Guillermo Siles Paz (OMI) | EL PESEBRE ESPERA LA VIDA
Estos días hay preocupación por poner un pesebre, sea en casa, en la oficina, en las plazas, etcétera. La mayoría de los diseños son muy parecidos al que había diseñado San Francisco de Asís, allá por el año 1223, justo en un pueblito llamado Greccio, en Italia. La historia dice que San Francisco de Asís quería que la gente entienda el Evangelio de San Lucas, que nos cuenta cómo nació Jesús. Él hizo lo que hoy llamamos el Pesebre Viviente, es decir una dramatización, y tuvo un grato efecto. Desde entonces, en muchas partes del mundo hacer un pesebre se convirtió en parte de la tradición cristiana…
Pero es necesario tomar en cuenta algunos detalles. Yo siempre pienso en lo que mi profesor de Biblia, el ilustre Dr. Oscar Uzin, nos decía: Muchos confunden al momento de armar el pesebre, mezclamos a los pastorcitos y magos, cuando los contextos son diferentes. Los pastorcitos, que nos habla San Lucas, son los vecinos de los alrededores de Belén. Mientras que los Magos, que nos habla San Mateo, son de Oriente. Este detalle nos ayuda a entender la importancia de este acontecimiento. San Lucas nos enfatiza que el Salvador nació entre los pobres y San Mateo nos dice que su mensaje llegó a los confines de la tierra. Por lo tanto el nacimiento de Jesús irrumpe los pueblos, inclusive en Oriente, que fue sorpresa, inclusive de las autoridades de su tiempo.
En cada tiempo los pesebres tienen una simbología muy propia de los contextos históricos, sociales y geográficos. Decir que el Salvador nace en medio de nuestros pueblos, es suficiente para diseñar y organizar como lo queremos recordar a Dios, que se hace historia en donde tú habitas.
El pesebre es la construcción visual de cómo Dios se ha encarnado en el pueblo, cómo Dios se hace humano en nuestra realidad, pero no para ser admirado, sino para decir cómo Dios hoy mira mi realidad y la realidad de nuestros pueblos. El pesebre pone en contexto nuestra esperanza de que Dios se ponga delante nosotros, para hacer que nuestra historia marque su sentido de liberación y de cambio permanente.
En cada cultura se fueron enfatizando algunos elementos. Muchas veces estamos condicionados por la comprensión de Dios, de la imagen que tenemos de Dios. Frente a algunas confusiones, será necesario contemplar, a cada uno de las personas que son testigo de la revelación. Por ejemplo mirar a María que su “sí” permitió que la historia de la salvación se cumpla. Dios cumple su palabra y se hace hombre, por el “sí” de María. Otro personaje es José que acepta la condición en la que nacerá el Salvador. Él recibió la revelación y se hace obediente para aceptar al Mesías el Señor. Pero el personaje principal es el niño Jesús, recién nacido, nuestro Salvador que desde pequeño ya será marginado, excluido, no tendrá donde nacer, o también pronto será perseguido.
Villancico Boliviano composición de Charito Acuña – CoroAcuña, interpretado por Connie Martínez y producido por Diego Barreiro | Artistas colombianos
Jesús, que significa el Salvador, es Dios hecho carne, se hace uno de nosotros, se hace parte de un pueblo. Nace entre los pobres y su primera cuna es la de cualquier pobre de su tiempo. Aunque hay un gran detalle que marca toda diferencia, aún en su tiempo: los niños nacían en mejores condiciones, no en un potrero. Esto hace que el punto de partida de la historia de la salvación sea en medio de la pobreza extrema, de la exclusión y marginamiento. Dios se hace hombre y pobre para dignificar al pobre y al excluido.
Por eso todos los pesebres expresan la Buena Noticia en muchos sentidos. Porque Dios cumple su palabra al dignificar a la humanidad y Dios está con nosotros, hecho carne.
Al contemplar los pesebres hoy, debemos de asumir algunas realidades de este misterio de nuestra fe. Asumir, al igual que María y José de ser obedientes para aceptar la voluntad de Dios. Porque Dios sigue naciendo en medio de nuestros pueblos, sique dándonos esperanza, para construir valores en la familia y en medio de la sociedad.
No permitamos que nos saquen a Dios de nuestras vidas, no permitamos que saquen a Jesús del Pesebre. Es que, si Dios es el centro de este evento salvífico, dejemos de mirar y empecemos actuar.
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