Carlos D. Mesa Gisbert | PALACIO QUEMADO. RECORDATORIO PARA “OLVIDADIZOS”
En estos días truculentos y surrealistas que nos toca vivir, en los que el robo de la Medalla del Libertador es la metáfora más descarnada de la realidad de los poderosos de hoy, se ha inaugurado el edificio que será la sede de la presidencia y que se ha construido a imagen y semejanza del Presidente Morales. Es también una metáfora, la de un legado que retrata el espíritu de quien alguna vez fuera un combativo dirigente sindical nacido de las entrañas populares de la nación.
La pretensión al trasladar las oficinas y la vivienda presidencial, es “dejar atrás a la República” y en lo posible menoscabar la significación del Palacio Quemado, trasladando a sus instalaciones oficinas de la administración pública.
Pero la República permanece testaruda y orgullosa (reconocida explícitamente en el texto constitucional de 2009) y allí está la Casa de Gobierno que encargó el vencedor de Ingavi, José Ballivián en 1846. No parece hoy una casualidad que quien la inauguró en 1853 fuese uno de los presidentes más vinculados a los artesanos, los gremiales y los sectores populares, Manuel Isidoro Belzu. Ciento sesenta y cinco años han pasado desde entonces. Quienes pretenden reinventar la historia se llenan la boca con la supuesta simbolización del “colonialismo y el neoliberalismo” que en su sesgada opinión representa esta edificación. “Olvidan” (borran, hay que decir) momentos y medidas fundamentales en la ruta del país hacia saltos cualitativos y transformaciones de las que el régimen se dice heredero y que ocurrieron o fueron tomadas en este histórico edificio.
Agustín Morales (1871-1872) decretó la devolución de las tierras de comunidad a los indígenas en un paréntesis de la exvinculación iniciada por Melgarejo y continuada por Frías. Desde allí salió José Manuel Pando (1899-1904) para defender el Acre. Bautista Saavedra (1921-1925) implantó la primera legislación social en el país. David Toro (1936-1937) posesionó al primer ministro obrero, creó YPFB y llevó a cabo la primera nacionalización de nuestra historia, la de la petrolera estadounidense Standard Oil. Germán Busch (1937-1939) creó el Departamento de Pando, convocó a la Asamblea que aprobó la primera Carta Magna del llamado constitucionalismo social y estableció la obligatoriedad de la entrega del 100% de las divisas de las exportaciones mineras al Estado. Enrique Peñaranda (1940-1943) impulsó el plan nacional (Bohan) de diversificación económica, integración y articulación del oriente. Gualberto Villarroel (1943-1946) convocó al primer Congreso Indigenal y abolió el pongueaje. Mamerto Urriolagoitia (1949-1951), promovió las notas diplomática de 1950 con Chile.
Víctor Paz (1952-1956) llevó adelante las medidas más significativas de cambio con la Reforma Agraria, el Código de la Educación y el Voto Universal, además de la nacionalización de las minas. Hernán Siles (1956-1960) promulgó el Código de Seguridad Social. Rene Barrientos (1966-1969) promulgó la Constitución de 1967, el texto que sirvió como columna vertebral de la reivindicación de la democracia que vendría. Luis Adolfo Siles (1969) suscribió el Pacto de Cartagena, el ingreso de Bolivia a los sistemas de integración regional. Alfredo Ovando (1969-1970) hizo la segunda nacionalización del Petróleo al expulsar del país a la Gulf Oil Co. Juan José Torres (1970-1971) inauguró la primera fundición de Estaño en Oruro. Hugo Banzer (1971-1978) realizó la negociación marítima más importante con Chile antes de La Haya. David Padilla (1978-1979) encaminó al país hacia la conquista de la democracia, elecciones que permitieron la primera reunión del Congreso desde 1969. Lidia Gueiler (1979-1980) fue la primera y única mujer Presidenta de nuestra historia. Walter Guevara (1979) logró la trascendental resolución de la OEA sobre nuestra mediterraneidad. Hernán Siles (1982-1985) abrió la senda de la democracia plena para Bolivia. Víctor Paz (1985-1989) salvó al país del desastre económico. Jaime Paz (1989-1993) promulgó las primeras leyes ambientales y promovió el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997) llevó a cabo la Participación Popular, la Reforma Educativa, la Ley INRA y otorgó el primer bono de nuestra historia (el bonosol). Su reforma constitucional reconoció el carácter pluricultural y multiétnico de Bolivia.
Jorge Quiroga (2001-2002), institucionalizó la Aduana, el SNC y el SIN, además de varios ministerios. Finalmente, mi gobierno (2003-2005), incorporó en la CPE la Asamblea Constituyente y el Referendo, reconoció a las Agrupaciones Ciudadanas y de Pueblos Indígenas e hizo el primer referendo de la historia, el de la recuperación de nuestros hidrocarburos.
No es poco para recordarles a quienes detentan hoy el gobierno, lo que atesora el palacio Quemado entre sus paredes y algunas de las razones por las que debe ser preservado para las futuras generaciones.