El desafío de Bolpebra en las políticas de desarrollo fronterizo
© Silvia Antelo Aguilar | Para la Fundación Jubileo
Según la información primicial de Sol de Pando, durante la madrugada del 16 de febrero del año 2012, tras las tormentosas lluvias de la noche, el río Acre desbordó su caudal inundando las poblaciones ribereñas de la triple frontera conformada por Bolivia, Perú y Brasil.
En las ciudades vecinas a Bolivia, Iñaparí en el Perú y Assis Brasil en el lado brasileño, las autoridades municipales y estatales desplegaron un eficiente sistema de alertas tempranas y acciones preventivas, mientras que en la orilla boliviana de Bolpebra, cuyo Alcalde se veía forzado a radicar en Cobija por las carencias administrativas en la zona, los pobladores sólo atinaron a huir hacia lado brasileño, ante la incapacidad de las autoridades estatales para impulsar un efectivo desarrollo en este siempre abandonado municipio fronterizo de Bolivia, en el departamento de Pando.
La virtual desaparición del municipio de Bolpebra que fue literalmente devorada por las aguas en desborde del río Acre, era previsible dadas las ostensibles carencias de una sólida infraestructura urbana y ribereña.
A diferencia de Iñaparí y Assis Brasil, Bolpebra carece de los más elementales recursos de autodefensa para enfrentar desastres naturales. En un reportaje realizado por Sol de Pando en noviembre del 2010, se verificó que Bolpebra carecía de energía eléctrica las 24 horas del día tras un corte sufrido desde el municipio vecino del Brasil al cual se compraba la electricidad con pagos en mora. No posee un edificio municipal y ni siquiera un Alcalde que pueda declarar las emergencias. Como en la mayoría de los pueblos aislados de la amazonia boliviana, el Alcalde de Bolpebra tiene su residencia habitual en la ciudad de Cobija, a 200 kilómetros de su municipio-
La población civil de Bolpebra está conformada por una mayoría de migrantes y colonos que se dedican particularmente a la recolección de castaña y la pesca, conviviendo con las etnias Machineri y Yaminahua. El Batallón Riosinho del Ejército boliviano mantiene aquí un puesto de avanzada que es la única fuerza establecida para controlar el tráfico de madera y droga que transita por esta zona en tinieblas. Existe un desguarnecido puesto policial integrado por un solo efectivo.
A través de Bolpebra el tráfico de cocaína peruana y el contrabando de madera fluyen sin control, mientras los bosques son devorados por la expansión de una “frontera agrícola” que agrava la vulnerabilidad boliviana ante los vecinos de Perú y Brasil.
La Secretaría Departamental de Autonomía de la Gobernación informó a Sol de Pando que antes de las inundaciones del 2012 se tenía prevista una inversión de más de cinco millones de bolivianos (Bs. 5’543.982) para la ejecución de cuatro proyectos de infraestructura en este alejado municipio (aún no urbano), consistentes en la construcción de un nuevo Puesto de Control Fronterizo, un Puente sobre el Río Nohaya, la construcción de Posta Sanitaria y Vivienda para médicos en San Pedro de Bolpebra, y un Módulo Policial en Extrema, San Pedro de Bolpebra.
Según la referida Secretaría, “de acuerdo a compromisos asumidos mediante Convenios Interinstitucionales con el Municipio y el Gobierno Central”, la Gobernación ejecutaba aquellas obras a través de las constructoras Proplan S.R.L. del empresario Mirko Fabricio Ulloa Quintana, Nupra y Asociados de Alex Balanza Márquez, y una sociedad innominada formada por Juan Carlos Apuri Quete y Sandra Pinto Pereira:
A raíz de las inundaciones, jamás se pudo verificar si esas obras fueron realmente ejecutadas pese a ser debidamente financiadas y pagadas con los debidos anticipos.