MARIA TERESA ZEGADA | De pobres a vulnerables
Es interesante constatar no solo en algunos de los países de América Latina, sino, también en Asia, África y otros puntos del planeta, que los indicadores de extrema pobreza por fin parecen estar disminuyendo. Los datos señalan que varios millones de seres humanos han salido de la pobreza extrema y se han ido incorporando a estamento que muchos economistas y sociólogos denominan de manera amorfa “clase media”.
Si algún objetivo y preocupación han compartido las distintas y hasta antagónicas corrientes de pensamiento enfocadas en problemáticas sociales y económicas en la historia del mundo es el buscar resolver o atenuar los lacerantes problemas de pobreza de la humanidad; las diferencias están en desde dónde y cómo son pensados los problemas, y más aún de qué manera se plantea resolverlos.
El Banco Mundial en un reciente informe sobre Bolivia concluye que al menos el 50% de la población boliviana estaría saliendo de la pobreza, se ubica en una clase vulnerable para luego ascender hacia la clase media. El gobierno brasilero afirmó hace poco que con su programa “Bolsa Familia”, redujo la pobreza en un 28% en los últimos diez años; algo parecido está sucediendo en Perú. En general, el reporte del Banco Mundial afirma el engrosamiento de la clase media en el mundo. De manera concurrente, el informe sobre Desarrollo Humano mundial presentado este año por Naciones Unidas que se denomina ‘el ascenso del Sur’, hace referencia a un proceso que ha sacado a millones de personas de la pobreza en más de 40 países, mediante el mejoramiento sostensible de sus índices de desarrollo humano y se encaminan a la ampliación de una clase media mundial.
La explicación está en que evidentemente los ingresos de estos sectores se han incrementado, en gran medida alentados por políticas asumidas por los Estados a través políticas orientadas a la educación, salud, y programas sociales de diversa índole. Estados proactivos que han aprovechado los mercados mundiales y han innovado políticas públicas favoreciendo a los sectores más vulnerables.
En realidad, ¿De qué estamos hablando? ¿De un proceso de movilidad social sostenido en los marcos de las múltiples formas actuales de desarrollo del capital? ¿Hemos encontrado el camino para encarar silenciosamente a través de una mayor intervención estatal uno de los males endémicos de la humanidad? ¿Qué otros factores han favorecido a este proceso?
El modelo de desarrollo en países como el nuestro no ha variado, sigue centrado en el extractivismo, que se ha re-primarizado abandonando los sueños de la sustitución de importaciones, desarrollo industrial y una mejor ubicación en el mercado internacional. Por tanto, las verdaderas respuestas pasan por dos cuestiones estructurales: la primera si estos atisbos de lucha contra la pobreza son verdaderamente sostenibles o meramente figurativos y sujetos a condiciones coyunturales favorables por las que atraviesan los gobiernos, pero a la vez fuertemente dependientes de los ritmos cambiantes de los ciclos del capital. Y la segunda, más crítica aún, es que este ‘ascenso’ o ‘movilidad’ social no resuelve los problemas de desigualdad, injusticia social y niega las contradicciones internas del sistema basadas en relaciones históricas de dominación. ¿Cuán condenados estamos a quedarnos como “vulnerables?”
Artículo originalmente publicado por la Agencia de Noticias Fides (ANF)
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