El olvidado geógrafo Manuel Vicente Ballivián fue un genuino fundador de Cobija
© Wilson García Mérida | Redacción Sol de PandoLa Avenida 9 de Febrero es hoy una vía troncal en torno a la cual se dinamiza la economía pandina gravitando hacia el sur interno con rumbo a Porvenir y hacia la frontera norte con el Brasil. La fecha que representa aquella obra vial recuerda el trascendental acto administrativo de la creación de esta ciudad con su antiguo nombre colonial de Puerto Bahía, el 9 de febrero de 1906, a cargo del emisario castrense Enrique Fernández Cornejo. Pero la ciudad tomó su nombre actual de Puerto Cobija, en otro trascendental acto fundacional, el 22 de abril de 1908, por resolución ministerial de Manuel Vicente Ballivián, el sabio geógrafo que nadie recuerda…
NOTA ACLARATORIA | El presente texto fue publicado el domingo 9 de febrero del 2014, sin difusión debido a que el sitio web este diario digital enfrentó ese día un ataque hacker que duró una semana.
El 21 de octubre de 1927, casi dos décadas después de haberse constituido como una ciudad portuaria, el intendente de Cobija Miguel Melgarejo dirigió una carta al director del periódico brasileño “La Voz do Acre”, editado en Pará, polemizando acerca de la cantidad de habitantes nacionales y extranjeros que moraban en esta parte del llamado Territorio Nacional de Colonias del Noroeste. La carta fue transcrita por José Salmón Ballivián en su libro “Por Tierras Calientes”.
De los aproximadamente mil habitantes establecidos en la ciudad, se sostenía que el 50% eran brasileños y el resto de la población era compartida entre migrantes del interior de Bolivia junto con colonos portugueses, sirios, japoneses, españoles, italianos, franceses y peruanos. El intendente Miguel Melgarejo aseguraba que “no eran tantos” los brasileños.
“Aunque no existe un censo de estos dos últimos años, tratándose de una población pequeña como es ésta, es fácil demostrar que la proporción que su diario indica no es muy precisa” —replicó el intendente boliviano esgrimiendo datos del Censo de 1925 que “en el radio urbano de Cobija sólo arroja la suma total de 486 brasileños; número que nosotros quisiéramos que aumentara mucho más, dadas las simpatías de que gozan acá y a quienes rodeamos de toda clase de garantías y seguridades”.
Ciudad nacida entre migrantes
Más allá de la polémica sobre más o menos brasileños radicados en Cobija —la mayoría de los cuales entraban y salían del territorio de acuerdo a las temporadas de la zafra gomera, al contrario de los otros colonos que tenían residencia fija— los datos que proporciona el Intendente revelan un proceso de colonización intenso en esta ciudad que emergía al influjo del auge del caucho.
Según registros de la Policía local transmitidos por Melgarejo al periódico brasileño, los habitantes de Cobija registrados de acuerdo a su ocupación laboral, presentaban la siguiente estadística:
Abogados: 14 bolivianos. | Médicos: Dos bolivianos. | Farmacéuticos: Un boliviano, un francés casado con boliviana y un peruano. | Contadores: Ocho bolivianos, un español y un alemán. | Telegrafistas: Dos bolivianos. | Mecánicos: Un dinamarqués casado con boliviana, un boliviano y un español. | Electricistas: Tres bolivianos, un portugués y un norteamericano. | Motoristas: tres bolivianos. | Herreros: un portugués, un sirio y un brasileño. Sastres: Dos bolivianos, un español, un portugués, un sirio, un brasileño y un peruano. | Zapateros: Tres bolivianos, un portugués con familia boliviana, un peruano y un sirio. | Peluqueros: Cuatro bolivianos, tres japoneses, un brasileño, un peruano y un sirio. | Carpinteros: Tres bolivianos, tres españoles, un japonés, dos portugueses, un sirio y un brasileño. Cafeterías de: Dos brasileños, un alemán y un italiano. | Panaderías de: Tres portugueses y cinco bolivianos. | Cocineros matriculados: Dos italianos y un boliviano. | Obstetrices: Cuatro bolivianas.
A parte de esos profesionistas, el intendente de Cobija detallaba la cantidad de propietarios de barracas (latifundistas) y comerciantes que provenían de 13 nacionalidades: 39 bolivianos, 28 sirios, 23 portugueses, 15 japoneses, 16 brasileños, ocho peruanos, cuatro españoles, tres italianos, tres suizos, dos argentinos, dos africanos, dos franceses y un griego. Un total de 20 de estos extranjeros formaron familia boliviana.
Los censos en Cobija
El Censo de 1925 — año del Centenario de la República— arrojó una población de no más de 1.500 habitantes.
En el Censo de 1976 se censaron 5.000 habitantes, mientras que el censo de 1992 arrojó una población de 10.000 moradores.
En el censo del año 2001 la población creció a 22.324 habitantes y el Censo reciente del 2012 dio un resultado de 46.267 habitantes en esta ciudad de migrantes donde el Puerto hacia el Atlántico fue suplido por una Zona Franca vinculada al comercio proveniente del Pacífico.
Cobija y sus varios certificados de nacimiento
El surgimiento de Cobija como ciudad tiene varios hitos y fechas vinculadas a la Guerra del Acre y a la disputa económica internacional por el caucho, principal riqueza que puso a la Amazonia en la estantería del mercado mundial cuando la industria automovilística comenzó a usar llantas de goma derivada del latex, en un auge que duró hasta mediados de los años 30 del siglo pasado.
Antes de las dos guerras con el Brasil en 1900 y 1902, las ciudades que gravitaban en la ruta de la goma boliviana hacia el Acre eran principalmente Riberalta, Porvenir y Puerto Alonso, centros administrativos de la Casa Suárez que monopolizaba la actividad gomera en el país. Entonces Puerto Bahía, hoy Cobija, era otra Barraca de Nicolás Suárez subordinada a la barraca de Porvenir, a 30 kilómetros de distancia navegando sobre el río Tahuamanu.
Nicolás Suárez había construido la Barraca Bahía a orillas del río Acre porque el lugar era ideal como puerto de embarque para su producción, ya que desde este punto el río permite una navegación libre de obstáculos hasta el Atlántico, pasando previamente por Puerto Alonso, más al norte. Complementaban las ventajas de esta zona el encajonamiento del lecho fluvial —que libraba el terreno de inundaciones— y la existencia de tres arroyos que aseguraban el aprovisionamiento de agua potable, el principal de ellos Arroyo Bahía, también propiedad de Suárez.
Cuando, el 11 de octubre de 1902, los flechazos incendiarios de los indígenas tacanas expulsaron al ejército brasileño que había ocupado la barraca de Suárez en Puerto Bahía, a orillas del río Acre, este puerto habría de adquirir mayor relevancia geopolítica que Porvenir y Riberalta, al quedar Bahía en plena frontera nueva con el Brasil que la guerra demarcó. La pérdida de Puerto Alonso (hoy Rio Branco), en el Alto Acre, obligó a Suárez redefinir la importancia de Puerto Bahía. El 11 de octubre fue una fecha fundacional porque le dio inusitada proyección histórica a esa pequeña población que se salvó de ser anexada al Brasil.
Cuatro años después de la guerra, durante el gobierno de Ismael Montes, el ex presidente José Manuel Pando, entonces Delegado en Territorio de Colonias con sede en Porvenir, ordenó a su lugarteniente Enrique Fernández Cornejo formalizar la creación de Puerto Bahía como una ciudad administrativa dentro el Territorio Nacional de Colonias para el funcionamiento de la Aduana Nacional, con el fin de controlar la salida de la goma hacia los puertos del Atlántico, función que antes de la guerra correspondía a Puerto Alonso.
Su estratégica ubicación contribuyó a una rápida consolidación urbana, lo que le mereció la capitalía del Territorio Nacional de Colonias en 1915, desplazando a Porvenir del rol capitalino. “Barcazas de vapor, de hasta 450 toneladas llegaban diariamente al puerto, trayendo mercancías de ultramar y funcionarios europeos para las empresas allí asentadas”, afirma el arquitecto Víctor Hugo Limpias Ortiz, renombrado catedrático universitario de Santa Cruz.
De Puerto Bahía a Puerto Cobija
El 9 de febrero de 1906, cumpliendo debidamente la instrucción delegacional que Pando le había enviado desde Porvenir, Fernández Cornejo, al mando del batallón Riosinho, tomó posesión de Puerto Bahía e instaló en el lugar el Puesto Aduanero en torno al cual se organizaría un centro administrativo urbano para facilitar las actividades de la Casa Suárez.Según la valiosa información que nos proporciona el arquitecto Victor Hugo Limpias Ortiz, Fernández Cornejo cumplió la orden de Pando estableciendo las áreas territoriales del nuevo centro administrativo: ”Se reservó para el Estado un área de poco más de 300 metros de lado, en la zona más elevada y próxima al puerto de la antigua Barraca. En principio, se trazó una cuadrícula regular constituida por manzanos de 48×48 metros, cada uno subdividido en cuatro lotes de 24×24 metros. Igualmente, se reservó importantes lotes para Nicolás Suárez como propietario original”.
Por ese acto administrativo, Fernández Cornejo fue inmortalizado como un prócer. Una de las avenidas troncales de Cobija que hoy lleva su nombre. En este siglo XXI, la avenida Teniente Coronel Fernández Cornejo es una de las arteras más importantes del “downtown” cobijeño; pero no fue realmente Fernández Cornejo quien fundó Cobija como tal. La ciudad que organizó Cornejo se llamaba Puerto Bahía, no Cobija.
Cobija nació —con este nombre— el 22 de abril de 1908, por un acto también administrativo pero de enorme significación histórica, a cargo del sabio geógrafo Manuel Vicente Ballivián, quien entonces, también bajo el gobierno liberal de Montes, era Ministro de Colonización y Agricultura.
Según decidió el ministro Ballivián, Puerto Cobija era un mejor nombre que Puerto Bahía, en varios sentidos pues era evidente que el antiguo nombre ligado a la casa Suárez, al adquirir relevancia en el comercio internacional de la goma, se prestaba a una perjudicial confusión con el Estado brasileño de Bahía, en la costa atlántica, al otro extremo del país vecino. Pero además Cobija, decía Manuel Vicente Ballivián, trascendería en la historia como un recordatorio perpetuo de la cualidad marítima de Bolivia. La otra Cobija, desaparecida, fue la capital del Litoral que el país perdió en la Guerra del Pacífico.
Luciendo su emblemático nombre, en 1915 Cobija sería designada sede de la Delegación Nacional del Territorio de Colonias, en vez de Porvenir, y en 1939, un año después de fundarse Pando sobre ese mismo territorio delegacional, Cobija sería designada la capital del nuevo Departamento, en vez de Puerto Rico.
Pero nadie se acuerda en Cobija de Manuel Vicente Ballivián, ni saben que aquel que impuso este nombre a la ciudad en un acto de justicia y sentido poético de la historia, fue uno de los grandes sabios de Bolivia.
Ballivián y la configuración urbana de Cobija
Esta ciudad no sólo se le debe a Manuel Vicente Ballivián el nombre de Cobija, sino también su proyección como una urbe factible en medio de la espesura amazónica de nuestro Acre.
En 1908, informa el arquitecto Limpias Ortiz, se modificó el trazado original de calles, cerrando algunas de ellas para ampliar manzanos ya abiertos. “Es probable que en este período el terreno reservado para el Estado se dividiera en seis manzanos con las dimensiones previstas por el ex presidente Pando”, observó Victor Hugo Limpias.
El erudito arquitecto cruceño afirma haber encontrado el plano regulador de Cobija de 1909 en la Biblioteca de la Universidad de Pittsburgh, advirtiendo que “ya se anticipa el rol fundamental del crecimiento urbano que habría de desempeñar el antiguo camino a Porvenir, hacia el sur. En esta vía la Casa Suárez tenía sus mayores posesiones, y con el tiempo, se convirtió en la principal avenida, hoy denominada ‘9 de Febrero’”.
Al establecer una diagonal en relación al trazado cuadriculado original, la vía obstaculizó la continuidad de éste. “Esta situación se consolidó cuando se abrió circunstancialmente una segunda vía diagonal, paralela a la primera”, analizó Limpias.
En la década de los 30, Félix Tejada inicia las obras paisajísticas que habrían de contribuir positivamente en la redefinición de la imagen urbana. Se importa y planta sistemáticamente las palmeras reales del Paseo Junín y la Plaza Germán Bush. Posteriormente, se continuaría la obra paisajística con la Plaza Potosí.
El Paseo Junín, hoy Avenida Nicolás Suárez, está constituido por dos hileras de esbeltas palmeras que alcanzan los 30 metros. Estas flanquean majestuosamente una larga escalinata, marcando el ingreso peatonal a la ciudad desde el puerto. “Sin duda, este conjunto urbano se constituye en una de las más exitosas experiencias paisajísticas realizadas en Bolivia”, asegura el arquitecto Limpias Ortiz.
Cobija en el boom de los ochenta
El boom económico que se inicia a mediados de la década de los ’80 (castaña y comercio importador), terminó ocupando zonas baldías y bajas como Mapajo y otras áreas adyacentes al arroyo Bahía. Antes se había construido un Puente Internacional sobre el arroyo Bahía, para llegar al poblado brasileño de Brasiléia (en la zona donde posteriormente surgió Epitaciolandia como nuevo municipio separado de Brasileia).
“Al conectarse la Avenida Internacional, que parte del puente, con la Avenida 9 de Febrero, en realidad se estaba reorientando la expansión de la ciudad hacia el este. Sin embargo, las áreas adyacentes fueron rápidamente ocupadas en pocos años, perdiéndose el efecto inicial”, agrega Limpias.
Finalizado el periodo de la colonización que coincide con el fin del auge gomero y en una posterior etapa de integración al Estado nacional y su mercado interno, el proceso de expansión física de la ciudad enfrenta limitaciones en tres sectores, dos de ellos infranqueables por tratarse de límites internacionales: El centro histórico ha quedado en el extremo norte de la mancha urbana, que está limitada por las aguas limítrofes del Acre hacia el norte y el Arroyo Bahía hacia el este. Hacia el oeste, el vasto terreno del nuevo aeropuerto internacional con su franja de tres kilómetros, establece el tercer límite. Curiosamente, Cobija se ha convertido en un centro urbano de expansión lineal, orientado por su histórica vía a Porvenir.
Finalmente, el diseño urbano histórico del área central de Cobija, a partir del plano regulador de 1908, presenta cualidades espaciales excepcionales. “Las reducidas dimensiones de las dos plazas centrales y la regularidad de la línea de construcción en la zona central, contribuyen a crear un entorno urbano de escala peatonal, único en el contexto nacional”, concluye el arquitecto Víctor Hugo Limpias Ortiz.
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