Data: junio 21, 2025 | 10:07
¿AÑO 5533? ¿QUIÉN INVENTÓ SEMEJANTE FAKE NEWS? | Es una falsedad de extremada exageración cronológica afirmar que nuestra cultura andino-amazónica tiene más de 55 siglos de existencia. Se trata de una data arbitraria, carente del mínimo rigor histórico y antropológico…

LA FALACIA DEL AÑO NUEVO AYMARA

Junto al rito del solsticio, el Tiahuanaco legó una vasta herencia cultural basada en el sistema dualista propio de las culturas más antiguas de la Humanidad como la persa, la china y la indú influidas por la Mesopotomia. | Foto Sol de Pando

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© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando

No existe una explicación oficial ni científica, desde el Estado Plurinacional de Bolivia, acerca del porqué en este solsticio se celebró el «Año Nuevo Andino Amazónico Chaqueño 5533».
Es una falacia de extremada exageración cronológica afirmar que nuestra cultura andino-amazónica tiene más de 55 siglos de existencia. Se trata de una data arbitraria, carente del mínimo rigor histórico y antropológico. Ni siquiera la cultura mesopotámica en el Medio Oriente, cuna ancestral de la civilización humana, alcanza tal antigüedad.
Todos los medios de prensa en Bolivia, reproducen pasivamente esta absurda desinformación que ensombrece la vitalidad histórica y cultural del rito solar ancestral.
Esta celebración tiene sus raíces en la desaparecida civilización del Tiahuanaco, sobre cuyo legado cultural y religioso surgió y se estructuró el imperio incaico (Tahuantinsuyo), aproximadamente 200 años después de la desaparición del imperio tiahuanacota.
El origen tiahuanacota de la cultura andino-amazónica se remonta al 1580 antes de Cristo, cuando surgieron las primeras aldeas chiripas entre la cuenca del Titicaca-Poopó y las llanuras de Moxos, acercándose al Acre y Rondonia. La verdad es que hoy estaríamos celebrando el año 3580 de nuestra ancestralidad multiétnica.
El respetado arqueólogo Carlos Ponce Sanginés realizó, con su equipo interdisciplinario, un estudio de datación aplicando el método del carbono 14 que permitió delimitar con exactitud las fases de la era tiahuanacota como Estado germinal, hasta su esplendor imperial y su extinción.
Ponce Sanginés ha clasificado cinco fases en el desarrollo estatal de Tiahuanaco:
Fase1: entre los años 400-250 antes de Cristo
Fase 2: de 250 antes de Cristo a 100 después de Cristo
Fase 3: del 100 al 400 dC
Fase 4: del 400 al 750 dC
Fase 5: del 550 al 1050 dC
Según el mismo Ponce Sanginés, Tiahuanaco nació como una aldea hacia el año 1580 antes de Cristo, creció hasta ser un Estado imperial en el 724 después de Cristo y declinó cerca del 1187 de nuestra era. Alrededor de 1400 surgió el imperio incaico.

En las vestimentas de los indígenas amazónicos del Acre, los Yaminawa, en el municipio de Tarahuacá, Brasil, aparecen textiles con características aymara-puquinas, evidencia de la ancestralidad tiahuanacota en estos pueblos. | Foto Sergio Viale

DEL HOMBRE DE JAIHUAYCO AL DIOS HUIRACOCHA

Junto al rito del solsticio, el Tiahuanaco legó una vasta herencia cultural basada en el sistema dualista propio de las culturas más antiguas de la Humanidad como la persa, la china y la indú influidas por la Mesopotomia que floreció 3.500 años antes de Cristo.
Una investigación que realizamos en Sol de Pando, establece que el momento en que la civilización mesopotámica alcanzaba su esplendor en el Medio Oriente, la región andina y sus estribaciones amazónicas aún se encontraban en la prehistoria. En ese momento, las poblaciones amerindias aún venían desplazándose —terminando el Pleistoceno y en los albores del Neolítico— tras la migración arawak del estrecho de Bering, partiendo desde la Siberia tibetana.
Evidencia de aquel primer contacto entre el Ande y el Tibet, es el llamado “Hombre de Jaihuayco”, cuyos fósiles son conservados en Cochabamba por el Museo del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UMSS. Todos los estudios que se han realizado desde los años sesenta —cuando fue descubierto—, coinciden en que se trata de un individuo que tiene rasgos de un migrante llegado al territorio andino desde Eurasia, hace más de 13.000 años.
La evolución de aquel primer hombre americano andino, tuvo su punto culminante y civilizatorio en el plano religioso, con el surgimiento de la primera deidad de la que se tiene memoria y pervive aún hoy como el dios Creador del Tiahuanaco. Hablamos de Huiracocha, en cuyo culto los tiahuanacotas instituyeron la fiesta uránica del Solsticio de Invierno, llamado Inti Raymi por los incas, alrededor del año 1000 antes de Cristo.
Durante los siglos XVI y XVII, los cronistas que acompañaron la conquista y la evangelización, indagando sobre los ritos que bullían en las tierras conquistadas a fin de extirparlos, hallaron que Huiracocha era uno de los dioses más antiguos y omnipotentes entre las demás deidades y huacas. Casi todos esos cronistas coincidieron en el perfil de un dios Creador, venido de un oscuro y recóndito tiempo inmemorial.
Las crónicas coloniales nos aproximan a un perfil más o menos homogéneo de aquella divinidad tiahuanacota, que aparece con diferentes nombres en un amplio territorio del Tahuantinsuyo durante el incario, desde el altiplano perú-boliviano a las regiones centrales y norte del Perú actual, con ramificaciones expandidas sobre el norte argentino y chileno.

En 2022 se descubrieron yacimientos arqueológicos durante la construcción de una carretera en el Beni, donde surgieron evidencias de que los pueblos de Mojos mantenían relaciones de intercambio comercial con pueblos andinos situados en Cochabamba.| Fotomontaje Sol de Pando

EL INDISOLUBLE NEXO ANDINO-AMAZÓNICO

Lo rescatable de la actual celebración oficial del Solsticio de Invierno, es su característica intercultural. Los Andes y la Amazonia están entrelazados por su relación directa con el antiguo Tiahuanaco, además forman parte de un sistema geológico en que los glaciares y los bosques húmedos se correlacionan indisolublemente. Especialmente en los Andes y en el Himalaya, los glaciares están orgánicamente inter-relacionados con tierras bajas, es decir bosques tropicales cuyos caudalosos ríos se originan en las cumbres nevadas.
En Bolivia, recientes estudios geológicos han comprobado que simultáneamente al surgimiento de la cordillera andina, cuando se produjo la subducción de la placa de Nazca en la placa del Pacífico, se formó el bosque amazónico como parte del levantamiento andino.
Históricamente, el imperio del Tiahuanaco abarcaba un territorio integrando bajo una misma administración los pisos ecológicos andino y amazónico, a través del intercambio cultural y productivo.
El nexo andino-amazónico se rompió con la extinción del Tiahuanaco. Los incas intentaban recomponerlo durante la expansión del Tahuantinsuyo; pero la conquista española truncó esa reintegración.


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