ENTREVISTA CON CARLOS TIBURCIO AMURUZ | El académico e historiador cobijeño, con la autoridad intelectual de su obra sobre la Guerra del Acre, reafirma la convicción de que no fue Bruno Racua el indígena tacana quien lanzó la flecha que devastó a los brasileños en la Batalla de Bahía…

REIVINDICACIÓN DE JUAN DE DIOS AGUADA

Carlos Tiburcio: “En ningún momento, ni en el relato de don Simón Moreno, primer jefe de la Columna Porvenir, que fue quien recibió la orden de incendiar el barracón, se menciona a otra persona que no sea Aguada..”. | Fotomontaje Sol de Pando (fondo: pintura de Jorge Rivasplata)

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Carlos Alberto Tiburcio Amuruz, uno de los más destacados intelectuales pandinos, ingeniero comercial de profesión, de ascendencia nordestina, examina en esta conversación con Sol de Pando la difusa mirada histórica boliviana que aún prevalece sobre el conflicto del Acre. Pese a la abundancia documental y testifical de que el héroe verdadero de la Batalla de Bahía fue el ixiameño tacana Juan de Dios Aguada, y no Bruno Racua, las autoridades locales persisten en una desidia permitiendo que el error historiográfico prosiga entre las nuevas generaciones de pandinos y bolivianos. Autor del libro “Columna Porvenir”, ex Constituyente, ex Secretario General de la Universidad Amazónica de Pando (UAP) y actualmente candidato a segundo Senador por Comunidad Ciudadana, la palabra de Carlos Tiburcio se sostiene en la solvencia científica de su trabajo…

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando | Datos & Análisis
GALERÍA | Silverio Aguada, nieto del héroe

Silverio Aguada Opimi, nieto del genuino héroe de la Batalla de Bahía, es un ícono que representa una verdad histórica que aún se oculta deliberadamente. | Foto Sol de Pando

—Al conmemorarse el 118 Aniversario de la Batalla de Bahía, ¿en qué medida cree usted, como historiador del tema, que ese episodio está correctamente narrado en la historiografía nacional? ¿Cuáles son los aspectos más débiles de esta historia en la narrativa oficial? |—Considero que, tanto a nivel nacional, como regional, la narrativa de la Batalla de Bahía carece de uniformidad. Existen varios relatos de la misma que, a simple vista, para quien ha investigado más a fondo este tema, resulta por lo menos fantástico. En mi opinión, los documentos que se encuentran en el libro “Anotaciones y Documentos sobre la campaña del Alto Acre”, de Nicolás Suarez hijo, se ajustan más a la veracidad de los hechos, tomando en cuenta que los relatos ahí plasmados de muchos de los combatientes de esa contienda (Fuentes primarias) manifiestan su testimonio mediante declaración jurada ante notario. Incluso el relato realizado por don Federico Román, al ser contrastado con los demás combatientes y, sobre todo, por las características propias de este territorio, deja mucho que desear, porque narra hechos, situaciones, pasajes otras cosas que carecen de consistencia. Demostrado está, que lo afirmado por Román, ha surtido efecto en las gentes de occidente, que ignoraban este territorio y que dieron por verídico mucho de lo contado por este combatiente del Acre, pero que, a mi criterio, no es tan así…

—¿Son, entonces, aún insuficientes las investigaciones historiográficas realizadas en los 118 años transcurridos de ese episodio fundamental en la identidad acreana de Bolivia? |—Creo que sí. Entre los aspectos más débiles está sin duda la falta de investigaciones con cierto rigor científico sobre lo que hasta ahora fue escrito sobre el tema. Soy de los que considera que la clave para homogeneizar la narrativa sobre este y otros hechos de nuestra historia, pasa por la realización de más investigaciones que nos conducirá a reescribir gran parte de nuestra historia (no solo de la Batalla de Bahía) y con esto, nuestras generaciones se nutrirán de conocimientos basados en información comprobadas y no, como ocurre en gran medida hoy, en relatos escritos con poca consistencia científica. Hay un avance, pero queda mucho por hacer en este sentido.

GALERÍA | Portadores de la memoria oculta

Febi Hurtado Tirina, profesora de Historia en el municipio de Porvenir, coincidiendo con Tiburcio Amuruz, logró reconstruir en base a testimonios orales el momento en que los indígenas de la Columna Porvenir alternaron sus flechas hasta expulsar a los brasileños. Aguada fue el único que dio en el blanco, asegura ella. Este periódico la entrevistó en mayo de 2016. | Foto Sol de Pando

Juan de Dios Aguada, presencia histórica incontrastable

—Un significativo aporte de las indagaciones suyas demuestra que no fue precisamente Bruno Racua el indígena que dio en el blanco con la flecha incendiaria que expulsó a los revolucionarios brasileños de una barraca en Bahía (lo cual hizo posible la existencia posterior de Cobija y Pando dentro el territorio acreano que quedó en Bolivia). Todo indica que la flecha certera la disparó el indígena tacana Juan de Dios Aguada. ¿Cuál es exactamente la versión suya al respecto? |—Baso mi relato en el testimonio del Primer Jefe de la Columna Porvenir, don Simón Moreno, quien relata esta parte de la batalla asegurando que “[…] A las siete de la mañana del día 11 fui al campamento del señor Nicolas Suarez. […] Aquí nos dio la orden de incendiar la barraca al medio día y reanudar el combate. […] El capitán Paz y el teniente Trucco se encargaron de preparar la flecha incendiaria con yesca seca de algodón”. Y remata su relato diciendo: “[…] En este primer momento el siringuero ixiameño Juan de Dios Aguada disparó la flecha que incendió el barracón”.

—En esa y otras crónicas de esa época, no hay mención alguna a Bruno Racua como el flechero que dio en el blanco… |—Como se puede ver, en ningún momento, ni en el relato de don Simón Moreno, primer jefe de la Columna Porvenir, que fue quien recibió la orden de incendiar el barracón, se menciona a otra persona que no sea Aguada. No lo hace Moreno ni tampoco otro combatiente miembro de la Columna que estuvo presente en los hechos. Por tal motivo, en las conclusiones y recomendaciones de mi trabajo indico que “[…] Sin embargo, algunos hechos, como el nombre de la persona que lanza las flechas incendiarias el día 11 de octubre de 1902 en la Batalla de Bahía, que según algunos textos, recae en Bruno Racua Tibubay, continúa en la incertidumbre, tomando en cuenta que las fuentes y documentos consultados en esta investigación no permiten confirmar que se trate de dicho personaje, haciendo necesaria otra investigación para despejar las dudas sobre la autoría de esa hazaña.”.  

—Llama la atención que el apellido Aguada es muy difundido en Cobija. Sol de Pando estableció en el Registro Civil que todas las familias que llevan ese apellido son descendientes de Juan de Dios Aguada. En mayo de 2016 intentamos con apoyo de la Gobernación reivindicar la memoria del héroe Aguada pero nuestro destierro frustró el intento. ¿A qué atribuye usted que en los actos oficiales se insiste en celebrar la memoria de Bruno Racua manteniendo en el olvido a Juan de Dios Aguada? |—Es difícil asegurar qué o cuales son los motivos para que se ignore, no solo a Aguada, sino a todo ese conjunto de hombres valientes que dieron su vida para defender y recuperar territorio nacional cuando el Estado brilló por su ausencia. Lo que sí me queda claro es el poco interés que existe en las autoridades en profundizar sobre los temas que conciernen a nuestra historia. Se necesita invertir más recursos para alentar a que investigadores tomen interés o, simplemente cuenten con las condiciones mínimas para desarrollar estudios que coadyuven a reescribir nuestra historia. Me cuesta mucho entender y es incomprensible este desgano de parte de los que administran el departamento. Considero que mientras persista esta actitud, vamos a seguir ignorando muchos aspectos que deben conocerse y repitiendo otros que no son tan verdaderos como los cuentan y que hoy sirven como textos de consultas.

GALERÍA | Silverio Aguada, nieto del héroe

Después del contacto con Sol de Pando en mayo de 2016, ninguna autoridad del Departamento se preocupó por el bienestar de don Silverio Aguada Opimi, único descendiente vivo del héroe ignorado. | Foto Sol de Pando

¿Fue una guerra o fue una revolución?

—En su criterio, los dos conflictos del Acre de 1898 a 1903 ¿fueron una guerra o una revolución? ¿Qué opina usted sobre la versión oficial del Brasil en sentido de que el conflicto se desató a raíz de la entrega que hizo el gobierno de José Manuel Pando a un consorcio norteamericano, militarizando el territorio y desconociendo los derechos adquiridos por los migrantes del Nordeste brasileño que, expulsados por la sequía sertaneja, colonizaron el Acre en medio del abandono por parte de Bolivia? |—Para responder esta pregunta tenemos que diferenciar entre revolución y guerra. En ese sentido, si se hace una interpretación exegética de la palabra revolución encontramos que es una sublevación de un grupo de personas que se encuentran especialmente afectadas por algún motivo y que consideran ha sido impuesto en ellos. Las revoluciones siempre se dan con un propósito; pretenden conseguir un objetivo que «según los revolucionarios» es justo y merecido. Una revolución no implica conquista de territorio. La guerra, a diferencia de la revolución, que tiene fines sociales, utiliza la fuerza, la violencia y todo lo que esté al alcance de quienes se involucran para obtener beneficios económicos y, sobre todo, para conquistar o defender territorios. En tal sentido, si revisamos lo sucedido en el Acre, tanto en 1898 como en 1902, vemos que la primera se puede considerar como una simple revuelta (revolución) ya que no supuso conquista de territorio. Pero la de 1902, considero que nace con el pretexto de una revuelta, pero se convierte en una guerra, aunque el Brasil sostuvo y sostiene que no, porque arguye que no hizo uso de su ejército regular, salvo cuando recibe la noticia de que el ejército boliviano a la cabeza del presidente marchaba a la zona de conflicto y, ante la amenaza de que una fuerza nacional invada el Brasil, manda un contingente supuestamente a proteger su territorio, siendo que dicha fuerza se encontraba en territorio boliviano y no brasileño…

—Pero, ¿en qué medida fue determinante para el conflicto que el Gobierno de José Manuel Pando haya cedido la administración del Acre a la “Bolivian Company” con sede en Nueva York? |—Ya el tema del consorcio sirvió como “excusa y pretexto” para los revoltosos, pero principalmente para los gobernantes brasileños, que sostuvieron y sostienen hasta hoy la tesis de que la revuelta de 1902 se debió a eso y no a otras cuestiones. La cierto es que Bolivia pierde (vende por dinero) un vasto territorio al Brasil, siendo la perdida territorial más significativa de nuestra historia. Más de 191.000 kilómetros cuadrados son entregados a ese país a cambio de una suma de dinero. Lo realizado por las autoridades (Gral., José Manuel Pando y otros) echa por un tubo todo el esfuerzo realizado por los soldados voluntarios que ofrendaron sus propias vidas y todo lo que poseían en estas tierras olvidadas por el Estado y defendieron al país del enemigo circunstancial de la época.

—Hay un antecedente en sus escritos referente a que en el momento de la fundación de Pando se consideraba la posibilidad de nombrarlo como Departamento del Acre. La idea no era mala, considerando el rol nefasto del Pando en la ruptura con los nordestinos brasileños que protegían este territorio de la injerencia norteamericana. ¿Cree usted que en algún momento se den las condiciones para replantearse ese denominativo original de este nuestro Acre? |—Espero que sí. Personalmente hago votos y tengo la esperanza de que ese momento se presente. Pero por ahora, veo lejana esa posibilidad, ya que lo que reina en nuestra gente es básicamente el desconocimiento de nuestra historia y para revertir este escenario, nada alentador, es necesario realizar un arduo trabajo con la concurrencia de todos los actores para reescribir nuestra historia. Es cierto que deben ser los académicos los primeros llamados a asumir este reto, pero sin el apoyo de las autoridades, veo muy difícil lograr que esta labor progrese ya que se necesita contar con recursos económicos para realizar los trabajaos de investigación primero, luego de producción y por último de publicación de toda la información obtenida, cosa que los ciudadanos que habitamos esta tierra tengamos mayores y mejores datos. Con ello, podremos enfrentar el reto de encarar la corrección de muchos de los yerros que se cometieron con nosotros, entre ellos el nombre de nuestro departamento que, en mi consideración, debe llamarse Acre, el Acre boliviano y no Pando como decidieron nombrarlo los congresistas en 1938, a raíz de las negociaciones que se hicieron con los parlamentarios de la bancada paceña, que a cambio de apoyar este proyecto, puso como condiciones que se cambie el nombre original de Departamento Acre por Pando y, exigió que la actual provincia Iturralde, pase a ser parte de La Paz y no del nuevo departamento que tenía como base inicial el espacio de lo que era el Territorio Nacional de Colonias (Acre boliviano).   

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