Data: septiembre 3, 2019 | 13:08
COLUMNISTA INVITADA | Cabe preguntarse si quienes plantean aquellas propuestas saben realmente lo que son las pruebas PISA y LLECE, en qué consiste un sistema nacional de evaluación o uno de medición, cuánto cuesta, qué personal requiere y cómo funciona…

Amalia Anaya | MEDICIÓN DE LA CALIDAD EDUCATIVA Y ELECCIONES

© Publicado originalmente en Página Siete, 22 de agosto, 2019
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SOBRE LA AUTORA
Socióloga, nacida en Cochabamba, fue dirigente universitaria e integrante del Consejo Universitario de la UMSA. Es hija del lingüista, educador y musicólogo cochabambino Rafael Anaya Arze, fundador del PIR junto a sus hermanos Ricardo, Héctor y Franklin.
En virtud a su especialidad en los campos de la Pedagogía y la Lingüística, es considerada una de las intelectuales de la Reforma Educativa en Bolivia. Fue Subsecretaria de Política Social (Ministerio de Planeamiento, 1989-1991); Directora del Equipo Técnico de Asesoramiento a la Reforma Educativa (Etare) entre 1992 y 1995; Viceministra de Educación Primaria y Secundaria (1997-2001) y Ministra de Educación (2001-2002).
Trabajó como Consultora de Unicef y GTZ en temas de Educación.
Co-autora, junto a Xavier Albó, del libro “Niños alegres, libres, expresivos. La audacia de la Educación Intercultural Bilingüe en Bolivia” (2004), investigación que, según Donato Ayma, demostró que “la educación intercultural bilingüe ha hecho que los niños indígenas sientan más orgullo de su cultura, sus costumbres y tradiciones”.

Después de 14 años de demagogia masista, se esperaría seriedad y sensatez en las ofertas electorales de la oposición, sobre todo en temas fundamentales como la educación.

Comunidad Ciudadana (CC) y Bolivia Dice No (BDN), las dos candidaturas de oposición que se destacan en preferencia del voto, plantean la medición de la calidad educativa como una acción prioritaria.

CC promete: “Solución urgente #5: Medición de la calidad educativa en todos los niveles de la educación boliviana: La primera medida de nuestro gobierno será iniciar una medición anual de la calidad educativa en todos los niveles de la educación boliviana. (PISA, LLECE)”.

BDN, un poco más aterrizado, propone: “Implementar un sistema de evaluación de la calidad educativa, del más alto nivel técnico y debidamente institucionalizado, aplicado en todo el sistema educativo nacional (…). Participar permanentemente en pruebas internacionales de rendimiento escolar (PISA y otras).”

Cabe preguntarse si quienes plantean todo esto saben realmente lo que son las pruebas PISA y LLECE, en qué consiste un sistema nacional de evaluación o uno de medición, cuánto cuesta, qué personal requiere y cómo funciona, o si lo proponen sólo porque suena inteligente.

PISA (sigla en inglés del Programa Internacional de Evaluación Estudiantil), organismo creado por la OCDE, tiene los recursos que le permiten contar con equipos de especialistas de alto nivel para la elaboración de pruebas, su aplicación y su procesamiento. Todas tareas muy costosas y complejas, tanto que la obtención final de resultados toma alrededor de dos años.

PISA hace un operativo cada tres años y sólo con una muestra de estudiantes de 15 años de edad. Los resultados de la prueba 2015, aplicada a cerca de 540 mil estudiantes de 72 países, fueron publicados en noviembre de 2017. Los resultados de la prueba 2018 todavía no están disponibles.

El LLECE (Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación – Unesco) realiza operativos aún más espaciados que los de PISA y aplica pruebas a todos los estudiantes de sólo uno o dos grados. En el realizado el 2013, que ha sido el más grande, participaron 195 mil alumnos de 3° y 6° de primaria de 15 países.

Carlos Mesa quiere hacer una medición a todos los estudiantes de todos los niveles en Bolivia. Vale decir, a casi tres millones de estudiantes, o sea a ¡un universo seis veces mayor que el de PISA y casi 15 veces mayor que el de LLECE! Y quiere hacerla cada año, es decir con una frecuencia que ni PISA ni LLECE se atreven. Y desde el inicio de su gobierno. ¿Con qué capacidad técnica y financiera? Pero, además, ¿para qué? Bastaría participar en los operativos de esos organismos y eso ya sería un enorme desafío para nuestro país pues no es ni fácil ni barato.

Primero Finlandia y después Singapur han ocupado por períodos extensos el primer puesto en las pruebas PISA. Ninguno de ellos tiene un sistema propio de medición de calidad educativa, se orientan por la evaluación del proceso de aprendizaje de cada estudiante en cada aula y en cada escuela. Ambos países destinan un porcentaje altísimo del gasto público a la formación y remuneración de sus profesores, y cuando obtuvieron el primer puesto en PISA, Finlandia llevaba 60 años de un proceso sostenido de reforma educativa, y Singapur otro tanto.

Bolivia tuvo una reforma que no tuvo esa suerte, arrancó en 1994 pero apenas tuvo ocho años de vida. A partir de agosto 2002 la desmontaron pieza por pieza. El 2004 le llegó el turno al sistema de medición de la calidad, SIMECAL, que había participado en los primeros operativos del LLECE y era una de las innovaciones de esa reforma. Es pues paradójico, por decir lo menos, que ahora Carlos Mesa, que cerró el SIMECAL, enarbole la medición de la calidad educativa como su bandera.

Si el tema declarado como prioritario de su programa de educación es tan poco pertinente y factible, sólo hay que imaginar cómo es el resto. Por lo visto, antes de Evo, durante Evo y después de Evo la suerte de la educación ha sido y seguirá siendo la misma.

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