INVESTIGACIÓN | Una mutación genética al concluir la Edad de Hielo produjo el primer idioma humano hace 15.000 años. De aquel proto-lenguaje sobreviven actualmente 23 vocablos…

LA PALABRA “MAMÁ” ES AFRICANA Y DOMINA EN 84 IDIOMAS

La palabra “mamá” apareció en África hace 20.000 años y fue hallada entre los 23 vocablos de la primera lengua indoeuropea hablada 15.000 años atrás; está presente actualmente en por lo menos 84 idiomas. | Foto tomada del libro Textos Maternos

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© Wilson García Mérida | Servicio Informativo Datos & Análisis

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La palabra “mamá” tiene su raíz genética más profunda en África, de donde partió el primer gran éxodo del homo sapiens a finales del Pleistoceno; está muy viva y presente en familias lingüísticas como la nigerocongolesa con sus 1.400 dialectos dispersos en el África subsahariana, entre los cuales predomina la sub-familia de las lenguas bantúes concentradas en países como Camerún, Gabón, Congo, Uganda, Kenia, Tanzania, Angola, Zambia, Mozambique, Zimbabue, Namibia, Botsuana y Sudáfrica, lugares donde “mamá” suena igual que en español, en alemán, en quechua o en chino.

Tal es una de las conclusiones que hemos propuesto en el Conversatorio virtual realizado por el PEN-Bolivia en la jornada de ayer sábado, 21 de mayo, a propósito de la investigación que está contenida en nuestro libro “Textos Maternos”. Durante el tiempo transcurrido desde la publicación del libro a hoy, hemos hallado nuevos datos cuantitativos que expusimos en dicho Conversatorio.

Estimamos que actualmente —esto es lo nuevo no publicado en el libro— la palabra mamá es pronunciada por aproximadamente 5.092 millones de personas en 84 idiomas dispersos en el planeta, de acuerdo a una tabla comparativa elaborada por Sol de Pando aplicando la herramienta digital del Traductor Google.

Hallazgos científicos producidos en este siglo demuestran que aquella palabra y su sinónimo “madre” poseen prácticamente la misma raíz lingüística en casi todos los idiomas del mundo y se las pronuncia en el planeta desde hace por lo menos 15.000 años, que es el lapso establecido para el primer idioma que habló la especie humana, la lengua proto-indoeuropea, en cuyo tronco originario se hallaron fonemas de raíz africana con una antigüedad de 20.000 años.

Uno de los estudios más importantes que sustenta aquella tesis, titulado “Ultraconserved words point to deep language ancestry across Eurasia”, fue publicado por primera vez el 6 de mayo de 2013 por la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, documento al cual Sol de Pando accedió durante nuestro exilio en Brasil y es la base de “Textos Maternos”.

Aquel estudio interdisciplinario que juntó a biólogos, antropólogos, arqueólogos, lingüistas e informáticos —británicos y neozelandeses—, bajo el liderazgo del biólogo evolutivo Mark Pagel, afirma que la palabra “mamá” forma parte de un conjunto de 23 vocablos que han sobrevivido a la Edad de Hielo, cuando el planeta era aún una masa abstracta de agua congelada y tierra seca configurando los continentes, y el emergente homo sapiens hablaba un solo idioma, el primero que se registra en la memoria de su historial genético-evolutivo.

¿Adán y Eva eran africanos? | VIDEO

Intervención del escritor Stefan Gurtner en el Conversatorio “El origen de la palabra mamá” organizado por el PEN-Bolivia, Filial Cochabamba | 21 de mayo, 2022

Evolución: mutación genética y cognación lingüística

Explicamos en el Conversatorio que el proceso del deshiele global a fines del Pleistoceno supuso un cambio climático de dimensiones astronómicas (los ciclos elípticos de la traslación de la tierra acercándose o alejándose del sol cada 100.000 años producen enfriamientos y calentamientos periódicos) en el cual surgieron los valles y bosques húmedos a los pies de los principales glaciares del planeta como son el Himalaya, los Andes y los Alpes. La transformación geológica activó una mutación genética en el homo sapiens que le permitió desarrollar la tecnología neurológica del lenguaje, un hito fundamental en la historia de la evolución humana.

Las mutaciones genéticas, relacionadas con los grandes cambios climáticos y geológicos en el planeta, desempeñan un rol fundamental en el proceso evolutivo de los organismos vivos.

El gen que contiene la capacidad lingüística del homo sapiens y que mutó a fines del Pleistoceno favoreciendo a la construcción neurológica de las palabras, se llama FoxP2, descubierto en los años 90 del siglo pasado por biólogos del Centro Wellcome de Genética Humana de la Universidad de Oxford, a la cabeza del genetista Simon Fisher.

Asimismo la ola migratoria que se desató con el derretimiento de colosales glaciares marinos, movió masas humanas que llegaron a poblar, partiendo del África, territorios tan remotos como los Andes y la Amazonia en la actual Sudamérica, a donde también llegaron aquellas palabras ancestrales derivadas del proto-idioma indoeuropeo, dispersándose durante aquella etapa crucial de la evolución humana. Entre esas 23 palabras ancestrales que desataron la civilización, se destaca la palabra “mamá”.

El antropólogo y linguista neozelandés Quentin Atkinson, del equipo de Pagel, ha demostrado fehacientemente que la evolución humana no es sólo genética sino también lingüística. La evolución del homo sapiens fue esencialmente la evolución del lenguaje. Así como los genes mutan, los fonemas cognan. La cognación es el fenómeno por el cual una palabra se transforma sin perder su etimología, a medida que los genes mutan por efecto de la adaptación climática.

Las 23 palabras ancestrales definidas como “super conservadas”, que el equipo de Pagel transmitió a Sol de Pando en Brasil, son las siguientes:

Siete sustantivos:

hombre, madre, mano, fuego, corteza, ceniza, gusano.

Cinco pronombres:

tú, yo, nosotros, quien, ustedes.

Cinco verbos:

dar, escuchar, tirar, fluir, escupir.

Dos pronombres demostrativos:

esto, eso.

Dos adjetivos:

viejo, oscuro.

Dos adverbios:

no, qué.

Los propios investigadores se sorprendieron sobre la prevalencia ancestral de aquellos vocablos, entre los cuales hay palabras aparentemente “insignificantes” en el mundo actual. Por ejemplo una de las palabras que más sorprendió al grupo de Pagel y Atkinson fue “corteza”. Terminaron admitiendo que esa palabra “jugó un papel muy importante en la vida de los que habitan los bosques de cazadores-recolectores”. Con las cortezas tejían cestas, trenzaban cuerdas, las usaban como combustibles para el fuego y hasta le daban uso medicinal, explica el periodista chileno José Miguel Jaque, de La Tercera.

También sorprendió que apareciera la palabra “escupir”. La explicación es que su sonido resulta tan expresivo como la acción de hacerlo, casi onomatopéyico, “por lo que se entiende que simplemente el término no evolucionó en todos estos años”, infiere Jaque. Onomatopéyico, sin duda, así nos dice el Traductor del Google: “escopir” en catalán, “cuspir” en portugués, “spit” en inglés, “sputare” en italiano, “spucke” en alemán, “spytte” en danés, “spýta” en islandés, “spotta” en sueco, “scuipat” en rumano, “spoeg” en afrikáans, “spuie” en frisio, “sputà” en corso, “spjauti” en lituano… Tal, la cognación.

Creemos que aquellas 23 palabras ancestrales permiten una “lectura de la coyuntura” sobre aquel momento representado en el Antiguo Testamento por las parábolas del Diluvio Universal y la Torre de Babel (y es que el gen del habla es también el gen de la memoria histórica): el homo sapiens ha racionalizado su entorno social al verbalizar su individualidad, sabe el significado de la negación, entiende la importancia de compartir y ha conseguido decodificar sus capacidades tecnológicas en el arte de la caza, de administrar el fuego como la energía básica en su vida, su relación con el bosque como su hábitat idóneo, el por qué de la noche, su fascinación por las secreciones y su conciencia de la muerte.

Esas palabras, a fuerza de su uso más frecuente que las demás, están cognadas en todos los idiomas contemporáneos de raíz proto-indoeuropea y han logrado expandirse hacia otras familias lingüísticas como la austronesia, sin olvidar que algunas de aquellas palabras, como la onomatopéyica “mamá”, ya estaban presentes en las lenguas nigerocongolesas 5.000 años antes del poblamiento de Eurasia.

A diferencia de la palabra “hombre” que está “súper-conservada”, no hay vestigios primigenios de la palabra antónima “mujer”, sino madre o mamá. El género femenino está asociado al rol dador de vida; podemos inferir que en ese punto nacen las religiones politeístas y matriarcales, basadas en el culto a la fertilidad.

El prólogo de Gaby Vallejo al libro Textos Maternos | VIDEO

El mapa lingüístico de la palabra mamá

A medida que nuestros ancestros africanos llegaban hacia Europa y Asia (de ahí a América cruzando el Estrecho de Bering) sus genes mutaban como efecto de las adaptaciones climáticas; y los fonemas de la proto-lengua original se fueron cognando. Entonces surgieron las razas, las naciones y los idiomas; de ahí vienen las culturas y las civilizaciones, enraizadas en la diversidad genética y linguística de la evolución.

Así pues, la palabra “mamá” que según los biólogos evolutivos apareció en África hace 20.000 años y fue hallada entre los 23 vocablos del primer idioma hablado en Eurasia 15.000 años atrás, está presente actualmente en por lo menos 84 idiomas, de acuerdo a un cuadro comparativo que habíamos elaborado utilizando la herramienta digital del Traductor Google.

En la indagación realizada por Datos & Análisis, la unidad de investigación de Sol de Pando, hemos establecido que en las nueve ramas de la familia lingüística indoeuropea, con un total de 49 idiomas, la palabra mamá es la misma, con sus respectivas “mutaciones” producto de la cognación geo-climática, incluyendo el sinónimo “madre”. También está presente en otras 13 lenguas no indoeuropeas con 35 idiomas como el chino, el japonés, el coreano, el quechua, el aymara y el maya, además de las lenguas africanas entre otras.

Estimamos que en la actualidad un total de 5.092 millones de habitantes del planeta pronuncian la palabra “mamá”, usando y cognando el mismo vocablo originado en África hace 20.000 años. En las ramas de la familia lingüística indoeuropea hay aproximadamente 3.241 millones de hablantes, que representan el 45% de la población mundial. Las lenguas no indoeuropeas que contienen la misma palabra ancestral, abarcan una población aproximada de 1.850 millones de habitantes.

49 idiomas de la familia lingüística indoeuropea | 3.241’178.535 hablantes

RAMA ITÁLICA con 10 idiomas (950’000.000 de hablantes):

Español: mamá | madre

Francés: maman | mère

Portugués: mamãe | mãe

Italiano: mamma | madre

Rumano: mami | mamă

Aragonés: mai | matre

Gallego: mai | nai

Catalán: mare | mare

Corso: mamma | mamma

Criollo haitiano: manmi | manman

RAMA GERMÁNICA con 11 idiomas (620’000.000 de hablantes):

Inglés: mom | mother

Alemán: mama | mutter

Yidis: mami | muter

Neerlandés: mama | moeder

Sueco: mamma | mor

Noruego: mamma | mor

Danés: mor | mor

Luxemburgués: mamm | mamm

Islandés: mama | módir

Afrikáans: mammie | moeder

Frisio: mem | mem

RAMA ESLAVA con 11 idiomas (432’300.000 hablantes):

Ruso: mamochka | máma

Ucraniano: mamochko | maty

Bielorruso: mamačka | maci

Polaco: mamusia | matka

Checo: máma | matka

Búlgaro: mama | maĭka

Macedonio: mamo | majka

Eslovaco: mamina | matka

Serbio: mama | majko

Croata: mamica | majka

Bósnio: mam | majko

RAMA CÉLTICA con cuatro idiomas (3’878.535 hablantes):

Escosés: mamaidh | màthair

Irlandés: mamaí | máthair

Galés: mam | mam

Bretón: mamm | mamm

RAMA INDOIRANIA con nueve idiomas (1.200’000.000 de hablantes):

Panyabí: mamī | māṁ

Bengalí: mā | mā

Hindí: maan | maan

Nepalí: āmā | āmā

Cingalés: ammē | mava

Gujarati: mam’mī | mātā

Kurdo: mamê | dê

Urdu: mā | mā

RAMA BÁLTICA con dos idiomas (7’000.000 de hablantes):

Lituano: mamytė | motina

Letón: mammīte | māte

RAMA HELÉNICA, un idioma (15’000.000 de hablantes):

Griego: mamá | mitéra

RAMA ALBANESA, un idioma (6’000.000 de hablantes):

Albanés: mami | nëna

RAMA ARMENIA, un idioma (7’000.000 de hablantes):

Armenio: mayrik | mayrik

35 idiomas de lenguas no indoeuropeas | 1.850’381.707 hablantes

LENGUAS SINO-TIBETANAS, dos idiomas (1’437.000 hablantes):

Chino: mā | māmā | muqīn

Birmano: maymay | amay

LENGUAS INDO-AMERICANAS, tres idiomas (10’859.607 hablantes):

Quechua: mamay | mama

Aymara: mama | tayka

Maya: mamah | na’

LENGUAS NIGERO-CONGOLESAS, nueve idiomas (382’000.000 de hablantes):

Zulú: umama | umama

Xhosa: umama | umama

Suajili: mama | mama

Kinyarwanda: mama | nyina

Yoruba: mama | iya

Igbo: mama | nne

Chichewa: amayi | mayi

Sesoto: mme | mme

Shona: amai | amai

LENGUAS AUSTRONESIAS, seis idiomas (350’000.000 de hablantes):

Indonesio: mama | ibu

Maorí: mama | whaea

Tagalo: si mommy | ina

Sundanés: maman | indung

Hawaiano: māmā | makuahine

Cebuano: mama | inahan

LENGUAS DRAVÍDICAS, cuatro idiomas (244’700.000 hablantes):

Malayalam: mam’mi | am’ma

Tamil: mam’mi | am’mā

Canarés: mam’mi | tāyi

Télegu: mam’mī | talli

LENGUAS AFROASIÁTICAS, tres idiomas (101’522.000 hablantes):

Maltés: mommy | omm

Hausa: mama | uwa

Amhárico: imama | inati

LENGUAS AUSTROASIÁTICAS, dos idiomas (98.000.000 de hablantes):

Vietnamita: mẹ ơi | me

Camboyano: meak | mteay

LENGUA JAPÓNICA, un idioma (150’000.000 de hablantes):

Japonés: mama | haha

LENGUA COREÁNICA, un idioma (78’000.000 de hablantes):

Coreano: eomma | eomeoni

LENGUA URÁLICA, un idioma (1’110.000 hablantes):

Estonio: emme | ema

LENGUA TÚRQUICA, un idioma (12’753.100 hablantes):

Kazajo: mama | ana

LENGUA KRA DAI, un idioma (25’000.000 de hablantes):

Tailandés: mæ | mæ

LENGUA VASCA, un idioma (395’000.000 de hablantes):

Euskera: amatxo | ama

Persistencia genética de la consonante M y la vocal A

Como se puede ver, la sílaba “ma” inicial o final —común en todos los idiomas de nuestro registro— denota mamá. Las formas madre, mater, mother, mutter, etcétera, provienen del proto-indoeuropeo sánscrito “méhtēr”.

Sin embargo, este mapa lingüístico de la palabra “mamá” no se acaba en su antigua raíz euroasiática o africana.

Los conquistadores españoles que llegaron al Perú quedaron sorprendidos al escuchar la palabra “mama” cuando los hijos del incario se dirigían a sus progenitoras, y que “Pacha Mama” (“Madre Tierra) era la diosa holística matriarcal del imperio quechua así como de los súbditos aymaras y las etnias amazónicas vecinas.

En la China —cuya fonética es tonal—, la sílaba mā está compuesta por el sonido inicial “m” y el sonido final “a”, pronunciados con el llamado primer tono. Estos tres elementos juntos dan origen a la palabra “mamá”. Si se pronuncia con el tercer tono, que se escribe mâ, la palabra significa “caballo”. Concretamente, en el orden tonal chino, la palabra mā, en primer tono, significa “mamá”; má, en segundo tono, puede significar “sésamo”; mâ, en tercer tono significa “caballo”; mà en cuarto tono significa “regañar”; y ma, sin tono, es una partícula interrogativa.

En algunos idiomas la sinonimia mamá-madre ha desaparecido, una sola palabra significa ambas, como “mare” en catalán, “mor” en danés, “mamm” en bretón, “umama” en zulú, “mama” en sujalí, “mā” en bengalí y “maan” en hindí. Los fonemas aliados “m” y “a” forman la célula madre en la genética lingüística de la humanidad, el átomo que explotó como la chispa del big-bang idiomático.

Texto expuesto en el Conversatorio «El Origen de la Palabra Mamá», 21 de mayo, 2022, Cochabamba, Bolivia.
La emoción del bebé por la consonante «M» | VIDEO

ANEXO

Esa palabra y su mayo maternal mundial

Da la casualidad que en una mayoría de los países que pertenecen a las macro-familias y familias lingüísticas provenientes del proto-indoeuropeo, la palabra “mamá” tiene su efeméride también universal.

En Roma, los emperadores dedicaron un mes del calendario juliano, Mayo, dedicado a la diosa Maia de la fertilidad, para rendir culto a las madres que eran el centro de la cotidianidad matriarcal del imperio, desde los tiempos del éxodo africano que partió al terminar la Edad de Hielo.

El mundo cristiano adoptó la celebración latina sincretizando, en la imagen materna de los romanos, la figura también ultra-maternal de la Virgen María. Y entonces, como la palabra, la imagen maternal —sea cual fuese su forma— es objeto de una perpetua veneración.

En España, Hungría, Lituania, Portugal, Sudáfrica y Rumania se celebra el primer domingo de mayo.

El segundo domingo de mayo es Día de la Madre en Alemania, Australia, Austria, Brasil, Bélgica, Chile, China, Canadá, Colombia (menos Cúcuta), Croacia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Grecia, Países Bajos, Honduras, Italia, Japón, Letonia, Liechtenstein, Nueva Zelanda, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza, Taiwán, Turquía, Ucrania, Uruguay, y Venezuela.

El 8 de mayo en Corea del Sur.

El 10 de mayo en El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, Guatemala, India, Malasia, México, Omán, Pakistán, Catar y Singapur.

El 14 de mayo en Samoa.

El 15 de mayo en Paraguay (fecha en la que además los paraguayos celebran el Día de la Independencia o de la “Madre Patria”).

El 26 de mayo en Polonia.

El 27 de mayo en Bolivia (en homenaje a las Heroínas de la Coronilla).

El 30 de mayo en Nicaragua.

El último domingo de mayo en República Dominicana, Haití, Suecia, Colombia (Cúcuta), Francia (o primer domingo de junio si coincide con el Pentecostés).

Con datos adicionales del libro Textos Maternos, Editorial Morattó, Cochabamba, 2021

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