Data: diciembre 18, 2016 | 0:10

Carlos D. Mesa Gisbert | DOS AUTORES “EXCÉNTRICOS” DE LA LITERATURA BOLIVIANA

En el contexto de la literatura boliviana del siglo XXI hay algunos autores excéntricos a las consideraciones convencionales sobre nuestra literatura. Escojo a dos de ellos para ejemplificar esa “excentricidad”.

Alison Spedding (1962)

Alison Spedding: «Escribe desde adentro, desde el corazón de un mundo que las más de las veces se leyó desde la superficie o desde su costra…» | Foto Archivo Sol de Pando

¿Sería posible decir que la británica-boliviana Alison Spedding escribe literatura indigenista? Quizás podríamos ensayar la “actualización” del concepto y decir que es una autora neoindigenista, pero sería una afirmación insuficiente y limitante. Lo que importa en su obra –en buena medida posible porque quien escribe nació en Europa a 10.000 Km. de distancia y se sumergió en lo indígena hasta hacerlo suyo- es que hace una lectura extraordinariamente viva y estimulante del mundo indígena de la actual centuria. En un salto que muestra imprecación y mirada larga, está una de sus novelas, Catre de Fierro, en clave de eslabón campo-ciudad, pero obviamente inteligible como aproximación descarnada al mundo sacralizado de lo indígena y también de lo mestizo. Nada está a salvo, ni siquiera los elementos emblemáticos de la teoría “descolonizadora” tan en boga. Spedding escribe desde adentro, desde el corazón de un mundo que las más de las veces se leyó desde la superficie o desde su costra. La narrativa de Alison Spedding está muy lejos del indigenismo clásico. Es una ruptura porque es capaz de leer sin prejuicios y sin complejos, lo que literalmente “le sale de…” Spedding marca un quiebre ¿Quién podría dudarlo?

Adolfo Cardenas (1950)

Adolfo Cárdenas: «El lenguaje subvierte el orden, o mejor, lo coloca donde debe estar, en la calle, en las bocas de sus personajes tal como estos se expresan, tal como hablando viven el mundo…» | Foto Archivo Sol de Pando

¿Cómo podríamos enmarcar a Adolfo Cárdenas y Periférica Blvd.?  S. Fernández A. es uno de los personajes de la novela, chofer del teniente protagonista de Periférica. Es el chofer indígena del vehículo patrullero de la policía que nos mete en el mundo delirante de Periférica Blvd. La movilidad social, más allá del puro juego de nombres, está a la vista.

¿Marca Cárdenas una ruptura? Otra vez la idea de las rupturas. Lo excéntrico convertido en centro. El lenguaje subvierte el orden, o mejor, lo coloca donde debe estar, en la calle, en las bocas de sus personajes tal como estos se expresan, tal como hablando viven el mundo, el suyo que es el efervescente de la ciudad. ¿Podría traducirse a Cárdenas al inglés, al francés, al italiano, al alemán? La primera respuesta parece ser definitiva y es un no. Pero ¿y ese gran subvertor del orden del lenguaje que fue Joyce? Pregunto ¿Cómo tradujeron Finnegans Wake o Ulises al castellano? ¿Cuánto me estoy perdiendo de lo que esa obra, que es un referente monumental de la literatura universal, tiene en su idioma original una vez traducido? De nuevo ¿Cárdenas es intraducible? probablemente Joyce es intraducible, pero sin embargo se ha traducido.

En Periférica, contra lo que podría pensarse, la palabra no es un artificio que explota y desaparece, la palabra está  intrínsecamente ligada en matrimonio con lo narrado y lo es todo. En cuanto al tema, no puede ser definido como novela social ni como novela política, ni como novela de género, ni siquiera como un subgénero. Pero sí le permite al lector entender una idiosincrasia, los mecanismos de funcionamiento social y su subtexto político. Es aquí donde se prueba que es un camino más efectivo que el de la literatura militante, pues el retrato es más claro y profundo que el de las novelas que han buscado explícitamente representar la sociedad, reflejarla, comprometerse con…

Lo que importa es la construcción del universo de Periférica. Lo dicho. El lector es transportado por el lenguaje. En este caso no hay posibilidades de separar una cosa de la otra. El lenguaje en ese juego de aparentes fuegos artificiales no está disfrazando algo vacío de contenidos. Hay una imposibilidad en Periférica de separar el lenguaje de los personajes, de la acción, de los símbolos, de la dinámica, de todo aquello que se mueve. ¡Y se mueve mucho! Periférica es una novela viva en el más profundo sentido de la palabra y, valga el juego, renovadora por la palabra integrada inseparablemente al corpus-cuerpo de sus protagonistas. ¿Es una novela costumbrista? No. ¿Es solamente una novela urbana? probablemente la definición sea insuficiente. ¿Es la jerga que solamente puede comprender un paceño, y aún más, un paceño de la periferia? No lo sé. Habría que ver si un argentino o un mexicano, cuando leen Periferica, pueden entrar en esa viscosidad tan íntimamente vital, en la que los personajes parece que están bailando cuando aparecen bailando, o parece que están grafiteando, o matando, o emborrachándose, o a punto de volcar el auto patrullero. El “parece” es el click que hace posible el lenguaje para que la realidad narrada sea la realidad sentida por el lector. ¿No es esta una ruptura? 

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