Los Enawene Nawe resisten el avasallamiento que destruye su reino de peces

Con las primeras luces del amanecer, los hombres enawene nawes se reúnen en el exterior de haiti: la casa de las flautas sagradas. Acaban de regresar de sus campamentos en la selva para celebrar la ceremonia de pesca más importante del año: el banquete de Yãkwa.
El Gobierno del Estado de Mato Grosso está construyendo una serie de presas hidroeléctricas río arriba del territorio de los indígenas. Las presas son una amenaza para el hogar en la selva de los enawene nawes, para el pescado que comen y para su ritual sagrado: Yãkwa. Informes preliminares recibidos de los Enawene Nawes en abril de 2012 apuntan a que los bancos de pesca de este año podrían estar tan agotados como en 2009…
Comienza el ritual


El culto al pez
Los enawene nawes son uno de los pocos pueblos indígenas en todo el mundo que no comen carne roja. Son pescadores expertos. En la estación seca atrapan peces con un veneno llamado timbó, hecho con la savia de una enredadera leñosa. Machacan fardos de la planta en el agua, lo que libera el veneno que asfixia a los peces, que entonces flotan hasta la superficie.
En la estación húmeda, cuando las colinas de la Serra de Norte están cubiertas de nubes, comienza el ritual indígena más largo de la Amazonia. El ritual del Yãkwa mantiene la armonía del mundo y es un intercambio de comida de cuatro meses de duración entre los enawene nawes y los espíritus yakairiti subterráneos, dueños de los peces y de la sal.
Al principio de Yãkwa los enawene nawes construyen waitiwina (presas) sobre Adowina (el río Preto). Crean las presas con troncos entrecruzados que forman un encaje de madera enlazada, en la que insertan decenas de trampas con forma de cono. Utilizan cortezas y lianas para unir las piezas. “El Adowina es un río para waitiwina”, dice un hombre enawene nawe. “Los árboles son altos y la tierra es buena”.
El agua es absorbida a través de los conos, y así atrapan a los peces que nadan corriente abajo después de haber desovado en la cabecera del río. Yãkwa ha recibido el reconocimiento del Ministerio de Cultura de Brasil como parte de la herencia cultural del país.
Guardan los peces en pequeñas cestas tejidas con hojas de palma y luego los ahúman en ahumaderos especiales. Después los llevan de vuelta a la comunidad en canoa. Al final de Yãkwa destruyen las presas para asegurar que los peces puedan volver a nadar río arriba para desovar.
Intercambian sal, mandioca (o yuca) y miel con los espíritus yakairiti durante un espléndido banquete. Los hombres envuelven sus cinturas en fibras de palma, y sus collares van adornados con plumas de guacamayo rojo, hocofaisán y halcón. Se mueven en círculo con pasos lentos, acompañando sus cantos de los profundos sonidos de las flautas de bambú.
El futuro en juego
La destrucción del hogar nativo
Los indígenas no han dado su consentimiento a la construcción de las presas hidroeléctricas, como la de Telegrafica (en la imagen superior), ni a la deforestación de sus tierras por los ganaderos. Stephen Corry, director de Survival International, ha declarado: “Es una amarga ironía que mientras se reconoce el Yäkwa como parte de la herencia cultural de Brasil, éste podría dejar de existir muy pronto”.
Los enawene nawes están presionando para que se reconozca como suya la zona de río Preto y para que los ganaderos sean expulsados. “El río Preto es vital para nuestra supervivencia. ¿Por qué dicen los ganaderos que es suyo?” “¿Conocen acaso los primeros nombres del río Preto? No. Estos son los verdaderos nombres del río: Adowina, Hokosewina y Kayawinalo”. “Y nosotros, los enawene nawes, somos los verdaderos propietarios”.
El reclamo de Kawari, un anciano Enawene Nawe
“No sabíamos que los blancos iban a robarnos nuestra tierra. No sabíamos nada de la deforestación”.
“No conocíamos las leyes de los hombres blancos”.
“Mi sabiduría es antigua. Sé estas cosas desde hace mucho tiempo”.
“Al Adowina no lo conozco desde hace poco tiempo, sino desde hace mucho…”.
“No acabo de nacer”.
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