Data: noviembre 22, 2015 | 5:59
COLUMNA VERTEBRAL | Estamos hablando de una idea fuerza gigantesca que ha conducido a sus portadores a la convicción de que esto es una guerra, una guerra fundamental e inexcusable, una guerra total…

Carlos D. Mesa Gisbert | ¿TERRORISMO? ¿GUERRA?

"La conclusión es que se trata de enemigos de los valores fundamentales de la democracia, la libertad y aquellos derechos humanos que reconocemos como universales y que debemos defender..."

«La conclusión es que se trata de enemigos de los valores fundamentales de la democracia, la libertad y aquellos derechos humanos que reconocemos como universales y que debemos defender…»

http://carlosdmesa.com/El Presidente Hollande ha afirmado que Francia vive una guerra y que como tal encara la respuesta a los actos terroristas que conmocionaron al mundo.

Quienes creen que esa no es la respuesta adecuada recuerdan algunas cosas. La primera, que el estado de horror con atentados de la magnitud que ha conmocionado París se viven en Irak, Afganistán, Yemen y en varios países del norte de África desde hace más de tres lustros. La segunda, que la respuesta de Occidente a actos de esa magnitud ya se ha vivido y que hasta ahora ha sido un fracaso. George W Bush atacó bastiones radicales en Afganistán e invadió Irak (basado en una mentira). El resultado fue un pantano para los invasores y una tragedia para los invadidos.

Estas reflexiones deben ser consideradas en un momento en que la barbarie toca la fibra más honda de nuestro espíritu. La idea de que las acciones de terror son el resultado de la irracionalidad, de la locura de un grupo de fanáticos desquiciados no es correcta. El hecho de que esto parezca una suma inconexa de arranques impulsivos que llevan a unos delirantes a inmolares para causar muerte, no debe hacernos perder de vista que de lo que se trata es de un conjunto de hechos que responden a una lógica, a una construcción pensada, organizada y fundamentada. En la primera mitad del siglo XX, la maquinaria política y militar de uno de los países más poderosos del mundo asumió como causa mayor el exterminio de varios pueblos por una conciencia de superioridad racial y una afirmación, que en particular los judíos eran el azote de la humanidad. Hoy, una estructura organizada a grados que permiten el secuestro de la seguridad y la confianza de Occidente, ha tomado la causa de la verdad incuestionable de un Dios único que impone la guerra santa para derrotar a los infieles —particularmente a quienes representan al Gran Satán— para lograr como objetivo final la expansión mundial del islamismo radical.

https://twitter.com/carlosdmesagNo hay una diferencia entre uno y otro caso. Podemos calificar ambos como una gran locura, pero el problema está en que desde la racionalidad cartesiana es complicado comprender que esa forma de concebir las cosas es un componente del comportamiento humano. No podemos seguir ciegos a la realidad. Los fundamentalistas islámicos han encontrado la condición de la metamorfosis, la flexibilidad y el renacimiento permanente desde las cenizas, porque las ideas que defienden tienen su propia fortaleza intrínseca.

En ese sentido, la calificación de sus acciones y de ellos mismos como terrorismo y terroristas puede llevar al error. Estamos hablando de una idea fuerza gigantesca que ha conducido a sus portadores a la convicción de que esto es una guerra, una guerra fundamental e inexcusable, una guerra total. En ese escenario es imprescindible entender que quienes cometen los atentados están en guerra y son guerreros. La conclusión es que se trata de enemigos de los valores fundamentales de la democracia, la libertad y aquellos derechos humanos que reconocemos como universales y que debemos defender.

Está claro que esa calificación no lleva a la respuesta de Bush y quizás tampoco a la de Hollande. Está claro que además las naciones más ricas del mundo mezclan la reivindicación de esos valores con intereses concretos y estratégicos que mezclan ética con pragmatismo descarnado. El orden mundial está en juego. Un orden, por cierto, controlado por las naciones que administran el poder militar del mundo. Hablar de respuestas en este complejo escenario no es nada fácil. Se supone que uno de los caminos es no repetir los errores del pasado, no insistir en acciones militares que lo único que logran es agudizar el problema. Pero a la vez, la presunción de que no hacer nada, militarmente hablando, reducirá el terror, es probablemente también un error.

https://www.facebook.com/people/Carlos-D-Mesa-Gisbert/623809066El desafío gigantesco desde la democracia es entender que se trata de una guerra, entender que se enfrenta a enemigos y como tal debe tratarlos, entender que es imprescindible distinguir entre esta ala radical y el islamismo como una religión con valores que se deben respetar, entender que acoger a los refugiados es un imperativo, entender que la cesión de libertad en aras de mayor seguridad (con una estructura policial sofisticada y eficiente) debe hacerse en el contexto de un razonable equilibrio entre ambos.

Pero lo más importante es dar los pasos adecuados para no repetir los disparates de Bush, lo que parece harto complejo porque se mezclan valores con intereses. La «construcción» del llamado Estado Islámico en parte de Irak, en Siria se enreda con la brutal dictadura de Bashar Al Assad y la paradoja de que garantiza una estabilidad por precaria que sea en el polvorín que es el Oriente Medio. ¿Son los bombardeos sistemáticos la solución? ¿No es tiempo de intentar descifrar la complejidad del mundo Islámico? ¿No es tiempo de exigir a los fieles del Islam que no respaldan  estas acciones de guerra radical, una censura explícita a esos atentados y un reconocimiento claro del respeto a los valores democráticos que defienden las sociedades en las que viven tantos millones de fieles de esa religión? ¿No es el momento de encarar la idea de la multiculturalidad de manera efectiva, es decir en un camino de ida y vuelta? Los europeos deben entender que cuando muchas de sus naciones tienen poblaciones que fluctúan entre el 10% y el 20% de origen árabe y/o musulmán, es inexcusable aceptar esa realidad y adaptar la mentalidad de sus nacionales a algo irreversible y que, bien visto, puede enriquecer la cultura de sus sociedades.

Sí, es una guerra, pero debe enfrentarse de un modo distinto al escogido hasta hoy.

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