Falleció la enfermera boliviana que lavó el cuerpo del Che
La enfermera boliviana que lavó el cuerpo sin vida de Ernesto Che Guevara tras ser ejecutado hace más de medio siglo, murió a los 86 años en el mismo pueblo donde vio al comandante guerrillero inerte sobre una fría lavandería de cemento.
Susana Osinaga era enfermera en el hospital del pueblo cuando un día de octubre de 1967, los militares bolivianos la llamaron para que lavara el cuerpo del guerrillero antes de ser exhibido.
El cadáver del guerrillero llegó a Vallegrande en helicóptero hacia las cinco de la tarde del 9 de octubre de 1967 rodeado de una gran expectación. Había sido ejecutado unas horas antes en la escuelita de La Higuera, aunque los militares mantendrían durante un tiempo la versión de que había caído en combate en la Quebrada del Churo.
«La mirada del Che nos conmovió a todos, parecía que estaba vivo. Parecía un santo. Esa mirada me ha seguido por mucho tiempo«, declaró hace un año doña Susana Osinaga, en una entrevista publicada en España. «Jesucristo nomás era«, le dijo al periodista César Calero, quien la entrevistó en octubre del 2017 para el periódico El Mundo de Madrid.
La enfermera no tenía entonces ni idea de quién era el personaje. «Nos dijeron que era el presidente de las guerrillas«, le dijo a Calero.
Susana Osinaga narró al periodista de El Mundo las circunstancias en que tuvo el cadáver del Che en sus manos: “Lo desvestimos, le sacamos sus ropas, lo enjabonamos bien y lo bañamos y después lo hemos secado. Tenía los ojos abiertos. Nunca olvidaré eso”.
Según la crónica, tras llegar a Vallegrande el 9 de octubre, el cadáver del Che fue expuesto en una improvisada morgue del hospital Señor de Malta hasta el día siguiente, cuando se le hizo la autopsia.
A la enfermera, de guardia nocturna el día 10, los militares y uno de los médicos del hospital le pidieron una olla con agua caliente. Habían decidido cortarle las manos al Che para conservarlas en formol (con el fin de confirmar su identidad) y hacerle una mascarilla de la cara.
«Pasado un rato, hacia las tres de la mañana, los militares y el doctor me pidieron una camilla para llevárselo«, recordó la enfermera. Desde ese momento pasaron 30 años sin que se supiera dónde estaban los restos del Che.
Cuando fue entrevistada por el periódico español, doña Susana regentaba “una pequeña tienda en Vallegrande”, según Calero. Murió en la víspera a sus 86 años, sobreviviendo sus últimos años en un albergue de ancianos en Vallegrande, asegura la agencia AP que informó del fallecimiento.
Los restos de doña Susana eran velados en su casa de Vallegrande a pocos pasos de la lavandería del hospital Señor de Malta donde fue exhibido el cadáver de Guevara, tras que la enfermera boliviana lo lavó y acicaló dejándole con los ojos abiertos y el torso desnudo.
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