Data: marzo 8, 2023 | 4:20
EFECTOS DE LA DEPREDACIÓN AURÍFERA | No conocen la explotación del oro; pero el consumo de pescado infestado con altos índices de metilmercurio que contamina los ríos, les causa cáncer e infertilidad. Tienen tres veces más mercurio en el cuerpo que las indígenas diagnosticadas en Brasil, Venezuela y Colombia…

INDÍGENAS ESSE EJJA DE PANDO, LAS MÁS VULNERABLES

Mujeres Esse Ejja de Pando. No tienen relación alguna con la explotación aurífera pero son las más damnificadas en su salud reproductiva por la contaminación con mercurio en el Rio Beni. | Foto Sol de Pando

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© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando

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La contaminación de los ríos por el derrame de mercurio que genera la explotación ilegal de oro en la Amazonia boliviana, halla entre sus víctimas más vulnerables a las mujeres de la nación indígena Esse Ejja que habita en las cuencas del rio Madre de Dios y el rio Beni, abarcando territorios de Pando y el Norte de La Paz.

Dos estudios científicos realizados en un lapso de 14 años, a los que Sol de Pando tuvo acceso en 2021, confirman que las indígenas Esse Ejja, junto a sus niños, constituyen la población con los más altos índices de contaminantes tóxicos en su organismo, con relación a otros pueblos amazónicos de Sudamérica, padeciendo enfermedades cancerígenas, renales y reproductivas que las están diezmando.

Según un informe difundido en junio del año 2021 por la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN, por su sigla en inglés, organización con sede en Suecia), casi el 100% de las indígenas originarias de la Amazonia boliviana presentan un diagnóstico extremadamente delicado, con severos deteriores en su salud, debido al consumo de mercurio a través de los pescados que obtienen en su fuente fluvial contaminada.

Aquel cuadro ya había sido advertido el año 2007, mediante un estudio realizado por la bióloga boliviana Selma Luna Monroy, de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). A partir de pruebas capilares (estudio de partículas tóxicas retenidas en los cabellos) y otros exámenes como la medición de hemoglobina en niños y mujeres de las comunidades ribereñas Esse Ejja, Selma Luna halló promedios de niveles de mercurio que “se pueden considerar como bajos a moderados” y por tanto “no se pudo observar un impacto directo en la salud de las poblaciones estudiadas”. Sin embargo, advertía la misma investigadora científica: “las comunidades padecen de muchas enfermedades que pueden esconder un impacto del mercurio. Esto significa que no se debe minimizar este problema de contaminación, que sí existe. Es preciso ejercer una vigilancia sobre el contenido de mercurio en los peces e informar regularmente a las poblaciones, para prevenir un riesgo a futuro”.

Sin que el Estado boliviano haya tomado en cuenta las advertencias de Luna, 14 años después los niveles de mercurio metálico se habían disparado a extremos letales en el organismo de los consumidores y consumidoras indígenas del pescado contaminado; mientras los mineros del oro vertían cada vez mayores volúmenes de residuos de mercurio en el lecho de los ríos, sin ninguna regulación. Rigen normativas internacionales que en ese lapso han sido promovidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tipificando al mercurio como Sustancia Controlada; pero esa figura está proscrita en la normativa minera boliviana, la cual además, a través de la Ley de Minería, impone severas restricciones en el acceso a la información dentro este sector.

En junio de 2021, también basándose en análisis capilares, IPEN realizó la medición de mercurio presente en el organismo biológico de indígenas amazónicas en Brasil, Colombia, Venezuela y Bolivia. Las muestras obtenidas en las comunidades indígenas bolivianas, de la nación Esse Ejja, dieron como resultado los más altos índices de contaminación con relación a las comunidades diagnosticadas en los otros tres países amazónicos.

Ambas investigaciones basadas en análisis capilares fueron efectuadas en mujeres de edad fértil y niños de las comunidades indígenas de la etnia Esse Ejja que habitan sobre las orillas del rio Beni, abarcando las provincias Madre de Dios en Pando y Abel Iturralde en el Norte de La Paz.

Las comunidades Esse Ejja no tienen vinculación alguna con la actividad aurífera; pero son directos damnificados por ser consumidores habituales del pescado infestado de mercurio, en su rutina de pueblos itinerantes en torno a la caza y la pesca.

Niños Esse Ejja en Portachuelo, dentro el municipio Puerto Gonzalo Moreno de Pando. Es una de las comunidades más vulnerables de la amazonia boliviana. | Foto Sol de Pando

Efectos del mercurio metálico en el organismo humano

Los “garimpieros” usan mercurio metálico para lixiviar el oro en el mismo lecho del río, es decir para amalgamar y separar el mineral precioso de todas las impurezas que vuelven al agua junto al mercurio usado, el cual termina siendo absorbido por peces y otras especies vivas bajo su forma más nociva: el metilmercurio.

El metilmercurio es el mercurio metálico trasformado en un compuesto químico altamente tóxico, por efecto de los gases y bacterias con bajo nivel de oxígeno que se mezclan con el mineral al precipitarse en el fondo de los ríos.

Cuando una persona ingiere alimentos contaminados con metilmercurio —como pescado o mariscos—, el estómago y los intestinos lo absorben y transportan rápidamente hasta el torrente sanguíneo. Desde allí entra de inmediato en el cerebro de un adulto, de un niño o de un feto en desarrollo. El metilmercurio se acumula en el cerebro y se va convirtiendo lentamente en mercurio inorgánico, es decir un metal circulando en la sangre, lo cual produce enfermedades como cáncer, severos daños renales y esterilidad en las mujeres.

Para establecer los niveles de daños orgánicos, la IPEN usó una medida llamada “parte por millón” (ppm) que equivale a un miligramo por cada kilo de la sustancia investigada.

“Las mujeres de los pueblos indígenas de Bolivia Eyiyoquibo y Portachuelo tuvieron los niveles más elevados de mercurio, con una media de 7.58 ppm”, dice el informe de la IPEN. | Foto Sol de Pando

Los cuatro países amazónicos investigados

Las mujeres Esse Ejja de Eyiyoquibo (municipio de San Buenaventura, Norte de La Paz) y de Portachuelo (municipio Gonzalo Moreno, Pando) mostraron “los niveles más elevados de mercurio en la cohorte evaluada en este estudio, con una media de 7.58 ppm”, dice el reporte de la IPEN. Lo grave del dato es que ninguna de aquellas mujeres tuvo nunca vinculación alguna con la actividad minera aurífera.

En cambio, las mujeres del pueblo minero de Vila Nova en Brasil, con actividades auríferas, tuvieron un segundo lugar en los niveles medios de mercurio en el cabello de 2.98 ppm, mucho más bajo que el caso boliviano.

Las mujeres en el pueblo minero de El Callao en Venezuela, también con operaciones auríferas, ocuparon el tercer lugar en los niveles medios de mercurio en el cabello de 1.1 ppm.

En la comunidad minera de Íquira, en la amazonia de Colombia, donde los productores mineros se acogieron a un plan concertado de producción aurífera sustitutiva que redujo en 80% el uso del mercurio, las mujeres, que no consumen pescado y más bien participan en la actividad minera, mostraron el más bajo índice de mercurio en la muestra capilar, con apenas 0,25 ppm.

En el conjunto de los cuatro países estudiados, dice la IPEN, muchas mujeres tuvieron niveles promedio significativamente elevados, en donde un 43% de todas las participantes excedieron un nivel de 3 ppm, un 35% excedieron los 5 ppm y un 7% estuvieron por encima de los 10 ppm, “dentro de este último rubro, las participantes en su mayoría pertenecían al grupo de Bolivia”.

El informe de la ONG remarca que en el caso de Bolivia, un 93.7% de las mujeres diagnosticadas excedió el nivel umbral de 1 ppm y de 0.58 ppm propuestos para la medición del mercurio. “Como se trataba de mujeres indígenas que no estaban involucradas en la extracción de oro y cuya alimentación se basa en pescado, queda claro que los niveles extremadamente elevados de mercurio surgen de consumir pescado contaminado del sistema del río Beni”, concluye.

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