LAMIA O LA RULETA RUSA VOLADORA | CNN confirmó la investigación de Sol de Pando. El encubrimiento gubernamental en favor del venezolano Ricardo Albacete, verdadero causante de la tragedia, podría derivar en acusación internacional por Crimen de Estado. Aterrizar con los tanques secos y humeantes era habitual desde que en 2015 aquella aerolínea venezolana en bancarrota inició sus ilegales operaciones dentro el país...

Ministros de Bolivia eluden responsabilidad en tragedia del Chapecoense

Ricardo Albacete debió ser extraditado inmediatamente después de la tragedia. En Colombia y Brasil llama la atención el grado de impunidad que le otorga el Gobierno boliviano a través de los ministros que socaparon los negocios del estafador venezolano, tanto los entonces ministros de la Presidencia y de Defensa, como el de Obras Públicas y el de Gobierno. | Fotomontaje Sol de Pando

El equipo investigador de CNN liderado por Barón en coordinación logística con Monne, intentó infructuosamente entrevistarse con autoridades del Gobierno boliviano. El entonces Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, se negó a brindar la entrevista requerida, igual el Ministro de Obras Públicas, Milton Claros. Los periodistas fueron derivados a instancias intermedias donde se insistió en la versión oficial sobre las responsabilidades de la tragedia: Miguel Quiroga Murakami, piloto de la nave, fue el único culpable; pero murió en el accidente y por tanto “caso cerrado”…

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando | Servicio Informativo Datos & Análisis

Dispuestos a verificar los datos de nuestra investigación publicada desde el destierro en Brasilia —el 7 de diciembre de 2016 y el 26 de ese mismo mes sucesivamente—, los periodistas Francho Barón y Javier Monne, de la cadena CNN en español, llegaron a Bolivia en enero y mayo de 2017 para acopiar información sobre las actividades de la empresa Lamia en nuestro país, las mismas que derivaron en una tragedia aérea cuando la única nave en operaciones de esa aerolínea no alcanzó a aterrizar en el aeropuerto colombiano de Rio Negro (Medellín) por falta de combustible; matando en su caída a casi todo el plantel del Club Chapecoense del Brasil junto a la tripulación y otros pasajeros. Fue el 28 de noviembre de 2016, 71 muertos.

Aquel viaje con bajo nivel de combustible no fue el primero ni el único en los vuelos del destartalado avión de Lamia. Aterrizar con los tanques secos y humeantes era habitual desde que en 2015 esa aerolínea venezolana en bancarrota inició operaciones dentro el territorio boliviano. En Brasil y Colombia causa estupor y suspicacias que el Estado Plurinacional de Bolivia haya permitido y fomentado semejante atrocidad.

El equipo investigador de CNN liderado por Barón en coordinación logística con Monne, intentó infructuosamente entrevistarse con autoridades del Gobierno boliviano. El entonces Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, se negó a brindar la entrevista requerida, igual el Ministro de Obras Públicas, Milton Claros. Los periodistas fueron derivados a instancias intermedias donde se insistió en la versión oficial sobre las responsabilidades de la tragedia: Miguel Quiroga Murakami, piloto de la nave, fue el único culpable; pero murió en el accidente y por tanto “caso cerrado”.

Además de culpabilizar post mortem al piloto, la explicación asumida por el Gobierno boliviano sobre las causas del desastre se reduce a las 48 horas previas al viaje fatal en las cuales se tramitó el respectivo Plan de Vuelo, endilgando a funcionarios de rango inferior la responsabilidad de haber autorizado el viaje de Santa Cruz a Medellín infringiendo protocolos básicos de seguridad; aunque la génesis real de la tragedia trasciende la rutina aislada de un Plan de Vuelo, como veremos más adelante.

Dos inocentes funcionarios aeroportuarios de planta —Celia Castedo y Miguel Teodovich Ponce, técnicos de la Administración de Aeropuertos y Servicios a la Navegación Aérea (Aasana)—, fueron imputados con órdenes judiciales de encarcelamiento preventivo, mientras la cúpula gubernamental afinaba su estrategia para zafar del asunto.

Esta irresponsable y deliberada negligencia de los ministros bolivianos podría ser causa de un juicio penal internacional contra el Gobierno de Bolivia, ante la probable evidencia jurídica de un Crimen de Estado cometido en aras de la corrupción.

Hipótesis de la Ruleta Rusa Voladora

Luis Coimbra, el director de la DGAC que fue apartado del cargo por negarse autorizar a Lamia realizar vuelos internacionales. Decía que Lamia sólo podía operar como taxi aéreo cubriendo rutas internas. Es el gran ausente en el documental de CNN. | Foto archivo Sol de Pando

Nuestra investigación publicada una semana después de la catástrofe aérea, remonta los orígenes de la tragedia al 10 de noviembre del año 2014, cuando la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), a través de su ejecutivo, el general de la Fuerza Aérea de Bolivia (FAB) José Luis Coimbra Busch, advirtió públicamente que la empresa venezolana Lamia no podía operar en vuelos internacionales, pues incumplía mínimos requisitos técnicos y legales para obtener la licencia respectiva en esa categoría. Además de Lamia, la naciente empresa boliviana EcoJet también pugnaba por la certificación que emite la DGAC.

Hay solicitudes pero recién están en proceso de certificación, tenemos una extranjera y una nacional. La extranjera es una venezolana, Lamia. Son pequeños operadores, como taxis aéreos“, declaró el general Coimbra a la agencia estatal de noticias ABI. Según remarcaba el entonces Director de la DGAC, en caso de ser aprobados los trámites de Lamia y EcoJet, “las dos nuevas aerolíneas tendrían que operar a pequeña escala y no en el transporte comercial masivo de pasajeros, mucho menos en vuelos internacionales”.

El 7 de julio del 2015 el ministro de Obras Públicas Milton Claros posesionó al general Virgilio Pereira reemplazando a Coimbra en la DGAC. Inmediatemente fue aprobada la licencia de vuelos internacionales para Lamia. | Foto archivo ABI

En aquella oportunidad, Sol de Pando fue contactado con personeros de la DGAC para intentar persuadir al Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, cese en las presiones que habría estado ejerciendo sobre la cabeza del general Coimbra buscando forzar indebidamente la otorgación de licencia internacional en favor de Lamia. Esa empresa, ya en inobjetable bancarrota y arrastrando deudas casi impagables (a raíz de la captura y encarcelamiento del mafioso chino Sam Pa, financiador de Albacete, quien oficiaba como testaferro del asiático en Vigo, España), no había tenido tal privilegio ni en su país de origen, Venezuela, donde operaba desde el Estado de Mérida sólo en rutas domésticas, con mil dificultades y entre constantes denuncias de estafas.

Reymi Ferreira, Ministro de Defensa, fue el encomendado por Quintana para descargar toda la culpa de la tragedia en el piloto fallecido Miguel Quiroga Murakami. | Foto Sol de Pando

En criterio de la DGAC, resultaba absurdo que la flamante empresa boliviana EcoJet —con una moderna flota chárter bien equipada—, sea certificada para operar sólo en rutas domésticas; mientras la venezolana Lamia que postulaba con tres naves obsoletas y varadas sin ningún mantenimiento —de las cuales sólo una estaba habilitada para operar con serias limitaciones en su autonomía de vuelo—, pudiese recibir el privilegio de efectuar viajes a escala internacional. Ello significaría lanzar a los cielos una ruleta rusa voladora.

Coimbra resistió las presiones del “innombrable” hasta el 15 de julio del 2015, cuando finalmente fue destituido sin previo aviso. Ese mismo día, sin perder más tiempo, el Ministro de Obras Públicas, Milton Claros (de cuya cartera depende la DGAC), posesionó a otro general de la FAB recomendado expresamente por Quintana: Virgilio Pereira. Claros se niega a aclarar los motivos por los cuales destituyó abruptamente a Coimbra.

Pocos días después de asumir el cargo, el general Pereira firmó la Certificación Nro. 050-AOC-119-01-002, emitida el 31 de julio, otorgando a Lamia una licencia por tiempo indefinido para “realizar servicios aéreos no regulares, doméstico e internacional de transporte de pasajeros, carga y correo…”.

Dentro la misma nave que se precipitó en el vuelo del Chapecoense. Quintana, jefe de campaña para la re-elección presidencial, ordenó al Gobernador del Beni contratar a Lamia vinculando públicamente a esa empresa en bancarrota con el Gobierno de Evo Morales. | Foto internet

Fue en aquel preciso momento cuando comenzó a gestarse la inminente tragedia que acontecería en cualquier instante.

Para cerrar el círculo corrupto, siguiendo las órdenes del Ministro mentor, Virgilio Pereira también designó como Director de Registro Aeronáutico Nacional a Gustavo Steven Vargas Villegas, hijo del general de la FAB Gustavo Vargas Gamboa, representante oficial de Lamia en Bolivia y también estrechamente vinculado a Quintana.

A partir de esta información difundida en exclusiva por Sol de Pando, los periodistas de CNN Francho Baron (desde Rio de Janeiro) y Javier Monne (desde Atlanta) se comunicaron con nuestra Dirección desterrada en Brasilia. Intentamos infructuosamente tomar contacto directo con el general Luis Coimbra. El ex funcionario no accedió a ser entrevistado por CNN, acaso precautelando su seguridad y la paz de su hogar. Allegados al militar jubilado nos hicieron saber que Coimbra estaría dispuesto a colaborar con las investigaciones sólo a requerimiento formal de la justicia, ya sea en Bolivia, Brasil o Colombia. “Si alguna Fiscalía lo cita, obviamente él comparecerá”, nos dijeron. Ninguna Fiscalía lo citó.

Ricardo Albacete, sojuzgador de pilotos

El 29 de noviembre del 2017, al recordarse un año de la tragedia, el Ministro de Gobierno de Bolivia, Carlos Romero Bonifaz, declaró en Santa Cruz su “sorpresa” al tomar conocimiento que los dueños de la empresa y del avión estrellado son el venezolano-español Ricardo Albacete y sus hijas. “Sorprende el hecho de que aparezcan personas que tienen la propiedad de la empresa y estaban escondidas, trabajando con testaferros, es un elemento nuevo. En todo caso, el dolor de las familias y la credibilidad del Estado, hace que seamos rigurosos con las investigaciones”, dijo el Ministro.

A pesar de tal retórica, siendo la autoridad máxima encargada de la seguridad ciudadana y del control de extranjeros en el país, este Ministro no movió un dedo para esclarecer el flujo migratorio de ingresos y salidas del estafador venezolano que tiene cuentas pendientes con la justicia en su propio país. Hasta el día antes del desastre aéreo en Medellín, Albacete y sus hijas, Loredana y Tiziana, entraban y salían de Bolivia para controlar sus negocios con toda libertad e impunidad. Romero mintió: esas personas no estaban “escondidas”.

Lo vimos al señor Albacete varias veces en el hangar de la Base Aérea Militar de Cochabamba, venía a vigilar sus aviones que están en mantenimiento a cargo de una empresa que brinda servicios técnicos a la FAB”, dijo a Sol de Pando un oficial de la Fuerza Aérea. Según esta fuente, Albacete tiene una deuda millonaria con los técnicos contratados por la FAB para reparar las obsoletas naves. “Se notaba que ese señor goza de muchos privilegios al muy alto nivel”, comentó.

Después del accidente, Ricardo Albacete suspendió sus inspecciones en la Base Aérea de Cochabamba, fugó a España (tiene orden de captura en Venezuela) y envió a su hija Loredana para intentar recuperar los dos aviones que aún están retenidos en el hangar de la FAB. Loredana Albacete dirigía personalmente las actividades administrativas y financieras generadas en torno al único avión operable de Lamia.

Loredana Albacete, la hija socia del dueño de Lamia, encargada de cobrar por los contratos de Lamia-Bolivia. | Foto Sol de Pando

Otra fuente que habló con Sol de Pando en Brasilia, informó que Loredana viajó a Bolivia varias veces junto a un supuesto narcotraficante colombiano llamado Andrés Felipe Lafaurie Restrepo, dueño de hangares en Colombia y vinculado a la empresa Helistar.

La hija de Albacete y Lafaurie Restrepo venían a Bolivia con la intención de expandir los negocios de Lamia con el Estado boliviano para la creación de una empresa proveedora de helicópteros destinados a apoyar actividades exploratorias de YPFB y Comibol. Dicho proyecto empresarial era promovido desde los ministerios de la Presidencia y de Defensa, es decir por los entonces ministros Juan Ramón Quintana y Reymi Ferreira. Correspondería al Ministro de Gobierno confirmar estos datos precisando cronológicamente los flujos migratorios de Ricardo Albacete, sus hijas Loredana y Tiziana, y Andrés Lafaurie.

A mediados de diciembre de 2016 un familiar del fallecido piloto Miguel Quiroga Murakami, su primo hermano Osvaldo Quiroga, que radica en Nueva York, intermedió entre Sol de Pando y una valiosa fuente en Bogotá: el ejecutivo de una empresa de servicios aereonáuticos que fue testigo directo de las condiciones casi infrahumanas en las cuales los pilotos bolivianos de Lamia liderados por Micky Quiroga eran usados y abusados por Albacete y sus hijas.

El aviador colombiano, cuya identidad mantenemos en reserva por obvias razones de seguridad, estuvo muy cerca a Miguel Quiroga en los días previos a la tragedia del 28 de noviembre. Ambos se hallaban en vísperas de conformar una nueva aerolínea, ya que los pilotos bolivianos de Lamia habían decidido romper con Albacete debido a los abusos que éste cometía con sus “socios” fictos. Resulta evidente que los pilotos bolivianos de Lamia eran dependientes directos de Ricardo Albacete y nunca fueron dueños reales de esa empresa, sino más bien socios aparentes en el papel y empleados mal pagados en los hechos.

La supuesta sociedad entre los pilotos bolivianos y Albacete era una simple pantalla. Quiroga Murakami y la familia del general de la FAB Gustavo Vargas Gamboa eran nada más que “palos blancos” de Albacete en Bolivia, en un esquema “empresarial” promovido desde el Ministerio de la Presidencia para viabilizar los turbios negocios aeronáuticos de la familia Albacete en sociedad con militares del entorno quintanista.

En nuestra edición del 26 de diciembre de 2016, dimos a conocer el mensaje de voz que Miky Quiroga envió a su futuro verdadero socio intentando acelerar la conformación de la nueva compañia; el piloto de Lamia revela que en ese momento, 20 de septiembre —a pocas semanas de de la tragedia—, prácticamente ya había roto todo trato con el venezolano, a quien llama con tono de desprecio “el viejo”.

La transcripción de ese audio que dura un minuto con 55 segundos es la siguiente:

“Perfecto mi hermano, a ver, de una vez hay que hacer eso porque… ¡pjuta! hay que trabajar; mirá nosotros estamos a punto de romper con el viejo ya. O sea eso quiere decir que necesitamos aviones. Ya hemos entrado en una discusión jodida y, bueno, la opción ahorita es… pues ustedes, ¿no?, porque cualquier rato nosotros le mandamos a la mierda con sus aviones más; pero ya hemos roto relaciones casi…”.

Al día siguiente de publicarse aquel nuestro informe del 26 de diciembre, el periódico colega El Deber de Santa Cruz reprodujo, entre otros datos concretos de nuestra investigación, el contenido de este audio obtenido en exclusiva por Sol de Pando, atribuyendo la fuente de este material al senador Roger Pinto (suegro de Miguel Quiroga), lo cual es falso. Pocos días antes de su fallecimiento nos reunimos con el senador Pinto en Brasilia, él nos aclaró que en ningún momento tuvo conocimiento del audio, y que debido a su estado de ánimo tras la trágica muerte del yerno había decidido no involucrarse en el tema bajo ninguna circunstancia.

Según Osvaldo Quiroga, primo del desafortunado piloto pandino, Micky “ya estaba cansado de las presiones que Albacete estaba ejerciendo sobre el grupo boliviano para incrementar al máximo los ingresos de la compañía, que seguía bajo control directo de ese venezolano, además que él se quedaba con un alto porcentaje de las ganancias atenido a que era el dueño del avión”.

La famosa «vaquita» en el aeropuerto de Cobija

Precisamente uno de los principales motivos de conflicto que terminó por enfrentar al grupo de Quiroga Murakami con Albacete y sus hijas, era el problema del combustible. Los Albacete tenían en sus manos el control de ese insumo y hacían todo lo posible para restringir su provisión con el fin de “reducir costos”, obligándole al piloto volar “contra reloj” en todos los viajes (incluyendo el vuelo que transportó a la selección argentina con Lionel Messi).

En esta foto del 29 de octubre se observa a Ricardo Albacete controlando los viajes de su avión en Medellín. Al retorno de Asunción, después del partido entre Atlético Nacional y Cerro Porteño, durante una escala en Cobija el empresario en quiebra no quiso pagar el reabastecimento de combustible e hizo escándalo público cuando le cobraron la tasa de aeropuerto. | Foto Sol de Pando

El colega colombiano de Miguel Quiroga fue testigo de cómo Albacete se negaba a pagar el reabastecimiento. Acompañó a la tripulación de Lamia en el vuelo de retorno Santa Cruz – Medellín, después de que el Club Atlético Nacional disputara un partido empatando con Cerro Porteño en el estadio Defensores del Chaco de Asunción, el 29 de octubre, un mes antes de la tragedia. El avión de Lamia conducido por Miguel Quiroga como piloto y Marco Antonio Rocha como copiloto, hizo escala en Cobija para “tanquear”; pero el dueño del avión, Ricardo Albacete, ¡que viajaba en ese mismo vuelo!, “se negó a hacer el depósito para pagar esa compra de combustible, por lo cual los mismos jugadores del equipo colombiano a bordo efectuaron una colecta para recaudar los 3.000 dólares que era el precio de ese combustible adicional”, reveló a Sol de Pando el testigo colombiano, a través de Osvaldo Quiroga.

Según nuestra fuente confidencial, la insolvencia y mezquindad de Albacete eran inocultables y causaban vergüenza ajena. Incluso no quiso pagar la tasa aeroportuaria en la terminal de Cobija, por lo que los pilotos Quiroga y Rocha se vieron obligados a improvisar un certificado acreditándolo como parte de la tripulación.

Los que no son parte de la tripulación pagan 28 dólares que es la tasa aeroportuaria, y el hombre se molestó mucho porque le tocó pagar, hasta el punto que hicieron una figura para que no desembolsara esos 28 dólares”, nos dijo el acompañante colombiano de la tripulación.

Fue así cómo la ruleta rusa de Lamia estaba siendo criminalmente gatillada en cada plan de vuelo. Lo que vendría después, sería apenas un previsible guadañazo del nefasto azar.

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