Data: julio 11, 2014 | 18:30
DRAMA FRONTERIZO | Los indígenas de las etnias warao y pasco intentan llegar a Manaos y Boa Vista desde el municipio venezolano de Gran Sabana, donde ya comienzan a mendigar fuera de sus territorios originarios...

Policía brasileña deportó a indígenas de Venezuela

El momento en que los indígenas fueron llevados a la sede de la Policía Federal en Boa Vista antes de su deportación a territorio venezolano. | Foto G1 Roraima|PF

El momento en que los indígenas fueron llevados a la sede de la Policía Federal en Boa Vista antes de su deportación a territorio venezolano. | Foto G1 Roraima | PF

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando
LA TRAMPA DEL MUNDIAL DE FÚTBOL En la fotos, una joven indígena Warao deambulando en Santa Elena, la capital del municipio Gran Sabana y la última ciudad venezolana de cara al Brasil, que se encuentra al menos a 1.400 kilómetros de Caracas y a 870 Kilómetros de Manaus, la sede Amazónica del Mundial Brasil 2014.  Gran Sabana es el territorio del pueblo pemón. La localidad, de alrededor de 20 000 habitantes, es lugar de compras para buena parte de  los más de tres millones de personas que habitan entre Boa Vista y Manaus, las dos ciudades brasileras en el extremo fronterizo con Venezuela. Al cambio, cualquier precio les resulta irrisorio. Y, desde que arrancó el mundial, cientos de venezolanos y extranjeros cruzan la Gran Sabana ansiosos por llegar al Arena Amazonia.  Las mujeres warao y sus niños bajaron en el Terminal Internacional de Santa Elena de Uairén apenas con lo puesto, sin abrigos, sin cobijas, sin zapatos, sin equipajes. Ellas con vestidos hechos a la medida, estampados en flores, líneas o cuadros, con las faldas sobre la rodilla y mangas a un cuarto. Los pequeños con franelas y pantalones cortados a media pierna. Los waraos son los habitantes de Mariusa, la región del estado Delta Amacuro sobre la cual se extiende el Parque Nacional Delta del Orinoco. Su hogar es una isla entre los caños Macareo y Mariusa, justo en el punto medio de la desembocadura del Orinoco. Viven de la pesca, de la recolección, del turismo y de la artesanía que usan y venden. En Santa Elena, las mujeres y los niños warao mendigan con envases que antes contuvieron jugo, arroz chino, crema de arroz. Sin mediar palabras, pues sólo hablan su lengua autóctona, acercan sus potes a los lugareños, a los brasileros, a los turistas, a los viajeros que, por estos días, apenas pisan Santa Elena rumbo a Manaus, al Estadio Arena Amazonia. (Datos de Morelia Morillo)

LA TRAMPA DEL MUNDIAL DE FÚTBOL
En la fotos, una joven indígena Warao deambulando en Santa Elena, la capital del municipio Gran Sabana y la última ciudad venezolana de cara al Brasil, que se encuentra al menos a 1.400 kilómetros de Caracas y a 870 Kilómetros de Manaus, la sede Amazónica del Mundial Brasil 2014.
Gran Sabana es el territorio del pueblo pemón. La localidad, de alrededor de 20.000 habitantes, es lugar de compras para buena parte de los más de tres millones de personas que habitan entre Boa Vista y Manaus, las dos ciudades brasileras en el extremo fronterizo con Venezuela. Al cambio, cualquier precio les resulta irrisorio. Y, desde que arrancó el mundial, cientos de venezolanos y extranjeros cruzan la Gran Sabana ansiosos por llegar al Arena Amazonia.
Las mujeres warao y sus niños bajaron en el Terminal Internacional de Santa Elena de Uairén apenas con lo puesto, sin abrigos, sin cobijas, sin zapatos, sin equipajes. Ellas con vestidos hechos a la medida, estampados en flores, líneas o cuadros, con las faldas sobre la rodilla y mangas a un cuarto. Los pequeños con franelas y pantalones cortados a media pierna.
Los waraos son los habitantes de Mariusa, la región del estado Delta Amacuro sobre la cual se extiende el Parque Nacional Delta del Orinoco. Su hogar es una isla entre los caños Macareo y Mariusa, justo en el punto medio de la desembocadura del Orinoco. Viven de la pesca, de la recolección, del turismo y de la artesanía que usan y venden.
En Santa Elena, las mujeres y los niños warao mendigan con envases que antes contuvieron jugo, arroz chino, crema de arroz. Sin mediar palabras, pues sólo hablan su lengua autóctona, acercan sus potes a los lugareños, a los brasileros, a los turistas, a los viajeros que, por estos días, apenas pisan Santa Elena rumbo a Manaus, al Estadio Arena Amazonia. (Datos de Morelia Morillo)

La Policía Federal (PF) brasileña deportó a 28 indígenas amazónicos venezolanos de las etnias Warao y Pasco Orinoca que vivían de caridad en la ciudad amazónica de Boa Vista, Estado de Roraima, tras haber ingresado irregularmente a Brasil, informaron este viernes fuentes oficiales mediante un comunicado público de la misma Policía Federal difundido por la agencia EFE.

Los 28 indígenas, junto con veinte menores de edad que los acompañaban, fueron interceptados en Boa Vista y transportados el jueves en autobús hasta Pacaraima, en la frontera entre ambos países, para que pudieran regresar a Venezuela, según el comunicado de la PF.

Los veinte menores, hijos de los indígenas, salieron del país acompañando a sus padres debido a que jurídicamente no pueden ser deportados de territorio brasileño.

Según el comunicado, los indígenas deportados alegaron haber llegado a Boa Vista con la intención de ejercer el comercio pese a que, según las autoridades brasileñas, “sobrevivían de donaciones en dinero ofrecidas por la población en los semáforos del centro de la ciudad y que utilizaban para comprar alimentos y ropas”.

Además de haber sido sorprendidos ejerciendo mendicidad en el centro urbano de Boa Vista, los indígenas venezolanos habrían infringido la Ley de Extranjería del Brasil, ingresando clandestinamente a este país y evadiendo controles migratorios, motivo por el cual se decidió su deportación.

Este caso pone en evidencia que indígenas amazónicos de Venezuela pretenden huir de su país que atraviesa una severa crisis política y económica, buscando refugio en comunidades afines del vecino Brasil, pero las restricciones fronterizas que separan a  los territorios indígenas de la Amazonia en esta parte de Sudamérica impide ese flujo migratorio.

Crisis venezolana golpea a los indígenas amazónicos

En su blog «Las crónicas de la frontera», la periodista venezolana Morelia Morillo, que radica en el municipio Gran Sabana sobre la frontera con Brasil, revela que la situación de los indígenas amazónicos de su país viene tomando las características de una crisis humanitaria sin precedentes, ya que la mendicidad de varias comunidades expulsadas de sus territorios originarios, comienza en el propio territorio brasileño y se está desplazando hacia el Brasil.

Según Morelia Morillo, aunque en algunas ciudades de Venezuela ya es común ver a grupos de indígenas mendigando, en Gran Sabana aún causa extrañeza.

En noviembre pasado, varios miembros de la comunidad e’ñepá de Mariposa, estado Amazonas de Venezuala, deambularon por la capital del municipio Gran Sabana.

«Eran un grupo de no más de 20 personas, mujeres, hombres y sobre todo niños y niñas; mientras los adultos se dedicaban a vender artesanía en la calle Bolívar, en los alrededores del Bulevar Gastronómico Tumá Serö y de la Panadería Gran Sabana Deli, los más pequeños caminaban por las calles del Casco Central y por la Plaza Bolívar en busca de limosnas», narra la periodista venezolana. «Los niños llevaban alcancías de cochinito en colores rojo, amarillo y naranja y las mujeres se tendían en las aceras con los recién nacidos en sus regazos».

Entonces, Lisa Henrito, asesora del Consejo de Caciques Generales, relató que varios comerciantes de la localidad reclamaron ante el coordinador de esta organización, Jorge Gómez, con respecto a la presencia y hábitos de los visitantes.

“Dijeron que acosan a los clientes y eso incomoda a las personas porque el pueblo pemón no es así, eso es ajeno a nuestra cultura. Nosotros no vivimos en condiciones de calle y antier se declaró Santa Elena como mercociudad (…) Este es un municipio turístico”, dijo Henrito.
Cuando Henrito los abordó, los visitantes dijeron que viajaron hasta Santa Elena para vender y que, supuestamente, tenían un capitán (autoridad tradicional) entre ellos.
El Consejo de Caciques se comunicó con el vice ministerio de Pueblos Indígenas vinculado al pueblo e’ñepá y con sus organizaciones “para que vengan a buscarlos, de lo contrario nos tocará montarlos en un autobús y llevarlos”, dijo Henrito en aquel momento.
A su modo de ver, “ellos crecen pensando que nacieron para hacer lo que están haciendo y, de no cambiar esa mentalidad, vamos a tener todo un pueblo pidiendo dinero en la calle”.
“No vamos a permitir esto es nuestro municipio, aunque no estamos en desacuerdo con que vengan a vender sus cosas los viernes en el mercado como todo el mundo”.
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