PRESO EN QUILLACOLLO EL “ROBA-CHICOS” COLOMBIANO
Ozuna, el estafador serial | VIDEO |
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© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando | Servicio Informativo Datos & AnálisisBuscado en Paraguay donde también operó traficando seres humanos, y denunciado por un centenar de estafas cometidas en varias ciudades de Colombia, ahora está tras las rejas en la cárcel del municipio de Quillacollo, en Cochabamba. En la jerga popular boliviana, es un auténtico “roba-chicos”, delincuente que engañaba a humildes familias en Colombia ofreciendo contratos para niños y jóvenes futbolistas en las divisiones juveniles de las grandes ligas del mundo. Lucraba miles de dólares y no cumplía.
El estafador colombiano Edgar Humberto Ozuna Sánchez, su nombre real, se presentaba unas veces como Leandro Ozuna y otras como Jorge Sánchez, entre las múltiples identidades falsas que asumía para cometer sus delitos destruyendo sin piedad mil sueños inocentes.
Hablaba como argentino y decía que era amigo personal de Jorge Messi, el padre y manager del astro del Barcelona. Cobraba entre mil y diez mil dólares para encaminar a sus víctimas hacia unos sueños de gloria que nunca se cumplirían. Reunía grupos de entre 10 a 20 jóvenes incautos, les sacaba el dinero y les enviaba a la nada; luego desaparecía cambiando de identidad.
Se presentaba como un experto en preparación física “con énfasis” en entrenamiento deportivo y cultura física, conocimientos que habría adquirido en la Universidad de Palermo, además de entrenador acreditado por la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Ninguna de aquellas entidades lo conocía. La Universidad de Palermo no posee ninguna carrera “con énfasis” en cultura física y la AFA no tiene ningún registro con su nombre.
El 11 de mayo de 2015, el programa de investigación periodística Séptimo Día de la cadena Caracol-TV tomó contacto con decenas de las familias víctimas de Ozuna, en más de quince municipios colombianos. También dio con él y lo desenmascaró. El brillante documental titulado “Sueños desinflados” es una pieza clave para mantener a Ozuna fuera de circulación por unos buenos años.
El mismo modus operandi
Los periodistas de Caracol-TV lograron establecer con exactitud el modus operandi del estafador:
Hacía llegar “cartas de invitación” a niños y jóvenes que escogía en escuelas y clubes de barrio para engatuzarlos con la engañosa oferta de convertirlos en astros internacionales, fuera de Colombia. Usaba membretes y firmas falsificadas de prestigiosos equipos como el River Play, Boca Juniors y Rosario Central de Argentina, el Manchester de Inglaterra o el Bayer Munich de Alemania, a los que decía representar. Y en su última estafa que le llevó a la cárcel de Quillacollo, hizo exactamente lo mismo con el Club Bata, además firmando (apenas con las iniciales de su nombre completo) como Presidente de dicho club, sin serlo. El carácter delictivo de aquellas «cartas de invitación» quedaba en clara evidencia por la pésima ortografía del estafador.
Decía tener convenios con prestigiosas universidades para becar a los jóvenes con mejor desempeño. Dictaba “charlas” a los padres de familia para explicar sus “proyectos” y los engatuzaba con cobros no menores a los mil dólares para hacer realidad las ilusiones. Según los testimonios obtenidos por Séptimo Día, varias familias colombianas hipotecaron sus bienes o contrajeron impagables deudas para pagar por adelantado los supuestos servicios de Ozuna. Uno de los niños dijo que vendió golosinas en los buses para reunir el dinero que exigía el falso “manager”. En los países a donde enviaba a sus víctimas, los colocaba en hoteles y hostales a cuyos dueños también engañaba sin pagar los costos de hospedaje y luego se borraba del mapa. Esa jugada le falló en Quillacollo.
Uno de los casos más estremecedores revelados por la cadena Caracol fue el de unos jóvenes enviados por Ozuna a México, que terminaron prácticamente mendigando en ese país sin poder retornar a sus hogares en Colombia.
Cinco años después de aquel reportaje, a pesar de haber quedado desenmascarado ante la opinión pública colombiana, Edgar Humberto Ozuna Sánchez se dio modos para seguir perpetrando sus delitos, esta vez enviando a Cochabamba, Bolivia, a nueve jóvenes reclutados en Bogotá, ocho de los cuales, luego de ser abandonados en un hostal de Quillacollo, contrajeron el coronavirus Covid-19. Con anterioridad, había movido otros grupos incluso con mayor cantidad de víctimas.
Esta vez Dios no le perdonó. La cuarentena y las fronteras cerradas inmovilizaron a Ozuna, evitando su escape. Las propietarias de los hoteles a quienes también engañó, presentaron oportunamente la denuncia ante las autoridades policiales de Quillacollo y el hombre hoy está preso, desde el pasado mes de abril, en el penal de San Pablo de ese municipio, a 15 kilómetros de la ciudad de Cochabamba.
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¿Qué pasó con el Club Bata?
El Club Deportivo Bata es un equipo emblemático de Cochabamba, junto a los clásicos Wilstermann y Aurora. Lleva el nombre de un pionero de la industria moderna del calzado, el checoslovaco Thomas Bata, cuyo emporio se expandió a Sudamérica en 1940 con la instalación, en Bolivia, de la Fábrica Manaco (sigla de Manufactura Nacional Cochabamba), industria fabril que revolucionó la vida rural en el municipio de Quillacollo.
Los ejecutivos de la Manaco fundaron el Club Bata en 1941. El equipo era un estímulo festivo para los obreros de la planta industrial. Tuvo momentos de gloria siendo campeón departametal de Cochabamba en 1955 y 1968. A fines de los setenta e inicios de los ochenta fue un semillero de talentos; por sus filas pasaron estrellas internacionales que también brillaron en el Club Wilstermann. Con el surgimiento de la Liga Profesional vino la ola mercantilista impuesta por la FIFA en el fútbol mundial y el equipo quedó sumido en las categorías inferiores, debilitamiento que se agravó con la crisis de las maquilas y una ola de despidos en la fábrica Manaco, que estuvo a punto de cerrar.
Hace un par de años, en 2018, un grupo de empresarios de Quillacollo arriesgó capitales para relanzar al equipo. Una directiva presidida por Ángel Borja impulsó el ascenso del equipo a la Categoría A de la Asociación de Fútbol de Cochabamba, lo cual le daría la opción de disputar la Copa Simón Bolívar para saltar a la Liga Profesional.
La campaña contó con un presupuesto mensual de aproximadamente de $us 5.000 para cubrir la planilla de jugadores bajo la dirección técnica del ex jugador de Wilstermann Limberg Morejón. Donaciones de diversa fuente reforzaban el intento; pero no era suficiente. En medio camino Morejón fue reemplazado por el DT Marcelo Angulo. Ambos entrenadores se quejaron por la falta de mayores recursos para lograr el ambicionado ascenso a la liga mayor.
En 2019 la presión económica rebasó la capacidad real de los directivos del Club. La gestión terminó rozando el descenso, caída no consumada gracias a la pandemia, que suspendió el partido definitorio para saber si Bata se mantiene en la A o desciende a la B, que son las categorías pre-Liga.
Iván Damonte, el cómplice encubierto
Ángel Borja había renunciado a la Presidencia del Directorio a comienzos de ese año. Algunos de sus colaboradores intentaron sostener al equipo intensificando donaciones; se conformó una frágil directiva presidida por Álvaro Mejía Mercado; pero la carga se tornó demasiado pesada. Surgió la opción de entregar la administración del club a un concesionario que pueda invertir lo suficiente como para lograr el objetivo de saltar de la Asociación a la Liga, aplicándose un modelo administrativo muy similar al del club Bolivar que es manejado por la empresa Baiza SRL del magnate Marcelo Claure. Resultó una decisión dramática.
El equipo y sus negocios quedaron en manos del argentino Iván Alejandro Damonte, quien, además de entrenador, fungía como “empresario” dispuesto a solventar al equipo con “capitales frescos”. Sorprendidos en su buena fe, los directivos la cabeza de Álvaro Mejía no sabían que Damonte era el ariete de una organización criminal cuyo jefe es el estafador colombiano Edgar Ozuna. El cuerpo agonizante del Bata había quedado en las garras de aquellos buitres.
Según testimonio brindado a Sol de Pando por Aldo Rocha —un arquitecto y empresario quillacolleño que es el Secretario General del Club y frecuente donador de material deportivo—, Damonte tomó el mando del equipo en una etapa crucial del campeonato por la copa Simón Bolívar, camino a la Liga. “Fue nuestra última esperanza para ganar el campeonato y ascender; con la colaboración del doctor Oscar Claros le conseguimos un departamento con todas las comodidaes y sin embargo resultó ser una persona muy conflictiva” —recuerda Rocha—. “Cuando iba a ver los entrenamientos, solíamos discutir sobre aspectos técnicos y de estrategia, estábamos perdiendo puntos incluso como locales y se nos venía encima el fantasma del descenso”.A fines de noviembre del pasado año, dice Aldo Rocha, Damonte tiró la toalla: “Un día me dijo que decidió dejar el Club para volver a Buenos Aires; habló de un hermano suyo que es jugador del Club Atlético Huracán y que le había llamado para que integre el cuerpo técnico de ese equipo. Fue la última vez que hablé con él”.
Sin embargo, antes de partir, Damonte, además de robar algunas pertenencias del club, había dejado a un “sustituto”: el colombiano Edgar Humberto Ozuna Sánchez, a quien Damonte había presentado ante el plantel como el nuevo “empresario” a cargo, junto con otro argentino, Norberto Valencia V., que se encargaría de la dirección técnica. Todo eso al margen del directorio presidido por Álvaro Mejía. En medio de ello, el equipo se iba a pique en el campeonato pre-liguero.
“A Ozuna jamás lo conocí personalmente” —explicó el arquitecto Aldo Rocha a Sol de Pando—. “Tuve que ausentarme de Quillacollo por razones de mi trabajo, y cuando volví los jugadores me informaron que el colombiano se había llevado credenciales y otros documentos del club, seguramente para cometer otra de sus estafas en Colombia, por ese motivo nos fue difícil habilitar a algunos jugadores en los últimos partidos, a falta de sus credenciales, que el colombiano se llevó”.
Ya en noviembre de 2019, Ozuna había trasladado de Bogotá a Quillacollo por lo menos 20 chicos engatuzados con la misma oferta de incorporarlos al Bata. Los hospedó en hoteles sin pagar las cuentas. Ozuna no logró enganchar a los muchachos ya que el verdadero Presidente del Club, Mejía, desconocía esa irregular gestión de Ozuna.
En febrero de este año, firmando “cartas de invitación” en papeles membretados del Club Bata, con logos falsos y fungiendo como “presidente” de la entidad, junto al entrenador Norberto Valencia que firma como “secretario general”, Ozuna trae a Quillacollo el nuevo grupo de nueve de jóvenes de Bogotá que tampoco son admitidos por el directorio que preside Álvaro Mejía.
“Nos ofrecía un sueldo de 200 dólares mensuales y según nuestro rendimiento iba a aumentar eso”, dijo a EFE uno de los jóvenes estafados. Ese contrato por el cual Ozuna les habría cobrado 800 dólares como “comisión” antes de sacarlos de Bogotá, nunca se concretaría.Ante la imposibilidad de ser contratados por el Bata, según testimonios de los propios muchachos, entre febrero y marzo Ozuna intenta introducirlos en otros equipos pre-ligueros del interior del país. “Al llegar a Bolivia nunca tuvimos contacto con el Club Thomas Bata, y lo que hizo el empresario (Ozuna) fue llevarnos a diferentes pruebas en varios equipos. Cuatro quedamos en el Deportivo Petrolero, uno en Morejón y otros cuatro iban a jugar con el Royal Oruro. Tuvimos la opción de firmar el contrato, pero el representante no ayudó en nada porque los directivos no le ofrecieron plata», le dijo al periódico El País de Cali, desde Quillacollo, Steven Velandia, uno de los nueve jugadores engañados.
Según comenta Aldo Rocha, Ozuna jamás podría haber enganchado a sus “representados” en ningún equipo boliviano, en ese momento, “porque en el calendario del fútbol en nuestro país, la etapa para nuevas contrataciones ya había terminado”.
El periodista colombiano Francisco Henao Bolívar, de El País, detalló que el último grupo estafado por Ozuna está conformado por cinco bogotanos, dos pereiranos (del municipio de Pereira, capital del departamento de Risaralda) y dos jugadores oriundos de Istmina (Chocó), cuyas edades oscilan entre los 16 y 21 años.
El colpaso llegó en abril de este año, cuando la situación de los jóvenes colombianos abandonados a su suerte por Ozuna, se agravó debido a la cuarentena impuesta el 15 de marzo por el Gobierno de Bolivia ante la pandemia del coronavirus Covid-19.
Pablo Zambrana: Apoyo a Bata de la Asociación de Fútbol de Cochabamba (AFC) | VIDEO
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Las primeras noticias de Abril
El 28 de abril de este año, el periódico Los Tiempos de Cochabamba informó de la estafa cometida por Ozuna, aunque sin mencionar su nombre, dando cuenta sobre la precaria situación en que se hallaban los nueve jóvenes colombianos, con la respectiva aclaración oficial del Club Bata que aseguró desconocer sobre la presencia en Quillacollo de aquellos muchachos, quienes se encontraban allí desde mediados de febrero.
El directorio del club Bata de Quillacollo, al mando de Alvaro Mejía, aclaró, según Los Tiempos, “que su institución no trajo a los nueve futbolistas colombianos que presuntamente fueron engañados por un súbdito de su país, además advirtió que iniciarán acciones legales contra éste y otro de nacionalidad argentina por estafa, uso indebido de la imagen y el nombre de la institución para cometer semejantes ilícitos”.
La estafa tramada por Ozuna y sus cómplices argentinos fue perpetrada públicamente y a plena luz del día. Crearon una página de Facebook, paralela a la oficial, para coaccionar a sus víctimas con mensajes como el siguiente que se publicó el 26 de diciembre de 2012:
Pero esa misma plataforma sirvió para que potenciales víctimas, como el deportista peruano Carlos Barreto, denunciaran los intentos de estafa de Ozuna en el mismo mes de febrero de este año, cuando el estafador había enviado a los jóvenes colombianos sus “cartas de invitación” como falso “presidente” del Bata:
En la misma plataforma, la periodista Leti Alarcón adviritó el 20 de abril posteando lo siguiente: “Tengan mucho cuidado a la gente que viene del exterior, porque aquí hay muchas denuncias ya que estos jugadores vienen a nada… no es lo que les prometen y los dejan sin comer y olvidados a su suerte”.
Cuando Sol de Pando inició su indagación buscando contactarse con las fuentes que se manifestaron en esa cuenta de Facebook, los delincuentes bloquearon la página, hackeándola.
Estafados por Ozuna, infectados por el Covid
Para colmo de males, ocho de los nueve jugadores contrajeron el Covid-19 en plena cuarentena. Se presume que el contagio les vino en alguna de las salidas que realizaban para pedir ayuda en las calles de Quillacollo, uno de los municipios donde se produjeron los primeros casos positivos dentro del departamento de Cochabamba que tiene 47 municipalidades. La cifra departamental de contagios es de 259 casos, de los cuales 29 están en Quillacollo, incluyendo los jóvenes colombianos. La cifra nacional en Bolivia alcanza a 4.481 casos, con 189 fallecidos, al cierre de esta edición.
Afortunadamente, la fortaleza física de los muchachos impidió los estragos del virus en sus organismos. En una entrevista publicada el martes por el portal local “Pasión por el Deporte” el doctor Alfredo Mendoza, Director de la Clínica del Sur donde son atendidos con esmero, informó que están superando favorablemente el cuadro epidemiológico, no tienen síntomas, y la próxima semana podrían ser dados de alta una vez analizada la doble prueba laboratorial que está en curso. En caso de obtenerse un resultado negativo para el Covid, los chicos podrán volver sanos y salvos a Bogotá, previo aislamiento preventivo de diez días adicionales en la misma clínica boliviana, aseguró el médico a cargo.
Habla el Director del Hospital del Sur | VIDEO
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El daño y el martirio perpetrados
El daño y el martirio que han sufrido aquellos jóvenes futbolistas es irreparable y no tiene precedentes en el historial criminal de Bolivia.
El periodista Walter Gonzales Valdivia, que radica en Quillacollo, tomó conocimiento del caso en abril de este año, cuando la ciudadana Janneth Zelada Aguilar —propietaria de uno de los hospedajes donde Ozuna abandonó a sus víctimas sin pagar la cuenta—, había intentado tomar contacto con medios locales para denunciar la deplorable situación de los nueve muchachos. El hospedaje se encuentra en inmediaciones del estadio de Quillacollo.
“A doña Janneth le preocupaba menos la deuda que dejó el estafador, que el estado de indefensión y hambre en que se encontraban esos muchachos. Sabemos que ella les brindó solidaria y generosamente cobijo y alimentación; hasta que uno de ellos mostró síntomas del Covid-19 y resultó que ocho de los nueve estaban infectados”, dijo el periodista quillacolleño a Sol de Pando.
Según Walter González, los pacientes fueron internados en la Clínica del Sur de Cochabamba, y el único muchacho no infectado fue acogido en la parroquia de Nuestra Señora de Salette a cargo del sacerdote David Cardozo.
“El padre Cardozo estuvo cooperando desde un principio con la señora Janneth Zelada, iba cada día en su bicicleta llevando comida y vituallas al hospedaje de los chicos, todo el mundo en Quillacollo se encariñó con ellos”, dice Gonzáles.
Ozuna en el camino de la extradición
La buena noticia que nos sorprendió en esta indagación, es que Ozuna está preso.
Cuando Sol de Pando tomó contacto con sus fuentes habituales dentro la Policía Boliviana para conocer el paradero del estafador colombiano, se nos comunicó que Ozuna guarda detención preventiva en la cárcel de San Pablo, reclusorio estatal en el municipio de Quillacollo, como efecto de una demanda penal presentada por las empresarias Jannet Zelada Aguilar y Nelly Martha Nájera de Reyes, propietarias de los hoteles que Ozuna utilizó para hospedar a sus víctimas, sin pagar las cuentas debidas.
El delito por el que fue imputado es “Estafa con agravación de víctimas múltiples, previsto y sancionado por los artículos 335 y 346 del Código Penal”, según reza en el documento judicial.
Sol de Pando accedió al mandamiento de Detención Preventiva emitido por el juez Ariel Anghelo Rasguido Muruchi tras una audiencia de medidas cautelares, el pasado 19 de abril, para la reclusión de Edgar Humberto Ozuna Sánchez durante cuatro meses, lapso en el cual la Fiscalía y la Policía deberán investigar el delito imputado, para el consiguiente inicio de juicio oral. La Fiscal a cargo es la doctora Evelyn Rocha Delgadillo.
El Juez ordenó, asimismo, que Ozuna sea sometido a una prueba laboratorial para descartar toda posible infección por el coronavirus, en la sala de aislamiento del penal de El Abra (en el municipo de Sacaba). El resultado salió negativo y el colombiano fue devuelto a la cárcel de Quillacollo, donde se halla actualmente recluído.
Son más de nueve víctimas abandonadas en Bolivia
Fuentes judiciales vinculadas al caso, informaron a Sol de Pando que el delito por el cual se procesa a Ozuna data de noviembre de 2019; es decir que el imputado habría contraído deudas con los hoteles no solamente por el caso de los nueve muchachos que trajo de Bogotá en febrero de este año, sino por hospedajes anteriores.
De hecho, varias fuentes señalan que anteriormente Edgar Ozuna habría abandonado en similar situación a por lo menos otros 25 jóvenes futbolistas de Colombia, en territorio de Bolivia. De confirmarse ese extremo, la fiscal Rocha podría ampliar la investigación al delito de Trata y Tráfico de Personas.
Según posteó la internauta Naycita Carrillo Cuéllar, Ozuna no sólo llevó a Quillacollo a los nueve jóvenes del caso reciente; “hay más de 24 muchachos que llegaron y están en Santa Cruz, y otros fueron acogidos por familias de Quillacollo y otros pudieron volver antes de la cuarentena…”.
Coincidiendo con aquella versión, en su crónica del 28 de abril Los Tiempos informó que “el año pasado ya hubo una denuncia similar de jugadores también colombianos, quienes, al verse presuntamente estafados, consiguieron recursos para costearse los pasajes de retorno a su país”.
Y en una entrevista con la agencia de noticias EFE difundida el pasado 18 de mayo, el párroco David Cardozo reveló que supo de otros casos en distintas ciudades de Bolivia, pues «en Santa Cruz son 18 jóvenes de 16 a 21 años y en Tarija uno de 21 que están en las mismas condiciones de los futbolistas colombianos en Cochabamba”.
Si a ello se suman los casos denunciados en Paraguay, más las estafas que Ozuna cometió en Colombia contra decenas de familias transportando niños y jóvenes engañados a otros países como México, este “roba-chicos” de fama internacional podría ser extraditado a su país de origen apenas las cancillerías de La Paz y Bogotá se pongan de acuerdo.