Data: septiembre 14, 2012 | 11:13

WILSON GARCÍA MÉRIDA | Lucidez anti-partidaria en la memoria cochabambina

Wilson García Mérida, periodista cochabambino. Director del Servicio Informativo Datos & Análisis. Autor de los libros “Un siglo en Cochabamba” e “Historia del Milagro”, además de incontables publicaciones dispersas en distintos periódicos y revistas dentro y fuera del país, es columnista de Los Tiempos desde 1983, fue Jefe de Redacción de dicho diario hasta 1998, corresponsal de La Razón en los años 90 y co-editor del semanario “El Juguete Rabioso” en el 2002. Como periodista investigador, participó en la comisión investigadora del caso “Huanchaca” en 1986, y en 1990 develó las tramas del narcotráfico vinculada a la “inmobiliaria” Finsa, motivo por el cual sufrió un atentado en manos de un sicario de la mafia boliviana organizada durante el gobierno de Sánchez de Lozada. Fue condecorado por el Concejo Municipal de Cochabamba con la Medalla al Mérito Juvenil en 1991 y en 1992 la Asociación de Periodistas de La Paz lo distinguió con la Medalla “Bautista Saavedra” por la Defensa de los Intereses Públicos. En 1994, durante un viaje de trabajo a México, se vinculó con el movimiento civil zapatista, en el cual milita desde entonces como activista libertario. Actualmente dirige el periódico amazónico de circulación nacional Sol de Pando que recibió mención especial en el Premio Nacional de Periodismo de los años 2011 y 2012. En 2013 Sol de Pando, bajo su dirección, recibió dos galardones de la Aplp en el Premio Nacional de Periodismo: al mejor trabajo de periodismo ambientalista elaborado por Silvia Antelo y como Mejor Periódico Digital.

Los momentos emergentes son brillantes, esplendorosos, luminosos, lúcidos, libertarios; al contrario del statu quo donde el mediocre conformismo y la indolencia apestan como agua estancada. Cuando Cochabamba transitaba de un siglo a otro transformando su perfil urbano con donaire y pulcritud modernistas, la sociedad civil cochabambina era una fuerza ética, moral e intelectual superior a la sociedad política.En los últimos años del siglo XIX, Cochabamba contiene una población urbana  aproximada de 20.000 habitantes. Estos “parroquianos” (que habitan una ciudad organizada alrededor de las parroquias que, a la vez, hacen un “cerco” en torno a la Plaza de Armas), asumen su identidad colectiva reflejándose en una organización comunal casi ateniense. Es un tiempo emergente donde la sociedad civil —es decir la comunidad—  convertida en Municipio, todavía es más fuerte que la sociedad política  —es decir la corruptible burocracia—  transformada en Municipalidad.

Rasgo singularmente notable en aquella constitución territorial y administrativa del emergente Municipio cochabambino fue la obligatoriedad impuesta sobre los munícipes para renunciar a toda militancia partidaria una vez asumido el cargo edil…

Juan Crisóstomo Carrillo.

Un significativo testimonio que revela la dimensión de aquella lúcida exigencia a-partidista en la política comunaria de Cochabamba consta en las páginas de “El Heraldo”, cuyos redactores denuncian que un munícipe liberal, nada menos que Juan Crisóstomo Carrillo, quien siendo elegido Presidente del Concejo asumía también responsabilidades jerárquicas en su partido, vulnerando así la genuina Autonomía Municipal.

El reclamo fue publicado el 17 de febrero de 1894, dando cuenta de una reunión sostenida por miembros del Club Liberal en el domicilio de Ángel María Borda, donde el concejal Carrillo había sido nombrado “gerente departamental” del Partido Liberal. Protestaba así “El Heraldo”:

“La Ley Orgánica prohíbe a los munícipes tomar participación en los asuntos políticos (entiéndase partidistas, nr). Antes de ahora, los ciudadanos que desempeñaban la Presidencia del H. Concejo, acostumbraban excusarse de concurrir a los clubs partidistas, en resguardo de la neutralidad con que deben gerentarse los intereses municipales. Esperemos que el doctor Carrillo dará un manifiesto al país exponiendo los motivos que ha tenido para aceptar la Gerencia del Partido Liberal, renunciando al alto y honorable cargo de Presidente del H. Concejo Municipal”.

Carrillo, que mantenía cordiales relaciones con los periodistas municipalistas de “El Heraldo”, prefirió renunciar a la “gerencia” del Partido Liberal, haciendo prevalecer una Ley Orgánica de Municipalidades que entonces preservaba a la comuna de las interferencias partidarias. Así fue la auténtica Autonomía Municipal, libre de toda partidocracia.

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