Data: agosto 3, 2017 | 10:45
CIFRAS QUE NO CUADRAN | La dictadura neo-estalinista de Venezuela asegura que su Constituyente Autoritaria se impuso con más de 8 millones de votos, cifra mayor a la que obtuvo el presidente Chávez en su reelección constitucional del 2012...

Sin rubor por la afrenta, Maduro dice que sacó más votos que Hugo Chávez

El 14 de enero de este año, el presidente Nicolás Maduro oficializó la militarización de su régimen, ofreciendo entregar armas de guerra a sus seguidores “para defender la revolución” | Foto AFP

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando en Brasilia

El pasado mes de julio el Gobierno de Maduro ordenó a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) cercar el Palacio Legislativo para intimidar a los legisladores opositores. Tras la Constituyente elegida el domingo, este Palacio pasa a manos del Gobierno. | Foto AFP

En un marco de absoluta oscuridad política y total desinformación, el Estalinismo del Siglo XXI encarnado por Nicolás Maduro no retrocede en su intento irracional de imponer una ya trasnochada “revolución socialista” a la fuerza, utilizando métodos tradicionales de las dictaduras militares promovidas por la ultraderecha latinoamericana de los años 70, y clásicas argumentaciones seudo-revolucionarias y seudo-antiimperialistas de dictaduras estalinistas en el siglo XX, como la de Nicolae Ceaușescu en Rumania.

Erigido en un prepotente y desalmado autócrata y monstruoso dictador —exactamente como Pinochet en Chile, Videla en Argentina o García Meza en Bolivia—, Nicolás Maduro ha logrado imponer una Asamblea Constituyente que estará integrada y dominada por su exclusivo entorno político, militar y familiar más íntimo a la cabeza de su hijo “Nicolacito” y del sinuoso coronel del Ejército Diosdado Cabello.

En los hechos, el poder real de esa Asamblea Constituyente se asienta en los fusiles de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), una fuerza paramilitar y mercenaria controlada personalmente por Cabello, paralela a las Fuerzas Armadas,  que ha desplazado y subordinado al Ejército dentro la creciente escalada represiva.

Y es también una Asamblea Constituyente que funda su poder autoritario en la mentira y la manipulación tipicamente dictatoriales.

Una grosera manipulación de cifras electorales

El 27 de mayo se produjo uno de los operativos más violentos de represión en las calles de Caracas, con decenas de muertos y heridos, a cargo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), principal fuerza represora del régimen. | Foto EFE

Después de consumarse la elección de la Asamblea Constituyente el pasado domingo, con más muertos caídos en las calles bajo las botas de la GNB,  Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) —quien autorizó el comicio sin cumplirse el requisito previo del Referéndum para el SI o NO a la reforma constitucional— anunció oficialmente que los nuevos 545 constituyentes oficialistas que  redactarán la nueva Constitución de Venezuela impulsada por Maduro, fueron elegidos, en bloque, con un total de 8’809.320 votos (de un padrón de más de 19 millones de electores). Según aquella autoridad electoral, “más del 90% del padrón” acudió a las urnas ese domingo.

Maduro salió imediatamente a respaldar las espectaculares cifras difundidas por Lucena, afirmando con su tenso vozarrón que en ese “impresionante” caudal de votos radicaba “la legitimidad” de su Asamblea Constituyente.

Pero la duda razonable no tardó en caer como un chubasco.  ¿Cómo era posible que un Gobierno tan débil de respaldo ciudadano, incluso entre los propios adherentes chavistas, con una crisis de consenso bañada en sangre y muerte, pudo haber logrado una mayor votación de la que obtuvo el propio presidente Hugo Chávez en su última reelección del año 2012, cuando el chavismo estaba en su pleno apogeo con Chávez mismo? ¿No es esa falsaria y anti-ética manipulación de cifras una afrenta a la memoria del eterno líder bolivariano?

En las elecciones de octubre del 2012, la misma Tibisay Lucena informaba que Hugo Chávez obtuvo  7’444.082 votos (54,42%) frente a su principal rival, el opositor Henrique Capriles, quien logró 6.151.544 sufragios a su favor (44,97%). Lucema también informó que la participación en esos comicios fue del 80,94% del total de padrón electoral, “la más alta de la historia reciente de Venezuela”, dijo entonces.

Pero resulta que Maduro obtuvo el domingo una mayor votación que Chávez  (8’809.320 votos ) y con más electores que habrían acudido con gran entusiasmo a las urnas (más del 90% del padrón), para avalar a la dictadura militar de nuevo cuño que está emergiendo en este país.

¿Cómo así es que el pasado domingo Maduro y su Constituyente obtuvieron 1’365.238 más votos de los que obtuvo Hugo Chávez en su reelección del 2012? ¿Será posible que el pueblo trabajador y empobrecido de Venezuela, hoy, apoya a Nicolás Maduro mucho más que a Chávez?

La cifra victoriosa se hace más dudosa si se toma en cuenta que en las elecciones legislativas de 2015, con una crisis económica menos grave que la actual, el oficialismo a la cabeza de Maduro recibió no más 5,6 millones de votos.

Es más, hace dos semanas, la coalición opositora de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) celebró una consulta popular más transparente que las elecciones del pasado domingo, en la cual 7,6 millones de ciudadanos dijeron No a la Constituyente de Maduro.

Fuentes opositoras aseguran que en el acto comicial del domingo asistieron para votar no más de 2,2 millones ciudadanos inscritos en un padrón electoral de 19 millones de votantes.

En pos de la transparencia perdida

La militarización del régimen y el accionar deslamado de la GNB han provocado una ola de resistencia ciudadana, activada desde barricadas urbanas especialmente por jóvenes estudiantes, en una violenta situación de virtual guerra civil. | Foto EFE

La cruda verdad que desmiente las cifras de Maduro, vino desde dentro del propio régimen.

Según la empresa Smartmatic que diseñó el sistema automatizado del padrón electoral venezolano durante primer el gobierno de Chávez, la cifras lanzadas por Tibisay Lucena fueron groseramente infladas. «Sabemos, sin ninguna duda, que la el dato sobre la participación en la reciente elección a la Asamblea Nacional Constituyente fue manipulado«, dijo el  miércoles Antonio Mugica, consejero delegado de la compañía Smartmatic, durante una conferencia de prensa que ofreció en Londres.

Smartimac es conocida por haber avalado sin ambages todos los processos electorales que consagraban la popularidad de Hugo Chávez, pero en el caso de la reciente elección constitucional del domingo, se vio obligado a desmentir la cifra oficial, ya que la misma estaria poniendo en vilo, ante la opinión internacional, el prestigio del sistema informático que esta empresa instaló en 2004, a pedido expreso del presidante Chávez precisamente.

«Calculamos que la diferencia entre la participación real y la anunciada por las autoridades es de al menos un millón de votos«, afirmó con tono aún conservador el técnico Mugica. Dijo también, según Reuters, que el sistema automatizado de Venezuela está diseñado para que, en caso de manipulación, «su detección sea inmediata y muy fácil«. Por ello, el experto insistió que el dato de participación emitido por el gobierno de Maduro es inflado y debe ser sometido a una serie de auditorías que el mismo sistema prevé.

Por su parte Luis Emilio Rondón, el único de los cinco rectores del CNE de Venezuela que es crítico con el régimen de Maduro, dijo que no avala la «veracidad» de los resultados del domingo, porque el proceso «no contó con todos los controles«, según Infobae.

Rondón señaló cuatro puntos que explican el por qué del fraude en la elección del domingo:

  1. Se llevaron a cabo menos auditorías.
  2. No se utilizó la tinta indeleble.
  3. A pocas horas de la realización del proceso se permitió que los venezolanos votaran en cualquier centro electoral de su municipio. Funcionarios públicos votaron más de una vez en diferentes mesas.
  4. El CNE entregó primero al presidente de la República una copia del balance parcial antes que el Pueblo —e incluso los candidatos en su totalidad— conocieran los resultados a través de la página web.

Maduro y su ruptura de facto con el legado de Chávez

Con su forzada Asamblea Constituyente —elegida sin el Referéndum previo tal como dispone la actual Constitución heredada de Hugo Chávez—, Maduro se apresta a abolir la actual Asamblea Legislativa, el Parlamento, que es su principal objetivo ya que en en las últimas elecciones parlamentarias ese órgano del Estado boliviariano  fue copado por la oposición, que ahora será barrida sin contemplación.

Asimismo, la Asamblea Constituyente menajada por el reducido grupo civil y militar de Maduro, tiene la finalidad de abolir la actual Constitución Política del Estado que fue diseñada y aprobada durante el gobierno de Hugo Chávez. Es decir, Maduro y su organización delictuosa, con la redacción de una nueva Constitución ajustada a sus fines privados, están traicionando sin ningún escrúpulo el legado democrático del comandante Hugo Chávez al destruir el régimen constitucional chavista para implantar una dictadura franca y sin disimulos.

Aunque débiles y con voces aisladas, algunos defensores fieles de la Constitución de Hugo Chávez se animan a dar la cara denunciando el apresto dictatorial inmerso en la Constituyente de Maduro. Luisa Ortega, la Fiscal General de Estado, es una de esas voces, pero sus horas en el cargo están contadas. 

La Constitución todavía vigente establece la separación de poderes, limita las prerrogativas presidenciales mediante la democracia directa de los referéndums, penaliza la corrupción funcionaria, resguarda rigorosamente los Derechos Humanos y establece elecciones periódicas para renovar mandatos y garantizar rotación del poder en un sistema de pluralismo partidario. La Constituyente de Maduro va en contra de esos preceptos básicos del chavismo bolivariano. El dictador va asumiendo control autocrático de todos los poderes del Estado, no consultó al pueblo para la formación de una nueva Asamblea Constituyente, protege y promueve el narcotráfico y el enriquecimento ilícito desde la elite de su entorno palaciego,  persigue, encarcela, reprime, tortura y asesina a jóvenes que protestan contra este régimen (ya van 150 muertos en tres meses de convulsión social, en su mayoría víctimas menores de 21 años) y ha decidido dejar en suspenso elecciones para renovar gobernadores y al Presidente mismo, imponiendo la partidocracia del partido único con el pretexto de que las elecciones parlamentarias del 2015, en las que ganó la oposición, “fueron fraudulentas”.

Este proceso de evidente ascenso dictatorial, no podrá generar otra cosa que una crisis política con dos salidas posibles:

  1. Una rebelión popular, impulsada por fuerzas revolucionarias no estalinistas, que debería asumir la tarea de recuperar y profundizar con un sentido humanista los contenidos libertarios y democráticos del proceso bolivariano gestado por Chávez a través de su Constitución hoy atacada por Maduro.
  2. Una salida democrática liberal, con consenso generado por la comunidad internacional, que permita la restitución de libertades e instituciones democráticas; aunque con una economía incierta dada la magnitud de la crisis inflacionaria y recesión precipitada por el régimen de Maduro.
  3. Un retroceso fascista y oligárquico liderado por una ultradarecha rencorosa con la memoria de Chavez, que posibilitaría un retorno monopólico de las trasnacionales petroleras sobre la destruída economía venezolana.  

Hasta ahora, los actos de corrupción, narcotráfico, crimenes de lesa humanidad y otros atentados contra los derechos humanos y constitucionales que viene cometiendo el régimen de Maduro contra el pueblo de Venezuela, ante una ola de denuncias en foros internacionales y en redes sociales, apuntan a inviabilizar la primera opción. El dictador neo-estalinista está condenando a la izquierda latinoamericana a una nueva derrota histórica con consecuencias estratégicas de largo plazo.

Constituyente venezolana en entredicho por denuncia de fraude | VIDEO

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