Evidencia sugiere que la ayahuasca puede ayudar a combatir el cáncer
Preparada milenariamente por indígenas del Amazonas como una potente medicina, la ayahuasca parece estar ganando terreno también en Occidente. La popularidad de este brebaje entre “turistas psicodélicos” y personas que buscan una alternativa a la medicina convencional, podría legitimarse entre científicos, si el trabajo del investigador Eduardo E. Schenberg es acertado.
Según un artículo médico publicado en Sage Open Medicine, se habría detectado evidencia de que los componentes químicos principales de la ayahuasca, el DMT y la harmina, pueden combatir el cáncer y tratar padecimientos como tumores.
”Hay suficiente evidencia disponible de que los principios activos de la ayahuasca, especialmente el DMT y la harmina, tienen efectos positivos en algunos cultivos celulares utilizados para estudiar el cáncer, y en los procesos bioquímicos importantes en el tratamiento del cáncer, tanto in vitro como in vivo”, escribió Schenberg.
Estas pruebas de laboratorio se sumarían a numerosas experiencias, hasta la fecha calificadas como meramente anecdóticas de personas que sostienen que la ayahuasca les ha ayudado a aliviar enfermedades cancerígenas.
El DMT genera una poderosa experiencia psicodélica al actuar sobre los receptores de serotonina en el cerebro (y la misma dimetiltriptamina es producida de manera natural en el cerebro humano, lo cual mistifica a algunos investigadores). El DMT también forma un enlace químico con el recpetor sigma 1, el cual está involucrado en funciones celulares, incluyendo en la muerte de células cancerígenas. La harmina, se ha descubierto, es capaz de inducir la muerte de células cancerígenas y evitar la proliferación de células de carcinoma. La combinación de estas dos moléculas psicoactivas podría tener importantes efectos anti-tumor, sostiene el investigador brasileño.
“En resumen, se plantea la hipótesis de que las acciones combinadas de las sutancias β-carbolinas y el DMT presentes en la ayahuasca pueden disminuir el suministro de sangre del tumor, activar las vías apoptóticas, disminuir la proliferación celular, y cambiar el desequilibrio metabólico energético de las células cancerosas, lo que se conoce como el efecto Warburg “, escribió Schenberg. “Por lo tanto, la ayahuasca parece actuar sobre procesos distintivos del cáncer, tales como la angiogénesis, apoptosis, y el metabolismo celular”.
Schenberg cree que de confirmarse su hipótesis el hecho de que la ayahuasca y el DMT sean sustancias controladas e ilegales en la gran mayoría de los países constituiría una violación de los derechos humanos, ya que personas enfermas deberían de poder recurrir a estas sustancias como una alternativa médica.
En los últimos años hemos visto un enorme incremento en la popularidad de la ayahuasca con numerosas celebridades elogiandos sus beneficios y desatando un boom de turismo en el Amazonas y entre chamanes itinerantes que realizan ceremonias en numerosas ciudades del mundo. Este entusiasmo sobre la ayahuasca quizás deja de lado el hecho de que si bien experiencias con estas sustancias psicodélicas de gran potencia pueden ser transformadoras también pueden ser peligrosas si no son llevadas a cabo dentro de un contexto que protega a los usuarios y bajo el cuidado de expertos. Todo lo cual hace aún más apremiante que se permita el uso de este tipo de plantas bajo supervisión médica. Esta misma cautela podría aplicarse al tratamiento del cáncer, la gran enfermedad de nuestros días, en un mundo donde todo (parece) generar cáncer y gran cantidad de sustancias, dietas y hasta ejercicios (parecen) combatirlo.
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