Data: junio 26, 2015 | 12:06

Bolivia despierta con una nueva derrota

Se cae el telón para la selección boliviana en la Copa América.

Se cae el telón para la selección boliviana en la Copa América.

© Redacción Sol de Pando

Con una nueva derrota, esta vez a manos de la selección de Perú por 1-3, ha caído el telón de la Copa América para Bolivia. Como era previsible, el papel de los dirigidos por Mauricio Soria –con papelón incluido, como fue la paliza de 0-5 sufrida ante los anfitriones– pone en evidencia la crisis por la que atraviesa el fútbol nacional.

El partido contra Perú tuvo elementos sorprendentes. El primero de ellos fue la alineación que presentó la verde: no estuvo completo el equipo que se suponía era el titular. Mauricio Soria ensayó nuevos nombres –destaca la presencia de Alcides Peña en la delantera– y el esquema se derrumbó a los veinte minutos, cuando Perú se puso en ventaja a través de su delantero estrella, Pablo Guerrero que, esta vez, hizo honor a su nombre. Marcó los tres tantos peruanos y perdonó algunos más, que pudieron tornar la derrota en catástrofe mayor. En el segundo, en rigor, debió agradecerle al arquero Quiñones la ingenuidad de resbalarse para entregar el arco y dejar sin chances de empate al equipo boliviano.

La segunda sorpresa vino para el segundo tiempo; cuando el entrenador boliviano dispuso la salida de sus habituales laterales, Hurtado y Morales, y los sustituyó por Pablo Escóbar y Damián Lizzio, jugadores volantes con vocación ofensiva. Con ello, logró que el fútbol se trasladara a la otra cancha, haciendo más parejas las acciones, pero sin impedir que Perú se mostrase constantemente superior. Los rápidos contragolpes del equipo “incaico” no tuvieron la culminación deseada; de lo contrario, estaríamos describiendo una derrota como la sufrida ante Chile.

Con el 0-2, el partido se le hizo cuesta arriba a Bolivia. Perú reguló fuerzas, seguro ya de su clasificación a la siguiente instancia. Los dos goles que siguieron para dar el score definitivo son apenas anécdota. El de Bolivia, merced a un penal que le hicieron a Lizzio, permitió a Marcelo Martins afianzarse como el goleador de la selección, pero nada más.

Para Mauricio Soria, “Perú hizo tres goles y nada más”. Verdad de Perogrullo, como que de eso se trata el fútbol: de hacer goles al rival y de evitar que se los hagan a uno. Y dijo, a manera de justificativo, que hubo un penal no cobrado y que el árbitro perdono al arquero peruano de la expulsión en esa acción, lo que podría haber cambiado el curso de la historia. Una declaración que suena a “si mi abuelita no estaría muerta, estaría viva”.

Ha pasado el instante de gloria que supuso la victoria ante Ecuador; aquella que fue la única y que posibilitó pasar a la siguiente instancia. Aquel relámpago de noche oscura encandiló a muchos ilusos que esperaban de Bolivia un gran papel. Al contrario de lo que pensaban los optimistas (“lo de Chile fue un accidente”), lo accidental fue la victoria ante los dirigidos por Gustavo Quinteros; partido atípico que, si duraba cinco minutos más, seguro terminaba con otro resultado.

Ahora, de vuelta a casa, empieza la verdadera faena. Ella no pasa por la cuestión táctica, ni por los jugadores, ni por el entrenador. Pasa por reordenar la institucionalidad en crisis que, seguro, tiene ya un capítulo escrito: la salida ignominiosa del presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, Carlos Chávez, que al cierre de esta nota, se aferra con uñas y dientes a un cargo que le quedó demasiado grande.

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