URGE UN IMPUESTO A LA COCA Y EL REPUDIO A LA COCAÍNA
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© Wilson García Mérida | Columna Sopa de ManíNo hay droga más colonizante que la cocaína. Transformar la coca en cocaína corrompiendo los alcaloides con fines viciosos es el acto más desvergonzado e impune de colonialismo. El enemigo principal de la hoja de coca es la cocaína, no el imperialismo yanqui necesariamente; más bien el “imperio» existe gracias a esa colonización de la cocaína sobre la coca.
El gobierno narco-estalinista de Evo Morales —por eso mi ríspida ruptura con el sátrapa Quintana— basó su oprobioso régimen sobre la mayor claudicación en contra del pensamento indigenista y libertario: sometió a la sagrada hoja de coca a la sumisión colonizante de la cocaína.
De ahí derivan todas las contradicciones de ese régimen populista: simulaba un supuesto socialismo con la careta de la nariz aguileña mientras impulsionaba el arraigo de la lógica neoliberal en la economía, porque la producción y comercializacion de la cocaína son inherentes al neoliberalismo.
La caída de Evo Morales fue la ruptura del esquema prorroguista sustentado por ese narcotráfico con “rostro cholo” apadrinado por Juan Ramón Quintana. Esa ruptura dio lugar a la irrupción en el Palacio Quemado de personajes como Erick Foronda y Arturo Murillo, agentes de CIA y la DEA respectivamente.
Foronda y Murillo le están agradecidos a Evo Morales, sin duda. Estos oscuros personajes que operan bajo los lineamientos del Departamento de Estado, jamás habrían tenido cabida en el escenario nacional si Evo Morales y su séquito de cínicos operadores de la cocaína (Quintana, Romero, los García Linera, et al) hubiesen respetado la sacralidad de la hoja de coca, desvinculándola radicalmente de la cocaína, erradicándola, como un genuino acto de descolonización. Ese acto descolonizador jamás estuvo contemplado en los planes y discursos del entonces Viceministro de Descolonización, el beodo y acosador sexual Félix Cárdenas.
Hoy, estamos viendo que la coca y los cocaleros dirigidos por Andrónico Rodríguez, el “heredero” de Evo Morales, están irremediablemente colonizados por la cocaína. El haber utilizado —en medio de la cuarentena del coronavirus— la donación solidaria de frutas y otros productos agrícolas del Chapare para traficar droga y precursores ocultos en sus camiones, es exactamente lo que querían Murillo y Foronda. Es preocupante, además de peligroso, que la militancia sana del MAS mitifique la figura de Andrónico, sobredimensionada mediáticamente. No debería una fracción del campesinado vinculada con la producción excedentaria y colonizante de la hoja de coca, suplir el rol de la clase obrera en la vanguardia.
El Ministro de Gobierno está gozando un momento orgásmico al haber atrapado in-fraganti a unos cocaleros cocaineros dirigidos por Andrónico Rodríguez, que camuflaron su contrabando entre plátanos y naranjas. Y para colmo tuvieron la osadía de agredir con armas de fuego a policías de la fuerza anti-droga. Todo esto les cae a Murillo y Foronda como anillo al dedo.
Ahora Andrónico, tras recibir instrucciones de Evo por el Whatsaap, obviamente saldrá a decir que este régimen fascista está violando los derechos humanos de humildes cocaleros. Olvida Andrónico que este régimen fascista le debe su existencia al régimen estalinista y prorroguista de su jefe inmoral y mafioso. Son tal para cual.
¿Cómo salir de este entrampamiento narco-estalinista y narco-fascista en que se debate Bolivia ante el riesgo inminente de violencia armada y sangre inocente derramada otra vez?
Que la hoja coca pague impuestos al erario nacional; y quizá, mientras los mercados semi-legales de la coca excedentaria montados durante el régimen de Evo Morales continúen operando, ese excedente debe someterse a un régimen tributario mucho más riguroso.
Si los cocaleros se niegan a pagar impuestos porque creen que sus aportes a las arcas electorales del MAS son suficiente tributo, entonces tendrán que vérselas con Murillo y Foronda. Pero si los cocaleros pagan impuestos, aquellos represores serviles a Estados Unidos caerán por su propio peso.
No hay otro camino para descolonizar a la hoja de coca frente a la cocaína maldita.
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