Data: mayo 17, 2020 | 7:41
CUANDO UN PERIODISTA CLAMA POR UNA MASACRE | Esgrimiendo información falsa, exige que el Ejército se distraiga de sus prioridades ante la pandemia del Covid-19, involucrándose violentamente en un conflicto interno del narcotráfico…

LAS FF.AA. Y HUMBERTO VACAFLOR

No podemos involucrar a las FF.AA. en un conflicto electoral-interno del narcotráfico, cuando su rol prioritario en esta coyuntura es desplegar plenamente toda su logística institucional en el combate a la pandemia del coronavirus Covid-19. | Fotomontaje Sol de Pando

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© Wilson García Mérida | Columna Sopa de Maní

No cabe la menor duda que Humberto Vacaflor fue uno de los más lúcidos críticos al régimen narco-estalinista de Evo Morales; y por ello mismo —al igual que el suscrito Director de Sol de Pando— sufrió el escarnio de la persecución y del atentado a sus libertades y a sus derechos laborales por órdenes de Juan Ramón Quintana, nuestro enemigo común. En el caso mío, la destrucción de las ediciones impresas de Sol de Pando por obra del carnicero de Porvenir le quitó el pan a la boca de mis hijos, dos de ellos niños en edad escolar cuando tuve que huir al Brasil.

Guardo recuerdos gratos de mi vieja amistad con don Humberto. Como Presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz (Aplp) en 1990, fue quien me colocó la Medalla “Bautista Saavedra” por mis méritos en la Defensa del Interés Público, como un reconocimiento a mi trabajo sobre la narco-inmobiliaria FINSA, cuando empuñaba mis primeras armas como periodista investigador, lo cual causó el primer intento de asesinato que vencí desde un quirófano.

A pesar de esa memoria de respeto y admiración hacia el veterano maestro en este nuestro noble oficio, embargado por una agria mezcla de indignación y decepción debo lamentar que la palabra de Humberto Vacaflor ha virado hacia prédicas anti-democráticas y prácticas anti-periodísticas que me resultan difíciles de soslayar.

https://www.facebook.com/wilsongarciamerida/posts/10221718474449095

Su adhesión al régimen narco-fascista de Jeanine Añez parece ir más allá de una simpatía principista con todo aquello que no apeste a Evo Morales. 

Quedé estremecido al leer en su columna escrita y al oír en su canal de YouTube sus recientes ataques a las Fuerzas Armadas exigiendo que los militares abran fuego en el Chapare, tal como hicieron en Huayllani y Senkata amparados en un decreto de impunidad firmado por Añez. Humberto Vacaflor está pidiendo a gritos una nueva masacre, en medio de la atroz pandemia.

https://www.facebook.com/humberto.vacaflor/posts/3166419453423332

Y más horrorizado aún, quedé al constatar que el colega Vacaflor ejerce esa presión sobre las FF.AA. utilizando información falsa. “La voladura de un segmento de la carretera La Paz-Oruro vino a confirmar lo que todos los bolivianos saben, excepto las Fuerzas Armadas: hay una guerra en curso en el país”, es el primer párrafo de su columna publicada el pasado 15 de mayo.

El dato que esgrime se basa en una foto difundida por activistas de la ultra-derecha oficialista, entre ellos el periodista Juan Carlos Arana. El monitoreo de Bolivia Verifica estableció el 13 de mayo que esa imagen corresponde a un conflicto suscitado en noviembre del año pasado, resultó ser un «re-frito».

A pesar de la aclaración de Bolivia Verifica, Vacaflor insiste en usar aquella información engañosa para meter leña al fuego en su guerra particular. “Un ejército enemigo que comenzó destruyendo 200 metros del gasoducto que pasa por Chapare y luego emboscó a una patrulla de Umopar en esa zona, atacó a policías y soldados del ejército en Yapacaní, se atrevió a acosar al regimiento Ingavi en El Alto y ahora destruye la principal carretera del altiplano, es un ejército que no está jugando” —escribió—. Aquí, en Bolivia, los seguidores del prófugo están lanzados a la guerra, con la ventaja de que las Fuerzas Armadas están mirando para otro lado”.

Él y yo sabemos que detrás de las provocaciones del MAS, que arrastran a gente inocente como carne de cañón ya sea en el Chapare, en Yapacaní, en Senkata o en K’ara K’ara, están la mano criminal de Quintana agazapado en la embajada de México, los telefonazos de Evo Morales gozando del “buen vivir” en su cobarde exilio dorado de Argentina, y la mirada despiadada de Raúl García Linera con paradero desconocido junto a sus “cumpas” de las FARC.

No se va a desactivar la conspireta ruin de aquellos narco-estalinistas metiendo bala en el Chapare o en K’ara K’ara, como exige Humberto Vacaflor, disparando contra inocente carne de cañón; pues eso es lo que exactamente quieren los criminales fugitivos. Tras cada violación a los derechos humanos que perpetra el gobierno transitorio de Añez, Evo Morales salta a la palestra mediática mundial para mostrarse él como la heroica víctima, sin haber puesto una sóla gota de su propia sangre, sin un rasguño en sus costosas vestiduras.

La estrategia del “Vietnam moderno” sólo podrá ser derrotada poniendo tras las rejas a su perverso ideólogo, Quintana; y para ello, si la Embajada de México persiste en proteger al delincuente obstruyendo la potestad de la justicia boliviana, corresponde que el Estado Plurinacional rompa relaciones con ese país; los mecanismos de inmunidad diplomática que amparan a Quintana se desactivarán; desde Chonchocoro ya no podrá usar el whatsaap para ensangrentar al país. ¿Por qué Humberto Vacaflor no se pronuncia sobre este asunto medular en la coyuntura?

A tipos como Murillo y Foronda —por tanto a Añez— no les conviene solucionar la crisis de ese modo pacífico. A estas alturas del desastre no hay nada más pacifista que romper relaciones con México para neutralizar estratégicamente al “moderno vietnamizador” de Bolivia. Sin embargo el narco-fascismo necesita del conflicto generado por el narco-estalinismo, mejor si es con armas; es parte de la estrategia electoral de Murillo y Foronda para imponer la abusiva candidatura de Añez que resultó ser también una candidatura del narcotráfico, como la del MAS con Morales y Quintana. La abrupta ruptura del prorroguismo evista ha desnudado esta nueva dimensión clasista, étnica y regional del narcotráfico boliviano.

Cuando ocurrió lo de Senkata y Huayllani, el Gobierno de Añez gozaba de cierta legitimidad. En seis meses esa legitimidad sucumbió aplastada por episodios de intenso nepotismo, compra y venta de cargos ministeriales, saqueos en Entel e YPFB, uso indebido de bienes para beneficio familiar, el negocio transgénico en plena pandemia y una presencia activa de operadores del narcotráfico aeronáutico del Beni en las entidades públicas, entre otras calamidades propias de la clase política boliviana desde que tengo uso de razón.

La conflictividad que está viviendo Bolivia hoy, es en el fondo un conflicto interno del narcotráfico.

https://www.facebook.com/wilsongarciamerida/posts/10222515380171240

En el régimen narco-estalinista de Evo Morales, Quintana era un factor de equilibrio entre el cholaje cocalero del Chapare y los pilotos racistas del Beni. El Ministerio de la Presidencia es el punto de confluencia de chapareños y benianos, son una hermandad y le dicen «jefe» a Quintana. Ambos bloques acceden por igual a los beneficios del programa «Bolivia Cambia Evo Cumple». Se diría un modelo «narco-populista», quintanista. El régimen de Jeanine Añez ha roto ese espúreo equilibrio mafioso forjado por Quintana. La cuarentena de Murillo está asfixiando al narcotráfico del Chapare provocando una drástica caída en el precio de la coca-cocaína, lo cual beneficia abiertamente a los parientes aviadores del Beni.

Además, el conflicto que mi colega quiere militarizar irracionalmente, es un conflicto también electoral, entre esos dos bandos del narcotráfico en pie de guerra por causas raciales. Esta violencia latente se aplacará poniendo tras las rejas a Quintana, a Morales y a los García Linera; pero también exigiendo que Jeanine Añez desista de su candidatura prorroguista que está corrompiendo impúdicamente el proceso de la transición democrática.

No podemos involucrar a las FF.AA. en un conflicto electoral-interno del narcotráfico, cuando su rol prioritario en esta coyuntura es desplegar plenamente toda su logística institucional en el combate a la pandemia del coronavirus Covid-19, especialmente en las zonas fronterizas que son las más vulnerables del territorio nacional.

El Ministro de Defensa, a quien podríamos objetar por sus arrebatos de cóndor satinador, por encima de ello es un hombre que ha demostrado valor y buena fe en esta guerra contra el contagio chino, al punto de exponer a su propia familia a la maldita infección. Al contrario de Humberto Vacaflor, le expresamos nuestra más humana solidaridad.

Don Humberto Vacaflor es un experimentado periodista, que respeto y aprecio a pesar de este penoso desencuentro. En su momento lo consideré uno de mis maestros, junto a los hermanos Canelas y el doctor José Nogales.

Tengo fe en que sabrá ejercer la autocrítica que está en la esencia del buen periodismo. Bien podría aprovechar su privilegiado acceso a las fuentes gubernamentales —que Murillo vetó a Sol de Pando— para contribuir informando al país no sólo sobre lo bonito y glamoroso en el gobierno transitorio de Jeanine Añez, sino también sobre esas oscuridades que están creciendo como una mancha oprobiosa dentro la agónica democracia boliviana, tan infecciosa como el propio coronavirus.

Humberto Vacaflor: Narco guerrilla al ataque | VIDEO

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