WILSON GARCÍA MÉRIDA | Lucidez anti-partidaria en la memoria cochabambina
Los momentos emergentes son brillantes, esplendorosos, luminosos, lúcidos, libertarios; al contrario del statu quo donde el mediocre conformismo y la indolencia apestan como agua estancada. Cuando Cochabamba transitaba de un siglo a otro transformando su perfil urbano con donaire y pulcritud modernistas, la sociedad civil cochabambina era una fuerza ética, moral e intelectual superior a la sociedad política.En los últimos años del siglo XIX, Cochabamba contiene una población urbana aproximada de 20.000 habitantes. Estos “parroquianos” (que habitan una ciudad organizada alrededor de las parroquias que, a la vez, hacen un “cerco” en torno a la Plaza de Armas), asumen su identidad colectiva reflejándose en una organización comunal casi ateniense. Es un tiempo emergente donde la sociedad civil —es decir la comunidad— convertida en Municipio, todavía es más fuerte que la sociedad política —es decir la corruptible burocracia— transformada en Municipalidad.
Rasgo singularmente notable en aquella constitución territorial y administrativa del emergente Municipio cochabambino fue la obligatoriedad impuesta sobre los munícipes para renunciar a toda militancia partidaria una vez asumido el cargo edil…
Un significativo testimonio que revela la dimensión de aquella lúcida exigencia a-partidista en la política comunaria de Cochabamba consta en las páginas de “El Heraldo”, cuyos redactores denuncian que un munícipe liberal, nada menos que Juan Crisóstomo Carrillo, quien siendo elegido Presidente del Concejo asumía también responsabilidades jerárquicas en su partido, vulnerando así la genuina Autonomía Municipal.
El reclamo fue publicado el 17 de febrero de 1894, dando cuenta de una reunión sostenida por miembros del Club Liberal en el domicilio de Ángel María Borda, donde el concejal Carrillo había sido nombrado “gerente departamental” del Partido Liberal. Protestaba así “El Heraldo”:
“La Ley Orgánica prohíbe a los munícipes tomar participación en los asuntos políticos (entiéndase partidistas, nr). Antes de ahora, los ciudadanos que desempeñaban la Presidencia del H. Concejo, acostumbraban excusarse de concurrir a los clubs partidistas, en resguardo de la neutralidad con que deben gerentarse los intereses municipales. Esperemos que el doctor Carrillo dará un manifiesto al país exponiendo los motivos que ha tenido para aceptar la Gerencia del Partido Liberal, renunciando al alto y honorable cargo de Presidente del H. Concejo Municipal”.
Carrillo, que mantenía cordiales relaciones con los periodistas municipalistas de “El Heraldo”, prefirió renunciar a la “gerencia” del Partido Liberal, haciendo prevalecer una Ley Orgánica de Municipalidades que entonces preservaba a la comuna de las interferencias partidarias. Así fue la auténtica Autonomía Municipal, libre de toda partidocracia.
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