EDITORIAL DE ANF | Hipocresía viral en torno a la violencia contra la mujer
Somos viralmente hipócritas ante la violencia cuando les negamos espacios por su condición, las categorizamos de acuerdo a su condición y social y procedencia, o en definitiva a su “plata” o “figura” o bien consideramos que sus cuerpos son sólo útiles para actos desencarnados y sin compromiso, por lo cual se puede estar con una y otras porque el amor y la fidelidad pasó de moda…
Lamentablemente presenciamos en estos días un escenario de luto y dolor por los actos, desde todo punto de vista condenable, de violencia contra la mujer y feminicidios. La reacción de condena a esta situación de parte de muchas personas, especialmente en las redes sociales, se ha dejado sentir con fuerza.
El tema, presente en la información de los últimos días, ha sido especialmente abordado a raíz del trágico hecho contra la vida de Andrea Aramayo. Desde la difusión de la noticia muchas han sido las versiones, opiniones, acciones y criterios vertidos por diversas personas e instituciones. La sensibilidad de la opinión pública está a flor de piel frente a este hecho y se ha amplificado a través de distintos medios de comunicación social. No siempre el tratamiento de la información ha sido el adecuado —también en ANF—, lo cual no contribuye en absoluto a una conciencia social responsable para que las personas aprendamos a actuar en contra de cualquier tipo de violencia, por lo cual como medios de información debemos reconocer nuestra equivocación y revertir todo aquello que esté ocasionando más dolor, confusión o violencia –aunque sea verbal o escrita-
Es penoso también, por otra parte, que la concentración en este lamentable hecho no haya permitido dar similar cobertura a otros de similares características en otras regiones del país, acaecidos en días pasados. Cualquier asesinato sea por las causas que sean debe ser condenado y adecuadamente reflejado para evitar el morbo, la estimulación a la violencia o la justificación de los actos. Al informar debemos atender a la problemática de fondo y a los elementos que contribuyan a generar una conciencia de respeto absoluto a toda vida humana. Tenemos que pedir disculpas si no lo enfocamos así y remediar el daño que esto ocasiona.
Pero por otra parte debemos ayudarnos mutuamente en el sano ejercicio de la autocrítica para mostrar que, muchas veces, detrás de toda la indignación que manifestamos ante la violencia contra la mujer y los feminicidios aún no acabamos de indignarnos suficientemente contra las actitudes y concepciones que están a la raíz de este mal. Siempre tenemos voces de condena para los desenlaces fatales pero pocas veces somos capaces de atacar los factores que los detonan.
Hay una suerte de hipocresía viral en nuestra sociedad, viralizada en las redes sociales también. Despotricamos contra la ineficiencia de las autoridades para aplicar la ley 348 (lo cual es válido), como si a fuerza de leyes las actitudes cambiasen, pero asistimos inmutables a una serie de espectáculos que alientan la violencia: programas de televisión, películas de cine o DVD “piratas”, chistes machistas, banalización de la figura de la mujer, discursos misogínicos y racistas y una larga cadena de etc. Los niños y los jóvenes van creciendo con la imagen de la “normalidad” de la violencia y nosotros la fomentamos y contra eso, muy pocas veces, protestamos.
Somos hipócritas cuando asistimos a marchas y movilizaciones sociales contra la violencia a la mujer y no dejamos de verlas con miradas posesivas, creyendo en discursos que le asignan unos roles de sumisión, dando audiencia a concursos de “belleza” o dejándolas embarazadas como si ellas solas tuviesen que asumir la vida que se ha generado.
Somos viralmente hipócritas ante la violencia cuando les negamos espacios por su condición, las categorizamos de acuerdo a su condición y social y procedencia —o en definitiva a su “plata” o “figura”— o bien consideramos que sus cuerpos son sólo útiles para actos desencarnados y sin compromiso, por lo cual se puede estar con una y otras porque el amor y la fidelidad pasó de moda.
Y mientras esto siga sucediendo nada cambiará. Seguirán los casos de feminicidio, de formas de violencia encubierta contra las mujeres y personas vulnerables, nosotros seguiremos protestando desde el puesto cómodo de la opinión sin acción y mientras tanto millones de lágrimas, gotas de sangre y rencores sin sanación seguirán siendo parte de las historias, familias y grupos. Ojalá conjuguemos la protesta airada con dejar atrás nuestras hipocresías.
Artículo publicado originalmente en el portal de la Agencia de Noticias Fides (ANF), el 26 de agosto, 2015
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