Ellos son el bosque, intangibles como el río y la fauna que protegen con su libre existencia
Un Informe del Banco Mundial asegura que los pueblos indígenas en aislamiento voluntario son la mejor barrera contra la deforestación del planeta, y la prueba de ello es que la incidencia de los incendios forestales es menor en los bosques habitados por pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Esto supone que la intangibilidad de los bosques y rios protegidos incluye necesariamente a estos singulares seres humanos que son parte esencial de la biodiversidad. En Bolivia este concepto es tergiversado por el régimen del presidente Evo Morales: les dice a los pueblos indígenes que si sus territorios son declarados intangibles, ellos perderán su derecho a disfrutar los recursos naturales de sus ríos y bosques…
Las flechas del bosque
Los arcos y las flechas, que simbolizan la existencia real de estos pueblos únicos en el mundo —el más importante patrimonio cultural de la humanidad en el siglo XXI—, son su nexo vital con el bosque. Sin arco y flechas no hay pueblos en aislamiento voluntario.
Aquellos awás que aún viven sin contacto en la selva cazan con arcos de dos metros de longitud. Las flechas, silenciosas, vuelan alto hacia las copas de los árboles, lo que les permite disparar varias veces antes de que los animales se percaten de la presencia de los cazadores. Las mujeres animan a sus maridos a que regresen con abundante carne. Y el bosque, siempre recíproco, se los dará generosdamente.
“Cuando mis hijos tienen hambre, tan solo tengo que internarme en la selva y les encuentro comida”, explica Pecarí Awá. Las mujeres animan a sus maridos a que regresen con abundante carne de caza, y los hombres les hacen caso. Aquellos awás que aún viven sin contacto en la selva cazan con arcos de dos metros de longitud. Las flechas, silenciosas, vuelan alto hacia las copas de los árboles, lo que les permite disparar varias veces antes de que los animales se percaten de la presencia de los cazadores.
Algunos awás sedentarizados han confiscado rifles a los furtivos y se han convertido en habilidosos tiradores. Pero todos los cazadores siguen contando con un arco cuidadosamente fabricado y un juego de flechas para cuando se acaba la munición.
El fracaso boliviano
En la Amazonia boliviana prácticamente ya no existen estos pueblos libres, no contactados. En más de 300 años de evangelización y capitalismo, muchos de ellos se han extinguido definitivamente y los que quedan están condenados al mestizaje, la aculturación y el “desarrollo”, que son las nuevas formas del colonialismo interno.La última etnia que aún conservaba su memoria nómada y sus prácticas selváticas, los Pacahuara, se han extinguido definitivamente tras la muerte de su solitaria heroína, Bose Yacu, en diciembre pasado.
Con la irremediable extinción de los Pacahuara, Bolivia fracasó en su precepto constitucional de priorizar los derechos territoriales de los pueblos en vías de extinción según estipula el artículo 31 de la Constitución Política del Estado.
La extinción Pacahuara
El actual Gobierno boliviano tenía todas las condiciones favorables para revertir eficazmente el exterminio de la Pacahuara desatado durante el septenio de Banzer. El artículo 31 de la Constitución —adscrito a la Declaración Universal de los Derechos Indígenas de la ONU y el Convenio 169 de la OIT— permitía repoblar el ancestral territorio indígena en Pando y experimentar en ese laboratorio de la biodiversidad amazónica un modelo revolucionario de reconstitución cultural Pacahuara que abarcaría no solamente el rescate de un idioma casi extinto, sino ante todo su propia reproducción vegetativa en términos de fortalecer la identidad étnica encarnada heroicamente por Bose y Buca Yacu.
En Brasil y Perú, si bien no existe una Constitución indigenista tan avanzada como la de Bolivia, los pueblos amazónicos en aislamiento voluntario y los que se hallan en vías de extinción son protegidos por el Estado mediante parques nacionales y santuarios de biodiversidad que garantizan el repoblamiento de pueblos disminuidos en su lucha por sobrevivir. La etnia de pescadores Enawene Nawe originaria del Mato Grosso brasileño tenía una población de tan sólo 97 individuos en 1974, a consecuencia del avasallamiento empresarial, pero la delimitación de un área de intangibilidad para su protección permitió que ese pueblo amazónico incremente su población a 500 habitantes que continúan reproduciendo su cultura y su estilo de vida sin perder ninguna esperanza de continuar siendo una nación con territorio propio, autónoma e intangible respecto al Estado «civilizado».
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