EVO MORALES HIZO DESAPARECER A SU HIJO
En febrero de 2015, un año antes del escándalo, Zapata y Morales se reencontraron en el carnaval de Oruro, en un plan de “reconciliación” tramado por el entorno palaciego que perfilaba un posible binomio de la pareja para una futura reelección presidencial. | Foto archivo Sol de Pando
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© Redacción Sol de Pando
El ex gobernante Evo Morales Ayma, durante el ejercicio de su mandato presidencial, procreó un hijo con la joven Gabriela Zapata, se quedó con el niño a poco tiempo de nacido, tras separarse de la madre, y después la criatura desapareció estando bajo tutela del entonces Presidente del Estado.
El niño nació un día como hoy, el 30 de abril de 2007. Si está vivo, tiene 17 años cumplidos. Gabriela Zapata puso en duda la versión propalada por Morales —en medio del escándalo político que generó el caso— acerca de la presunta muerte del menor.
El abogado Manolo Rojas, del equipo legal que defendió a Zapata, declaró este martes que no existe un certificado de defunción registrado en el Servicio del Registro Cívico (Sereci), ni constancia migratoria de que el menor hubiese salido del país con fines médicos. Se trataría de un caso de persona desaparecida, advirtió el abogado Rojas en entrevista con el periodista José Luis Aliaga de la Red Erbol.
El 5 de febrero de 2016, mediante conferencia de prensa oficiada desde el Palacio de Gobierno, el mandatario dijo que su hijo murió a los dos años de edad como efecto de una enfermedad cardiaca; pero no exhibió prueba alguna del supuesto fallecimiento. Tampoco aclaró que el niño se encontraba bajo su tutela, según ha revelado Gabriela Zapata durante un juicio que le entabló Morales por “suplantar” al hijo y que terminó hoy con absolución para la madre.
En criterio del abogado entrevistado por Erbol, el ex presidente Morales tiene el deber de aclarar dónde exactamente se encuentra el menor desaparecido, en cuál cementerio fue enterrado si falleció, cuándo y dónde se emitió el certificado de defunción. Entretanto, Evo Morales es responsable de la desaparición de un menor de edad durante el ejercicio de su mandato presidencial.
Gabriela Zapata en la campaña electoral del 2010, para la re-elección de Evo Morales, entonces aún una modesta militante de base. | Foto Archivo Sol de Pando
VIDA PRIVADA MEZCLADA CON EL EJERCICIO DEL PODER
Del mismo modo que sucedió con hechos de pedofilia palaciega que se le imputan desde diversos frentes, el amorío con Gabriela Zapata y el misterio del hijo que procrearon hacen 17 años, son aspectos de la vida privada en la conducta de Evo Morales, que sin embargo han roto la barrera de la intimidad al perpetrarse con el uso y abuso de bienes del Estado y de recursos públicos.
En el caso de Gabriela Zapata, Morales y su entorno palaciego desplegaron todo el poder del Estado para corromper y acallar a la madre del niño desaparecido, beneficiándola con millonarias prebendas en la gestión de negocios gubernamentales con empresas chinas, e incluso, en 2015, el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana intentó “reconciliar” a la exitosa y joven empresaria con su ex amante presidencial, perfilando un binomio entre ambos, para la tercera re-elección de Morales, similar al de Perón en Argentina y Ortega en Nicaragua. “Cara conocida” dijo Evo Morales cuando Quintana le presentó a Gabriela Zapata con su nuevo look y como una futura “Evita”.
El plan de Quintana se truncó cuando, en vísperas del referéndum del 21 de febrero de 2016, estalló el escándalo del hijo procreado en 2007 y los negocios de Zapata con la empresa china CAM-C.
Morales optó por reprimir a Gabriela Zapata para impedir que la madre del niño revele los secretos de aquella relación, y en ese afán el Presidente utilizó para sí todos los mecanismos gubernamentales, manipulando a ministros, fiscales y jueces e incluso imponiendo abogados de su elección para la supuesta defensa de Zapata, en juicios que el mismo gobierno de Morales entabló contra su ex novia.
El entonces poderoso e intocable Presidente, en un episodio de aquel sórdido culebrón, incluso llegó al extremo de imponer la idea que “ese hijo nunca existió”.
En el gobierno neo-estalinista de Morales, la mentira y la verdad se confundían caóticamente en medio de una permanente manipulación propagandística del régimen, dirigida a la reelección perpetua.
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