Data: abril 23, 2023 | 1:29
LA ALCALDESA DE LA SOCIEDAD CIVIL | No le importó contraer el covid-19 mientras se enfrentaba a la inundación del río Acre navegando sobre las turbulentas aguas y organizando personalmente la evacuación y los albergues. Su fortaleza es la gente, su inmunidad viene del asaí y la castaña…

ANA LUCÍA REIS: GOBERNAR DESDE ABAJO

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© Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní

La onda autoritaria que atraviesa el país desde sus vertientes neo-estalinista y neo-fascista, se origina en una brecha sísmica, una falla tectónica en la geología democrática, que va alejando a la Sociedad Civil (la comunidad, la gente) de la Sociedad Política (la burocracia, los gobernantes). Se ha roto el equilibrio entre ambas esferas, con consecuencias tristes para la democracia. El predominio excesivo de la Sociedad Política sobre la Sociedad Civil se traduce en la irracionalidad sectaria de las partidocracias, en creciente corrupción por falta de real control social y en perversas exclusiones que polarizan al país. Cuando la Sociedad Política excede sus competencias administrativas —su rol ordenador del caos natural, la racionalidad tolerable—, dando lugar a castas privilegiadas y a regímenes prepotentes, la Sociedad Civil reduce su piso contra-hegemónico y pierde su cotidiana capacidad democratizadora. Entonces la comunidad se diluye, lo mediocre se impone, la injusticia es la norma, la inequidad gobierna, la ética muere, la gente sufre. Cuando la democracia agoniza, urge restituir el equilibrio perdido entre la Sociedad Civil y la Sociedad Política; volver al concurso de méritos como método de poder, metafóricamente hablando.

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En la amazonia boliviana hay una tendencia espontánea a preservar el contrapeso armónico entre Sociedad Civil y Sociedad Política; pero es específicamente en el municipio de Cobija, la capital de Pando, a orillas del río Acre, donde esta tendencia florece dando frutos en su corto verano. Como diría Lenin, la comuna de Cobija es hoy un laboratorio de la restitución democrática, un girón patrio enclavado en el lejano norte amazónico del país, donde la Sociedad Civil, de igual a igual, se tomó de la mano de la Sociedad Política y no la suelta. Y esa mano es de una mujer acreana: Ana Lucía Reis, la Alcaldesa.

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Cuando se produjo el desborde del río Acre a fines de marzo, no le importó correr los riesgos implícitos al confundirse entre las multitudes alborotadas por la inundación. Cerró su despacho y salió a las calles para tranquilizar a las familias damnificadas con palabras propias de una madre abnegada, de una hermana solidaria, y con acciones concretas e inmediatas. Dirigió personalmente la evacuación de los barrios ribereños y organizó una decena de albergues para dar refugio, comida y medicinas a la gente que huyó de sus casas anegadas. Se la vio haciendo inspección de las aguas turbulentas que amenazaban a la ciudad, navegando en lanchas a lo largo de la ribera, dialogando con el río Acre como sólo ella sabe hacerlo. Logró controlar la situación hasta que el acoso fluvial se calmó; y pronto activó los protocolos municipales para la desinfección de las áreas mojadas, impidiendo la propagación del dengue. Cuando las aguas bajaron, nadie quedó herido, el río no se llevó ninguna vida, todos a salvo… pero ella cayó enferma con el covid-19.

Como en el resto del país, la pandemia del coronavirus tiende a perder fuerza en Pando. Desde el 18 de marzo de 2020, cuando apareció el primer paciente infectado, se han acumulado en los tres años transcurridos poco más de 15.000 casos positivos, y hace aproximadamente un año el índice de mortalidad se detuvo en 360 fallecidos. La inundación dejó su propia huella de coronavirus, activando la cepa con especial virulencia. El 25 de marzo de este año, cuando las aguas del rio Acre comenzaron a desbordarse, el número acumulado de casos positivos de covid-19 era de 15.060 en las cinco provincias del departamento, de los cuales 11.288 se registraron en Cobija. Después de la inundación, según reporte del Sedes-Pando para el viernes 21 de abril, la cifra aumentó a 15.076 casos positivos en el departamento y a 11.304 en la ciudad capital. Los 16 nuevos pacientes post-inundación pertenecen todos al municipio de Cobija, su Alcaldesa entre ellos.

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Me ha atacado mucho más fuerte que en la época de la pandemia, y eso que estoy con mi cuarta vacuna, esperando estar bien para tomar la quinta”, dijo en una conferencia de prensa cuando hizo pública su recuperación, luego de enfrentar la enfermedad bajo un prudente aislamiento, ejerciendo sabiamente su derecho a la privacidad y cuidando de no alarmar a la población por su delicado cuadro médico.

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A pesar de la severidad de la secuela pandémica, aún postrada y aislada, no abandonó sus funciones. El coronavirus no le impidió a la Alcaldesa monitorear gestiones que había emprendido en La Paz para obtener asistencia de cooperantes internacionales, como la Cruz Roja, generando una especie de bono municipal de Bs 1.000 que beneficiará a las familias damnificadas por la inundación, en un esfuerzo encomiable por superar las dramáticas falencias de un presupuesto edil cercenado por la crisis. Ana Lucía Reis puso por encima de su propia salud personal, la salud de la gente. La Sociedad Civil más arriba que la Sociedad Política.

La Alcaldesa de Cobija tiene la fortaleza orgánica de su comunidad plural. Sus defensas son altas en todos los planos. Simboliza a la mujer del Acre que conoce los secretos más íntimos del bosque amazónico para sobrevivir venciendo toda adversidad. Ana Lucía transcurrió su infancia en Porvenir trepando palmeras de asaí, masticando castaña, saboreando copoazú y pescando paiches. No hay covid que la doblegue. Su ciudad, la ciudad que gobierna desde abajo sin apartarse de la Sociedad Civil, es un crisol de la bolivianidad. La inmunidad de este pueblo, basada en los frutos amazónicos, se refuerza con la quinua, el chuño y el chicharrón.

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El escenario sobre el que Ana Lucía Reis está fundando la República del Asaí, convirtiendo a Cobija en el polo industrial de los frutos amazónicos, es un paraíso de la Sociedad Civil. Es una estructura municipal conformada por barrios de la más diversa identidad, donde lo tacana convive armoniosamente con lo quechua y lo aymara; y en su fabuloso distrito 5 emergen comunas rurales autogestionarias, que la Alcaldesa está sabiendo colocar entre las prioridades financieras del Fondo de Desarrollo Indígena.

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Es así, cómo la Sociedad Política puede cederle el asiento a la Sociedad Civil. Cuestión de buena fe, con una dosis adecuada de inteligencia emocional que a la Alcaldesa de Cobija, por lo visto, no le falta.

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