Data: septiembre 16, 2023 | 15:43
CARLOS CANELAS Y SUS SEIS HIJOS | Los Tiempos es uno de los tres periódicos más antiguos de Bolivia, junto a El Diario de La Paz y La Patria de Oruro. Su capacidad de resistir y vencer las agresiones del autoritarismo recurrente, es la herencia con la que nació hace 80 años. Se fundó el 16 de septiembre de 1943…

EL SECRETO DE LOS TIEMPOS PARA SOBREVIVIR

En la revolución periodística que trajo el renacimiento de Los Tiempos, también se ponía en marcha una emergencia generacional dentro el seno de la familia Canelas que ha marcado un hito en la historia contemporánea del periodismo boliviano. | Fotomontaje Sol de Pando

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© Redacción Sol de Pando | Servicio Informativo Datos & Análisis

El periódico Los Tiempos de Cochabamba acaba de cumplir 80 años de circulación nacional. Junto con El Diario de La Paz y La Patria de Oruro, Los Tiempos es el periódico más antiguo de Bolivia y, vaya casualidad, los tres decanos de la prensa boliviana han sido fundados por periodistas cochabambinos: El Diario por el totoreño José Carrasco Torrico, mientras La Patria y Los Tiempos por el punateño Demetrio Canelas Canelas.

Los Tiempos se fundó el 16 de septiembre de 1943. Su creador, el patricio cochabambino Demetrio Canelas, nació en la provincia Punata pocos años después de la Guerra del Pacífico. Escritor y novelista de fino trazo literario, Canelas sembró las semillas del periodismo boliviano que germinó en la entraña del sofocante enclaustramiento; su primer acto reivindicacionista había sido fundar el periódico La Patria de Oruro, el 19 de marzo de 1919. Enarbolando una línea editorial e informativa sólidamente comprometida con valores democráticos y humanistas, Demetrio Canelas instaló y dirigió Los Tiempos bajo el slogan de que este periódico no se consideraba “independiente” sino simplemente libre.

Desde los primeros días de su labor, Los Tiempos y su fundador fueron acosados por la intolerancia política. Un primer intento de clausura se había cometido en marzo de 1944, en abril de ese mismo año Canelas fue apresado pero el autoritarismo no logró intimidarlo. Al año siguiente de la revolución de 1952, el 9 de  noviembre de 1953, el periódico fue asaltado a manos de una horda azuzada desde algún bufete de abogados movimientistas resentidos por las denuncias del periodista. Demetrio partió al exilio y sus hermanos —que eran sus principales y más leales colaboradores— quedaron encarcelados. La destrucción de las instalaciones fue total, sus máquinas desmanteladas, la biblioteca y los archivos de Canelas fueron saqueados sin piedad; Los Tiempos dejó de circular durante casi 15 años.

Tras el fallecimiento de Demetrio Canelas en 1964, sus hermanos Julio César y Carlos, ex combatientes de la Guerra del Chaco, cargaron el legado del patriarca manteniendo fielmente su doctrina periodística. Julio César Canelas Canelas dirigía el periódico El Ferrocarril y el hermano menor, Carlos, junto a su esposa Bertha Rosa Tardío Guzmán había destinado los ahorros de su abnegada actividad agrícola para montar una imprenta que producía los libros de su amigo Werner Guttentag. Julio César y Carlos pertenecían a la generación de escritores e intelectuales de la bella época cochabambina, siguiendo las huellas de Cesáreo Capriles y Adela Zamudio junto a Jesús Lara, Augusto Guzmán,  Armando y Carlos Montenegro, entre otros, como pioneros de una cultura de las letras sin precedentes en el país. En medio de ese fragor literario, la idea del retorno de Los Tiempos era objetivo irrenunciable para los hermanos menores de Demetrio Canelas.  

El 19 de julio de 1967, Los Tiempos revivió tras 14 años de un impune amordazamiento. La reaparición del periódico en las calles de Cochabamba supuso una revolución tecnológica dentro el periodismo boliviano. Los Tiempos era el primer periódico en el país que adoptaba el sistema offset para una rotativa Goss de última generación, produciendo un matutino con alta calidad visual, en tirajes mayores y en menor tiempo.

En esa revolución que trajo el renacimiento de Los Tiempos, estaba también en marcha una emergencia generacional dentro el seno de la familia Canelas que ha marcado un hito en la historia contemporánea del periodismo boliviano.

Carlos Canelas y sus seis hijos

Don Carlos Canelas y su esposa Bertha Rosa Tardío, junto a sus hijos Carlos, Eduardo, Alfonso, Gonzalo, Fernando y Enrique. | Foto archivo Sol de Pando

Carlos Canelas Canelas, que falleció a sus 94 años en 1999, condujo Los Tiempos creando con sus seis hijos un equipo que consolidó a este periódico como el mejor de Bolivia. Los lazos de solidaridad y reciprocidad que los hermanos y sus progenitores desplegaron en el camino de reconstruir el periódico, es lo más parecido, desde la cosmovisión andina, al ayni como organización comunal y no es un despropósito tal comparación, pues la familia Canelas proviene de una cultura agraria comunitaria que caracterizó al valle cochabambino desde el nacimiento de la República y fue destruida por el corporativismo partidario del 52.

El emprendimiento familiar alcanzó un gigantesco éxito empresarial y laboral, más que por la fuerza del  capital invertido por la enérgica ética del trabajo que practicaron el patriarca y sus hijos Carlos, Alfonso, Eduardo, Gonzalo, Fernando y Enrique. Siguiendo el ejemplo del padre, desarrollaron con disciplina espartana la virtud de mezclarse y confundirse con la planta operaria del periódico, participaban de manera directa en todas las fases de producción, amaneciendo y trasnochando, a la vez que no abandonaban sus estudios académicos siguiendo sus propias vocaciones. Todos, menos Alfonso que hizo sus estudios secundarios en Buenos Aires, fueron bachilleres del colegio La Salle.

El primogénito, Carlos Alberto Canelas Tardío, asumió la responsabilidad de administrar la empresa editorial creada por su padre, que además de producir el periódico continuaba publicando libros y materiales didácticos en su alianza con importantes empresarios del rubro como Werner Guttentag.  Enrique Canelas Tardío, tan laborioso y creativo como sus demás hermanos, tomó el camino de la granja, custodiando la fuente originaria de la riqueza familiar desde las épocas de Demetrio Canelas, que era la actividad agrícola, la vida campesina. No en vano don Carlos Canelas, tras la clausura del periódico en 1953, alternaba su trabajo como periodista y editor de libros con la actividad agropecuaria, llegando incluso a incursionar en el comercio de fertilizantes y pesticidas.

Los periodistas natos del clan

Alfonso y Fernando Canelas Tardío fueron los periodistas innatos de la familia, formando una sala de redacción donde la ética y el pluralismo armonizaban en un periodismo de gran impacto y calidad. Bajo la dirección de ambos hermanos —Alfonso Director y Fernando Subdirector— Los Tiempos resistió y denunció al régimen militar de García Meza publicando sus primeras planas con enormes espacios en blanco correspondientes a las noticias censuradas por la dictadura.

El Dr. Alfonso Canelas Tardío era dueño de una personalidad incomparable, única; de finos modales, elegante y pulcro, discreto y cordial; tenía el noble don de escuchar a sus interlocutores con una infinita paciencia, de muy poco hablar y cuando tomaba la palabra sus opiniones eran certeras, sus consejos siempre paternales e implacables sus juicios, poseía un sutil sentido del humor capaz de las más lúcidas ironías; fue el reportero de Los Tiempos que cubrió la captura y muerte del Che en Ñancahuazú, abogado constitucionalista de profesión, dirigió el periódico en los momentos estelares de Los Tiempos, siempre asistido por su hermano menor Feni. Tras su prematuro fallecimiento acaecido el 26 de febrero de 2009, el segundo al mando, Fernando —Feni—, asumió la Dirección del periódico dando continuidad a un modelo periodístico amplio y riguroso a la vez.

Fernando Canelas Tardío era el alumno aplicado de su hermano mayor: la misma discreción, la misma aversión al protagonismo individualista, la misma humildad a la hora de cubrir una noticia desde el llano, el mismo culto a la corrección informativa, la misma honestidad intelectual; mas, la personalidad de Fernando Canelas tendría otras peculiaridades que también lo perfilaron como un maestro periodista con estilo propio; cultiva aficiones estéticas que lo harán un ser libertario, amante del jazz, del buen cine, de la mejor literatura narrativa y de una apacible partida de golf bajo el radiante cielo de nuestra Llacta, ingredientes que alimentan el buen espíritu periodístico. Cuando se produjo la masacre de Tolata en enero de 1976, durante la dictadura de Banzer, Feni Canelas estuvo de turno junto al reportero gráfico Rafo Balderrama, a cargo de editar aquellas memorables fotos de la tragedia campesina. Viendo la manera de burlar la inminente censura prefectural a esa noticia, decidió publicar en primera plana las fotos de Rafo —sin ningún texto, ni crónica ni titular—, las imágenes lo decían todo. Nunca olvida ese episodio con una noticia de muerte en sus manos que no podía ocultar, porque esa misma madrugada una noticia de vida anunciaba el nacimiento de su primogénito, también llamado Fernando, en una maternidad de la ciudad.

Y no es posible hablar de Alfonso y Fernando Canelas Tardío, sin mencionar a José Nogales Nogales, la ficha clave en este gran equipo periodístico. Como el emblemático Jefe de Redacción de Los Tiempos, Chechi Nogales sería el oído, los ojos y muchas veces también la voz  de los hermanos Canelas en el espacio exterior de ese templo con aromas de tinta y cánticos de teletipo. A través de José Nogales se reclutó a los mejores periodistas y escritores  que brotaron en la tierra cochabambina para hacer de Los Tiempos el periódico más leído de Bolivia. El Dr. Nogales falleció a sus 79 años, el 22 de enero de 2021, víctima del coronavirus que contrajo en plena actividad informativa trabajando en un canal de televisión.

Staff en la redacción de Los Tiempos a mediados de los años ochenta: de izquierdaa derecha: Federico Sabat, Jaime D’Mare, Roberto Fernández, Mirtha Fernández, Feni Canelas, Jaime Buitrago y José Nogales. | Foto archivo Sol de Pando

Estrategias gerenciales comunitarias

En los ámbitos técnico, financiero y administrativo, en la esfera de lo gerencial, don Carlos Canelas tenía los hijos apropiados: Eduardo y Gonzalo.

Eduardo Canelas Tardío, a quien los obreros gráficos del periódico llamarán afectuosamente “don Lalo”, será el Gerente Técnico de Los Tiempos, a cargo de hacer funcionar las máquinas en todas las fases de la producción periodística. Lalo tuvo a su mando un plantel de técnicos y operarios especializados en el armado digital de las páginas, procesamiento de negativos, el quemado de planchas en la fotomecánica, calibrado de bobinas y control de la rotativa, hasta el compaginado y empaque de los ejemplares para su entrega a los canillitas, supervisando personalmente cada una de las etapas, asumiendo y subsanando en el acto cualquier falla técnica que pudiera retrasar la edición diaria. Sus horas de oficina eran mínimas en comparación al tiempo que ocupaba compartiendo la faena con los prensistas y, de paso, los obreros a su cargo eran los trabajadores gráficos mejor pagados del rubro en Cochabamba, una élite proletaria que gozaba de encomiables beneficios sociales mientras Los Tiempos era el periódico más voceado de Bolivia.

En el colegio La Salle, a Gonzalo Canelas Tardío sus condiscípulos le pusieron el cariñoso sobrenombre de “Chawi”, voz quechua con la cual se conoce a una avecilla del valle cochabambino que construye su casita de barro y ramas con la misma habilidad arquitectónica de un hornero. Gonzalo llevará ese apodo como un título nobiliario que hará honor a su obra como el gran edificador de Los Tiempos. Realizó sus estudios universitarios en Europa y Estados Unidos titulándose como ingeniero agrónomo, fiel a la vocación campesina que lleva en sus genes, pero su talento iba más allá del solar. Cuando su padre lo incorporó al equipo que resucitaría a Los Tiempos, se convirtió en el cerebro gris de la estrategia financiera y administrativa del periódico, complementando gerencialmente los empeños técnicos de su hermano Eduardo. Chawi Canelas sería el artífice de la construcción del moderno edificio de Los Tiempos, inaugurado el 17 de septiembre de 1989 y que hoy luce en la Plazuela Quintanilla como una de las construcciones más bellas de la ciudad, un rascacielos de 11 pisos en dos torres gemelas que fue diseñado por el arquitecto José G. Prada, descendiente directo del último Gobernador de España en Cochabamba al estallar la Guerra de la Independencia.

Mientras el primogénito Carlos Alberto y su hermano Enrique cuidaban la retaguardia desde la granja de La Angostura, Eduardo y Gonzalo ponían a disposición de los periodistas dirigidos por  Alfonso y Feni tecnología periodística de última generación nunca antes vista en Bolivia. Un año antes del traslado al edificio de la plazuela Quintanilla, la vetusta casona de la calle Santivañez donde funcionaba la redacción se vio invadida por unos espectaculares equipos y monitores de edición en red Atex,  que fue el paso inicial para que Los Tiempos se convierta en el primer periódico del país en utilizar el internet como herramienta de trabajo. El staff periodístico a cargo de Alfonso y Fernando Canelas tenía en Chechi Nogales su puntal principal, a la vez que el equipo técnico y administrativo encabezado por Eduardo y Gonzalo Canelas contaba entre sus operadores de vanguardia con el ingeniero informático Roberto Marcus y el economista Mario Pereira, profesionales de gran nivel.

Al celebrarse los 80 años de la creación de Los Tiempos, con sus muchos renacimientos, recordar la hazaña de don Carlos Canelas y sus seis hijos resulta un acto de fe. En estos aciagos días donde la transparencia periodística y la autonomía informativa se ven avasalladas por la frivolidad venal de un periodismo subordinado al poder político y a ideologías autoritarias gobernantes y opositoras, cuando la verdad está siendo derrotada por la mentira institucionalizada por igual desde arriba y desde abajo, el periódico de los cochabambinos está siendo nuevamente asediado y amenazado por las mismas fuerzas que provocaron su destrucción en 1953. Mas, Los Tiempos tiene una genética periodística propia que ha demostrado ser indestructible a la hora de las batallas decisivas.

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