Data: junio 13, 2023 | 2:11
DESDE SUS PALCOS, POLÍTICOS DE DERECHA LA INDUCEN A INMOLARSE | La activista de 84 años, en solitaria huelga, es objeto de “selfies” que líderes políticos publican en sus redes sociales jactándose de apoyarla, pero ninguno de ellos se atreve a sumarse a la vigilia y menos impedir su intento de inmolación…

LA SOLEDAD ASISTIDA DE AMPARO CARVAJAL

Ninguno de los líderes de oposición que alientan su inmolación, ha tenido el valor civil de sumarse a esa dolorosa huelga bajo el frío invierno. Pero la visitan para tomarse fotos con la huelguista y jactarse de ello en sus redes sociales. | Fotomontaje Sol de Pando

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© Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní

Ni el Gobierno a través del Ministerio de Justicia que soslaya su deber constitucional de velar por el derecho a la vida, y mucho menos los políticos de la oposición que la alientan a inmolarse haciendo gala de una desvergonzada indolencia fascista, hacen nada para que Amparo Carvajal deje de auto-flagelarse bajo la intemperie de la letal noche invernal paceña. Hay una violencia de género, implícita y solapada, que ejerce en este caso el decadente sistema político boliviano en su doble vertiente autoritaria.

La ex monja española concluye los últimos años de su vida —consagrados a la defensa de los derechos humanos en Bolivia—, protagonizando una crisis profunda de la justicia humanitaria, marcada por la polarización entre el neo-estalinismo instalado en el país durante 14 años del continuismo presidido por Evo Morales, y el neo-fascismo que hegemoniza una oposición carente en su seno de una alternativa de izquierda democrática.

El vacío revolucionario en la oposición boliviana ante la dominación neo-estalinista, le llevó a Amparo Carvajal a ser absorbida por las fuerzas derechistas. Aquella cooptación derivó en su adhesión al régimen fascista de Jeanine Añez, apartándose del campo popular y cerrando los ojos ante episodios trágicos como las masacres de Huayllani y Senkata perpetradas durante el gobierno lumpen de Añez.

Hay quienes, como el escritor Stefan Gurtner, no olvidan el heroico origen izquierdista de Amparo Carvajal. “A finales de 1977, su actitud fue decisiva para que un grupo de activistas, como el padre jesuita Luis Espinal y Domitila Chungara, esposa de un minero detenido, iniciaran una huelga de hambre para obligar a la junta militar banzerista a hacer reformas democráticas y liberar a los presos políticos”, recordó Gurtner, que la conoció en esos años épicos.

Pero la crisis ideológica nacional desatada por el caos evista, la arrojó a la otra orilla. Hoy, a sus 84 años, es carne de cañón de la derecha más reaccionaria de Bolivia, y objeto de escarnio en manos del desalmado neo-estalinismo. Y lo más trágico, se niega a replegarse y tomar la alternativa de una decorosa jubilación, optando por dar batalla al neo-estalinismo por el control de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, abiertamente apoyada por la oposición neo-fascista.

En el contexto de esa insalvable y dramática polarización, el pasado 2 de junio unas fuerzas del evismo —fomentadas por el tenebroso Ministro de Gobierno—, tomaron la sede de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, expulsando a Amparo Carvajal de aquella oficina ahora convertida en botín político. Ante las puertas selladas, Amparo inició una vigilia-huelga luchando por recuperar su escritorio y declarándose legítima Presidente de la institución.

“Si estoy sentada me duele mucho la espalda, si me echo, incluso ese dolor es más fuerte”, declaró en una entrevista. Ella tiene un cáncer de mama que se le ha reactivado. “A eso se suma que me han detectado células cancerígenas también en la cadera. Duele, pero voy a continuar”. Sus condiciones de salud no son las más indicadas para llevar a cabo semejante vigilia invernal; ni las condiciones sanitarias en la vía pública donde protagoniza la medida desde hace una semana.

Tomándose una selfie con Amparo Carvajal

“Salvémosla”, gritan todos al unísono, pero nadie hace nada para que deje sin efecto esa acción suicida, y por el contrario alientan su inmolación. La necesitan mártir para apuntalar una posición política en el contexto de la polarización autoritaria. La derecha opositora, incapaz de generar liderazgos humanitarios, la quiere convertir de su carne de cañón en su bandera luctuosa. Y el estalinismo, sin alma, simplemente se lavará las manos.

Lo insólito es que ninguno de los líderes de oposición, que aplauden desde sus celulares el acto inmolatorio de la inocente anciana, ha tenido el valor civil de sumarse a esa dolorosa huelga bajo el frío invierno. Pero la visitan en horarios calurosos para tomarse una foto con la sacrificada huelguista y jactarse de ello en sus redes sociales.    

“Junto a Eli Reyes, visitamos a Amparo Carvajal, que se enfrenta a todo el poder del Estado para conservar en manos de los demócratas una institución legendaria de defensa de la democracia. Fuerza Amparo!”, escribió en el Twitter el empresario y político Samuel Doria Medina, el pasado 7 de junio, con una fotografía en la que el mentor de Arturo Murillo y alimañas afines aparece posando junto a la demacrada activista, luciendo el tipo una adusta mirada y su panza llena.

Menos cínico, aunque con similar demagogia, el ex presidente Tuto Quiroga no fue a sacarse una foto con Amparo Carvajal pero publicó una declaración el sábado, también en el Twitter, alentando a la anciana entregar su vida por un edificio: “La notable Amparo Carvajal lucha para que Masistas no expropien sede de #APDHB en #Bolivia” —escribió el banzerista en su estilo “cibernético”— “Esa sede para defender DDHH la entregamos a @WaldoAlbarracin y Sacha Llorenti, pq reconocíamos a la sociedad civil representativa y no dábamos prebendas a los serviles. ¡Fuerza Amparo!”.

Otros, como el ex jefe del MNR Luis Eduardo Siles, fueron a visitarla con el específico y exclusivo fin de tomarse una “selfie”, que don Chichi colocó victorioso en su red social satisfecho de haber logrado semejante “honor y privilegio”.

Por todo lo observado, no vale la pena que Amparo Carvajal entregue su vida por una causa que no une a los bolivianos. Otro es el camino.

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