Data: octubre 14, 2013 | 19:14
El hallazgo arqueológico se efectuó en territorio indígena de la nación Nonuya, un pueblo amazónico colombiano cuya cultura se basa en las bondades del reino vegetal; y priorizan más la pesca que la caza...

Hay restos de pueblos frutícola-herbívoros de hace 10.000 años en la Amazonia colombiana

En la parte superior del terreno se encontraron vestigios de los grupos agricultores, mientras que en la inferior, con mayor antigüedad, dejaron sus huellas los pueblos recolectores. | Foto Unal-Colombia

En la parte superior del terreno se encontraron vestigios de los grupos agricultores, mientras que en la inferior, con mayor antigüedad, dejaron sus huellas los pueblos recolectores. | Foto Unal-Colombia

© Redacción Sol de Pando
EL REINO VEGETAL DE LA NACIÓN NONUYA El indígena Abel Rodríguez es nombrador de plantas. Ese título le dio su comunidad, la etnia nonuya, en el Medio Caquetá. Cierto día un biólogo le pidió que lo guiara en la selva amazónica y le ayudara a identificar algunos árboles o bejucos que le estaban sirviendo para una investigación, y él, que había sido un niño atento y curioso con las costumbres y los saberes indígenas, respondió con meticulosa exactitud a cada una de las preguntas. Ese día, podría decirse, empezó a ser oficialmente el nombrador de plantas. El siguiente trabajo en su vida, también sin buscarlo, sería el de dibujante y pintor... de plantas. Los Nonuya o nunuyas son una etnia indígena perteneciente a la familia lingüística bora, localizados en un área de 59.840 hectáreas en el departamento del Amazonas de Puerto Santander, Colombia. Actualmente se estima una población de 228 habitantes1 ubicados en la cabecera del río Cahuinarí. La palabra nonuya proviene de la lengua huitoto y significa “Gente de achiote“, una planta colorante amazónica. En 1988 se constituyó el resguardo Nonuya de Villa Azul. Esta comunidad se formó a partir de varias familias nonuya, muinane, makuna, uitoto y yucuna, dejando el mando en cabeza del anciano mayor de los muinane. Hacia principios de los noventa, se inició un proceso de separación de ambos grupos étnicos que se consolidó con la constitución de dos comunidades autónomas bajo el mismo resguardo: Peña Roja, ubicada en las riberas del río Caquetá y Villa Azul. Esta última, definida como asentamiento nonuya, tiene en la lengua muinane y en el castellano, sus idiomas más comunes. Su economía se basa principalmente en la horticultura, la recolección, la pesca y la caza en menor intensidad. Su economía se basa en la horticultura, la caza, pesca y recolección. Entre los cultivos tradicionales están la yuca, el plátano, ají, ñame, maíz y algunos frutales. Actualmente algunos Nonuya, también pescadores, se dedican a la comercialización de bagre, el cual es vendido a los cuartos fríos de Puerto Santander y al municipio de Araracuara. Como en la mayoría de pueblos que habitan la región del Amazonas, el uso de plantas sagradas se constituye para los Nonuya en un elemento fundamental dentro de su vida cultural y social. El Yuruparí es el ritual más trascendental porque rememora los orígenes y revive los elementos esenciales de su cosmovisión.

EL REINO VEGETAL DE LA NACIÓN NONUYA
El indígena Abel Rodríguez es nombrador de plantas. Ese título le dio su comunidad, la etnia nonuya, en el Medio Caquetá. Cierto día un biólogo le pidió que lo guiara en la selva amazónica y le ayudara a identificar algunos árboles o bejucos que le estaban sirviendo para una investigación, y él, que había sido un niño atento y curioso con las costumbres y los saberes indígenas, respondió con meticulosa exactitud a cada una de las preguntas. Ese día, podría decirse, empezó a ser oficialmente el nombrador de plantas.
El siguiente trabajo en su vida, también sin buscarlo, sería el de dibujante y pintor… de plantas.
Los Nonuya o nunuyas son una etnia indígena perteneciente a la familia lingüística bora, localizados en un área de 59.840 hectáreas en el departamento del Amazonas de Puerto Santander, Colombia.
Actualmente se estima una población de 228 habitantes ubicados en la cabecera del río Cahuinarí. La palabra nonuya proviene de la lengua huitoto y significa “Gente de achiote“, una planta colorante amazónica.
En 1988 se constituyó el Resguardo Nonuya de Villa Azul. (Se conoce como Resguardo a las áreas protegidas en Colombia). Esta comunidad se formó a partir de varias familias nonuya, muinane, makuna, uitoto y yucuna, dejando el mando en cabeza del anciano mayor de los muinane. Hacia principios de los noventa, se inició un proceso de separación de ambos grupos étnicos que se consolidó con la constitución de dos comunidades autónomas bajo el mismo resguardo: Peña Roja, ubicada en las riberas del río Caquetá y Villa Azul. Esta última, definida como  Asentamiento Nonuya, tiene en la lengua muinane y en el castellano sus idiomas más comunes.
Su economía se basa en la horticultura, la recolección, pesca, y la caza con menor intensidad. Entre los cultivos tradicionales están la yuca, el plátano, ají, ñame, maíz y algunos frutales. Actualmente algunos Nonuya, también pescadores, se dedican a la comercialización de bagre, el cual es vendido a los cuartos fríos de Puerto Santander y al municipio de Araracuara.
Como en la mayoría de pueblos que habitan la región del Amazonas, el uso de plantas sagradas se constituye para los Nonuya en un elemento fundamental dentro de su vida cultural y social. El Yuruparí es el ritual más trascendental porque rememora los orígenes y revive los elementos esenciales de su cosmovisión.

A diferencia del norte y sur del Continente Americano donde los grupos humanos se dedicaban a la caza, en la región amazónica del territorio colombiano, sino en toda la Amazonia continental, hubo comunidades que se alimentaban casi exclusivamente de frutos silvestres y otros productos vegetales, según informó la Agencia de Noticias  de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), que es parte de la red universitaria Unimedios.

A 40 kilómetros de Araracuara, en el resguardo indígena de Peña Roja, habitada hoy por la nación Nonuya, se encuentra uno de los pocos yacimientos arqueológicos descubiertos, de mayor antigüedad en la cuenca amazónica.

En excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 2012 y 2013, los investigadores encontraron que allí vivieron comunidades humanas hace 10.000 años; estos grupos, además de ser nómadas, desconocieron la elaboración de la cerámica y la agricultura, pero ya habían iniciado la domesticación de especies vegetales como lo evidencian los restos macro y microbotánicos (semillas, fitolitos y almidones fósiles).

La prevalencia de restos botánicos y ausencia de vestigios óseos indican que “estos grupos humanos enfatizaron mucho en el mundo vegetal, especialmente en las palmas”, según Gaspar Marcote, profesor de la Unal, quien agrega que también consumían frutales silvestres, tubérculos y raíces.

Para ello, el investigador recuperó semillas arqueológicas, almidones y fitolitos (estructuras microscópicas de sílice que se encuentran en las plantas y que pueden perdurar miles de años en el suelo) del yacimiento.

Estos vestigios fueron descritos y determinados utilizando colecciones científicas contemporáneas del Instituto de Ciencias Naturales de la Unal. Para conocer la antigüedad de los humanos en esta región amazónica, se seleccionaron algunas semillas arqueológicas de palmas, las cuales fueron enviadas a un laboratorio estadounidense para su datación.

No son pueblos vegetarianos, aclara Obregón Cardona

El conocido arqueólogo y antropólogo colombiano Mauricio Obregón Cardona comentó el artículo publicado por el portal noticioso de la Universidad Nacional de Colombia bajo el título «Comunidades vegetarianas vivieron en la Amazonia hace 10.000 años». Aquel titular no reflejaba en rigor el contenido de la investigación, según el académico.
«No son comunidades `vegetarianas'», aclaró el también experto de la Universidad Autónoma de México (Unam). «Es muy diferente ‘ser vegetariano’ a que las carnes (mamíferos, aves y peces) sean una parte pequeña y poco visible (arqueológicamente) de la dieta… esta última situación es muy, muy frecuente en las dietas de los diferentes grupos amerindios y campesinos del pasado y de la actualidad…», escribió Mauricio Obregón.
«Ser vegetariano», precisó el antropólogo, «es una práctica contemporánea que obedece mucho más a creencias religiosas sobre la composición del ser y su lugar en el cosmos y está directamente emparentada con ontologías asiáticas…».

Entre la recolección y la pesca

Actualmente algunos Nonuya, también pescadores, se dedican a la comercialización de bagre, el cual es vendido a los cuartos fríos de Puerto Santander y al municipio de Araracuara.

Actualmente algunos Nonuya, también pescadores, se dedican a la comercialización de bagre, el cual es vendido a los cuartos fríos de Puerto Santander y al municipio de Araracuara.

Tratamos de conocer la composición de la selva en ese tiempo y cómo los grupos humanos manejaron ese bioma”, explica el profesor Marcote, quien argumenta que en la zona de Peña Roja grupos de recolectores establecieron reiteradamente sus campamentos durante 1.700 años entre el 9.800 y 8.100 antes de nuestra era.

También en Peña Roja se encontraron evidencias de grupos agricultores, asociados a Terras Pretas, quienes vivieron en esta zona, entre el año 50 y el 1.565 d. C.

El investigador –con ayuda del profesor de la Unal Tomas León, experto en suelos, y Francisco Aceituno, arqueólogo de la Universidad de Antioquia y experto en almidones– encontró que las comunidades recolectoras también seleccionaron y comenzaron a manipular tubérculos, que fueron fundamentales en la dieta.

Los datos de fructificación de las palmas y los frutales silvestres identificados indican que en la temporada de aguas bajas y escasa pluviosidad (noviembre, diciembre y enero) prevalecía un estrés alimenticio, el cual tuvo que afectar a estos grupos recolectores de la selva.

Cabe preguntarse entonces: ¿Qué comían durante esos periodos de escases? ¿Acaso levantaban sus campamentos y se iban a otras regiones de la selva?

Una de las hipótesis de los investigadores sugiere que la alternativa podría ser el recurso pesquero –que durante esos meses es abundante, ya que llega la “subienda” (migración de peces que vienen del bajo río amazonas hacia las cabeceras de los grandes afluentes, como el río Caquetá)–, complementado con el consumo de tubérculos y raíces ricos en almidones.

“Lo primero que queremos destacar es que la selva amazónica no fue un espacio vacío, sino que fue ocupada desde muchos siglos atrás, y ha existido un manejo muy complejo sobre esta”, puntualiza el experto.

De otro lado, resaltó que estos grupos humanos –nómadas de selva húmeda tropical– habrían incidido en la dispersión de algunas de las plantas manejadas, pues esta es una acción que los humanos hemos realizado en el transcurso del tiempo. “De este modo, las personas son fundamentales en la propagación de especies. Así develamos que la selva sí ha estado antropizada desde hace milenios”, asegura.

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