. Volvió la mirada atrás y contempló el segundo ataque que era transmitido en vivo y directo, era el reality show más apocalíptico nunca antes visto por la Humanidad.
“No me gusta mirar esas imágenes porque tengo el espíritu totalmente resquebrajado; no me considero un sobreviviente, pero me ha quedado el trauma”, confesó Roberto en su testimonio difundido por la cadena Telemundo, donde hoy trabaja.
Aún no había salido del aterrante estupor, cuando recibió otra llamada, esta vez de Bolivia. Desde ATB, en donde fue reportero estrella apenas unos pocos meses antes, le pedían reportar la tragedia del 11-S. “Entonces me acerqué a uno de esos teléfonos convencionales que están al borde del rio Hudson, en el lado de New Jersey, y empecé a reportar; me documentaba a través de una radio de transistores chiquitita y empezaba a reportar en vivo, pero solamente audio y ellos tomaban las imágenes que a nivel mundial se estaban transmitiendo”, relata.
Durante tres días continuos Roberto Rico se mantuvo enviando sus despachos informativos para la televisión boliviana, desde la magullada Gran Manzana newyorquina. Hasta que el 14 de septiembre, el día de Cochabamba, el gerente del parqueo que le dio empleo y le salvó la vida 72 horas antes, le llamó instruyéndole retornar a Nueva York para sumarse a los trabajos de limpieza entre los restos de la tragedia, contribuyendo así a la reconstrucción de la metrópoli.
“Me tocó limpiar carros, me tocó remover algunos escombros, pero no por efecto directo del derrumbe de las dos torres, sino por lo que la gente —en la desesperación, en el caos— había dejado en esa gigante estampida humana en medio de la polvareda; mucha gente había tirado sus maletines en las calles, habían miles de objetos botados, y muchos no habían podido recoger sus carros de los parqueos que quedaron semienterrados”, rememora Roberto.
Después de aquel bautizo de espanto que el periodista boliviano recibió con toda templanza en su llegada a Estados Unidos, Roberto se mudó a la costa oeste, donde terminaría anclándose como camarógrafo y reportero de la cadena Telemundo.
Así fue que cuando despertó de la pesadilla, el sueño americano seguía ahí.
Volver a Cochabamba con la misión cumplida
Tras su intensa experiencia en Nueva York, Roberto Rico Caballero aún transitó por varias ciudades que están en las costas del océano Pacífico, hasta desembarcar definitivamente en Virginia, Washington.
En un testimonio publicado por Sol de Pando en abril de 2019, el compatriota recordaba su periplo después del milagro en los parqueos del World Trade Center:
“Un año después volví a la pasión de mi vida: pantallas gigantes en circuito cerrado para conciertos musicales en Long Beach, California, como base de mis actividades. También me dediqué a la construcción, refacción y decoración de hoteles en 24 diferentes Estados durante cuatro años. Fue el 2006 que finalmente llegué a Virginia. Desde entonces me mantengo en la TV. Trabajo desde enero del 2018 en Telemundo44, bajo tuición de Universal Studios-NBC, desempeñándome como camarógrafo, editor y eventual reportero en asignaciones especiales”.
Su aprendizaje periodístico en las calles de Cochabamba como reportero de ATB, más su formación académica como becario del Koubek Memorial Center en los años 90, le dieron a Roberto la solvencia profesional suficiente como para convertirse en una pieza clave de Telemundo. En julio de 2018, la propietaria de la cadena, NBC, le entregó un galardón como el mejor trabajador de la corporación periodística.
Hoy, a sus 63 años, Roberto Rico Caballero ha realizado su objetivo de llevar a esas tres niñas, sus hijas y su razón de ser, a un mundo donde ser ciudadanos de bien es el único requisito para triunfar.
Está en vías de la jubilación y una nueva idea ronda sus sueños: volver a Cochabamba después de la misión cumplida…
Memoria, imágenes
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