LA IMPUNE CORRUPCIÓN Y EL NARCOTRÁFICO MATARON A MARCELO QUIROGA SANTA CRUZ
Recordando a Marcelo | VIDEO
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© Redacción Sol de Pando
Luis García Meza y Luis Arce Gómez eran los artífices de aquel ataque narco-terrorista contra la democracia boliviana. Ambos militares ligados familiar y económicamente al narcotráfico, encaramándose en el Comando General del Ejército y su Departamento II de Inteligencia, planificaron cuidadosamente la ejecución de su estrategia de asalto al poder, buscando bloquear un juicio de responsabilidades contra el ex dictador Banzer.
Los golpistas organizaron grupos de sicarios paramilitares y contrataron mercenarios neofascistas que aterrorizaron al país obligado a “andar con el testamento bajo el brazo…”, una formidable expresión de maldad criminal acuñada por el sicópata Arce Gómez.
Corrupto y autoritario, además de estar internacionalmente aislado por su abierta vinculación con el narcotráfico, y carente de todo de apoyo político o social, el gobierno de García Meza ejerció el terrorismo desde el Ministerio del Interior a la cabeza de Luis Arce Gómez. Hubo alrededor de 500 asesinatos, desapariciones forzadas y 4.000 detenidos.
Aquella sangre derramada y aquel dolor sufrido bajo ese régimen de terror, es el tributo que Bolivia pagó para gozar la democracia que hoy vive el país.
Durante el acto golpista fueron torturados y asesinados luchadores por la democracia, entre ellos el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, autor de la nacionalización de la Gulf Oil durante el gobierno del general Ovando e impulsor, desde la tribuna parlamentaria, de un juicio de responsabilidades contra la dictadura del general Hugo Banzer Suárez que rigió entre 1971 y 1978.
DE LA IMPUNIDAD A LA ESCALADA DEL TERROR
El juicio impulsado por el diputado Quiroga Santa Cruz en 1978 contra la dictadura de Banzer, por delitos que abarcaban desde la protecciòn al narcotráfico, nepotismo y malversaciones al más alto nivel, hasta crímenes de lesa humanidad (como la masacre de Tolata y Epizana), no tuvo un respaldo efectivo del Congreso Nacional. La estrategia de impunidad que desplegó el fascismo contemplaba destruir la tribuna acusadora de Quiroga Santa Cruz, cerrando el Parlamento mediante un golpe militar.
La escalada terrorista fue encabezada por el fugitivo nazi alemán Klaus Barbie, quien llegó a Bolivia en la década de los 50, y tras el golpe de Banzer en 1971 el dictador lo incorporó al aparato represivo del régimen delegándole tareas relacionadas con su propia seguridad personal y con la renovación de los métodos de represión en el Ministerio del Interior. Banzer también le otorgó a Barbie ciudadanía boliviana y le dio un pasaporte diplomático bajo el nombre de Klaus Altmann, con el cual recorrió Europa negociando la importación de carros de combate y armas
Klaus Barbie «Altmann» y Luis Arce Gómez fueron los principales planificadores y ejecutores de la estrategia de terror desatada mientras Quiroga Santa Cruz, desde su curul en el Parlamento, intentaba abrir el juicio de responsabilidades contra Banzer.
Entre marzo y julio del 80, a partir del secuestro y asesinato de Luis Espinal perpetrado el 22 de marzo de ese año, el país se estremeció con una ola terrorista (atentados dinamiteros, persecución y espionaje contra líderes políticos y sindicales) que tenían el claro propósito de sabotear las elecciones generales previstas para el 29 de junio.
El día 21 de ese mes previo al golpe, un avión que transportaba a dirigentes de la UDP en campaña electoral, explotó en el aire causando varios muertos. Jaime Paz Zamora, candidato vicepresidencial de Siles Zuazo, estaba en ese avión y se salvó milagrosamente quedando con el rostro estigmatizado por las quemaduras.
El atentado del 21 de junio de 1980, contra lo esperado por los golpistas, radicalizó la voluntad electoral de la opinión pública. Las elecciones dieron el triunfo a la UDP y, en gran medida, al PS-1 de Marcelo Quiroga Santa Cruz que duplicó su votación en relación a los comicios del 78. Este ascenso habría significado el inminente juicio de responsabilidades contra la dictadura de Banzer, que Quiroga Santa Cruz venía impulsando en el Parlamento desde 1979.
TRAS EL TRIUNFO DE LA UDP: EL GOLPE Y LA DICTADURA
Los golpistas estaban decididos a impedir la posesión de Siles Suazo que debía darse el 6 de agosto de 1980. El 17 de julio, los tanques y comandos paramilitares ocuparon las calles de La Paz.
Tras un «ensayo de golpe» en Trinidad, que obligó a reuniones de emergencia entre los ministros de Lidia Gueiler (la Presidenta interina) en el Palacio Quemado, y del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) en la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), los golpistas tomaron ambos puntos para consumar sus objetivos.
En el palacio Quemado, García Meza y Arce Gómez, acompañados por los generales y coroneles del Alto Mando, pusieron a Gueiler ante la disyuntiva de renunciar o prorrogar indefinidamente su mandato clausurando, en palabras de Arce Gómez, «ese boliche del frente» (el Parlamento). «Sólo así podremos gobernar este país como una taza de leche», le dijo García Meza a Gueiler. La Presidenta optó por la renuncia y sus ministros fueron apresados junto al grupo de periodistas que cubrían fuentes gubernamentales.
Simultáneamente, los paramilitares organizados por Klaus Barbie y dirigidos por Arce Gómez, asaltaban la sede de la COB donde fueron baleados el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, el diputado Carlos Flores Bedregal y el dirigente minero Gualberto Vega Yapura.
Los paramilitares se movilizaban en ambulancias facilitadas por el entonces responsable de la CNSS, Willy Sandóval Morón.
Luis Arce Gómez, apenas posesionado como Ministro del Interior, lanzó públicamente esta advertencia a sus futuras próximas víctimas: «De hoy en adelante cualquier subversivo que vaya en contra del Gobierno de Reconstrucción Nacional, deberá andar con el testamento bajo el brazo».
ASÍ MATARON A MARCELO
Arce Gómez y García Meza llamaron «Operativo Avispón» al ataque paramilitar contra la sede de la COB, perpetrado la mañana del 17 de julio del 80, cuando Marcelo Quiroga Santa Cruz fue herido y luego trasladado, todavía con vida, al Gran Cuartel de Miraflores. Le dieron los tiros de gracia para después, presuntamente, incinerarlo en un macabro acto aún no esclarecido.
Los restos de Quiroga Santa Cruz están oficialmente desaparecidos. Quienes lo vieron por última vez ofrecieron conmovedores testimonios registrados durante el juicio contra los militares golpistas.
Según testimonio del sacerdote metodista Germán Crespo, uno de los paramilitares reconoció a Marcelo y lo hirió con una ráfaga cuando se resistía a ser detenido y separado de sus compañeros. Noel Vásquez vio el cuerpo de Marcelo caído en las gradas. Todavía estaba vivo. «Logré ver que con un tremendo esfuerzo levantaba sus ojos», relató el que fuera secretario permanente de la COB.
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