El Carnaval de Pando es un crisol de culturas
La ciudad de Cobija entró al frenesí del Carnaval 2019 en el momento de la coronación oficial de la su Reina, Shariffe Valdez Segovia, acto que aconteció el anterior sábado en el Parque Piñata. La tarde de este sábado, Shariffe ejercerá su reinado encabezando la Entrada de las fraternidadas a lo largo de la avenida 9 de Febrero, junto a la Reina de Antaño doña María Rita Montero, la Reina Infantil María Eduarda Moisés y el Rey Momo don Armando Rodríguez.
El siguiente sábado, 9 de marzo, se realizará, por segundo año consecutivo, el Corso Militar con comparsas que forman conscriptos y oficiales de los distintos regimentos acantonados en Pando. Es un corso de variedades muy parecido al de Cochabamba. Al día siguiente, domingo, se producirá la “despedida de Carnaval” con el tradicional rito de arrojar al rey Momo en el río Rocha desde una orilla festiva.
Este Carnaval pandino 2019 tiene un fondo musical propio, a través de una canción tropical compuesta por el músico pandino Humbert Eduardo Camacho en honor a Shariffe y su corte que integran miembros de la fraternidad Tabo. El tema se presenta con un breve toque de fusión en reminiscencia a la emblemática canción «Pandinita» del Trio Oriental.
La canción oficial de Carnaval de Pando 2019 | VIDEO
La fiesta pandina como crisol de culturas
El Carnaval de Pando reproduce en sus alegorías, ritos y danzas la extraordinaria historia de Pando y la compleja diversidade de su formación económica y social a lo largo del último siglo transcurrido.
En los albores del siglo XX, tras la llamada Guerra del Acre, una vez consolidada Cobija como ciudad, el carnaval se reducía a una fiesta social celebrada por las élites vinculadas al próspero negocio de la goma, con predominio de disfraces de salón europeos.
Una influencia cultural poderosa en la configuración identataria del carnaval pandino fue la aportada por la comunidad de migrantes y descendientes sírio-libaneses que poblaron el Acre boliviano y brasileño desde fines del siglo XIX. La iconografía árabe es una singular peculiaridad eN el ritual carnavalero pandino, incluso en nuestros días.
Después de la guerra del Chaco y con mayor énfasis tras la revolución del 52, el carnaval se convirtió en una fiesta callejera con participacion de las primeras fraternidades que imitaban el modo brasileño de la celebración. También hacen su irrupción representaciones indígenas representativas de la región como los Pacahuara, Tacana, Esse Eja, Machineri, Yaminahua y Cavineño. En las fiestas de salón comenzó a usarse talco y aguas perfumadas para los juegos carnavaleros.
Testimonios de la época indican que las comparsas solían dirigirse al municipio de Brasiléia, al otro lado de la frontera, para compartir la fiesta con los vecinos brasileños.
“Durante estos años e incluso entrando en la década de los 70, se acostumbraba a colocar en los charcos de agua de las calles que todavía no tenían ningún tipo de pavimento, a las personas con el fin de mojarlas y ensuciarlas; también se jugaba con globos llenos de líquido y a echarse con pintura acrílica, por lo que después los muchachos y jóvenes, sobre todo, debían lavarse por varios días para eliminar cualquier mancha”, según la informa la académica Carol Carlo Durán en una investigación sobre el tema.
Una característica del carnaval de aquellos tiempos y que perdura hasta nuestros días —según Carol Carlo— es una tradición similar a la que se conoce como el entierro del Pepino en La Paz; solo que, en lugar de ese personaje paceño, se hacía un muñeco que representaba el carnaval; este era llevado en hombros por los comparseros, quienes simulando llanto y haciendo mucho ruido, lo trasladaban hasta orillas del río Acre donde lo arrojaban después, como una despedida de la festividad.
Entre los años ochenta y noventa se hizo predominante la influencia del Carnaval de Santa Cruz, especialmente en lo concerniente a la elección de las reinas y las premiaciones a las fraternidades danzantes mejor ataviadas.
Durante la última década marcada por la intensificación de la migración del occidente andino del país, el Carnaval de Pando comenzó a abrirse a la presencia de música y danzas quéchua-aymaras como sicuris, llameradas y cullaguadas, además de las típicas diabladas y morenadas. La juventud cobijeña es especialmente atraída por la danza de “Los Caporales”, a tal punto que en Cobija existe una filial de la fraternidad “Caporales de San Simón” de origen cochabambino.
Por todo ello el Carnaval de Pando es un espectáculo multicultural digno de admiración.
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