TRIPULABAN UN GULFSTREAM QUE SALIÓ DE EE.UU. | Miguel Blasquez y Aldo López partieron de Salta a México sin levantar sospechas al cargar la droga de Bolivia en una “escala fantasma”. Blasquez era protegido del ex ministro de Gobierno Carlos Romero...

PILOTOS DETENIDOS EN MÉXICO SON DE AMASZONAS Y BOA

Micky Blasquez Vallejos arrastraba sospechas de su vinculación con el narcotráfico desde hace más de un año, cuando había sufrido un accidente el 8 de febrero de 2019 piloteando una avioneta con matrícula argentina en el municipio cruceño de Cuatro Cañadas. | Foto Sol de Pando

Antes de dirigirse de Salta a México, el jet habría realizado una escala “sin dar aviso” en Bolivia, para cargar los 32 paquetes de cocaína, que eran bolsas domésticas de esas que se adquieren en los mercados de abasto en Bolivia.  La operación del acopio de la droga en la improvisada escala Salta-Bolivia-México, es tipificada como “vuelo fantasma” en su trayecto por el territorio boliviano. En Bolivia, investigadores de la Felcn sospechan que la «escala fantasma» del Gulfstream para recoger los más de cien kilos de cocaína habría sido el Aeropuerto Internacional de Chimoré…

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando
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El pasaporte de Aldo López Matinezo. | Foto TN.com.ar

Los pilotos bolivianos Miguel Ángel Blasquez Vallejos y Aldo López Matienzo son los que fueron detenidos en México con una tonelada de cocaína tras partir del aeropuerto de Salta este martes por la madrugada con rumbo a la isla caribeña de Cozumel, reveló la periodista Cecilia Di Lodovico del portal TodoNoticias de Buenos Aires.

Ambos son pilotos profesionales que operan en la ciudad de Santa Cruz prestando servicios a dos importantes aerolíneas comerciales de Bolivia. Fuentes consultadas por Sol de Pando en dicha ciudad indican que Miguel Blásquez Vallejos —quien comandaba el vuelo que llevaba la droga a Cozumel— pertenece a la tripulación de la aerolínea Amaszonas, mientras su copiloto López Matienzo figura en planillas de la aerolínea estatal Boliviana de Aviación (BOA).

El pasaporte de Miguel Ángel Blasquez. | Foto TN.com.ar

Micky Blasquez Vallejos arrastraba sospechas de su vinculación con el narcotráfico desde hace más de un año, cuando había sufrido un accidente el 8 de febrero de 2019 piloteando una avioneta con matrícula argentina que se estrelló e incendió sobre unas plantaciones de soya en la localidad Las Conchas, municipio de Cuatro Cañadas en Santa Cruz, cerca a una pista clandestina. Blasquez Vallejos y su copiloto Maikol Vaca Herrera sufrieron quemaduras de consideración.  

Si bien no se hallaron restos de droga en la nave siniestrada —se presumió que el avión se dirigía a un punto de acopio de cocaína en el Chapare o Yapacaní—, los investigadores de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn) establecieron que la avioneta con matrícula original LV-JHO pertenecía al Ejército Argentino y fue vendido en remate a un funcionario del anterior gobierno boliviano, cuya identidad no fue revelada. En terriorio boliviano la nave operaba con la matrícula CP-JHO.

Fuentes de la Felcn comentaron a Sol de Pando que la investigación sobre las actividades sopechosas del capitán Miguel Ángel Blasquez Vallejos tras el accidente del 8 de febrero, fue paralizada por instrucciones del entonces ministro de Gobierno Carlos Romero Bonifaz, lo cual le permitió a la banda de Blasquez persistir en el negocio de la cocaína.

Blasquez Vallejos, de origen potosino, pertenece a un gupo de pilotos y empresarios aeronáuticos —entre ellos dos hermanos de Blasquez, también pilotos— que serían socios de una escuela de aviación, según informaron a Sol de Pando fuentes extraoficiales.

La cocaína fue cargada improvisadamente dentro el jet «sin ningún método de ocultamiento» en bolsas domésticas de uso popular en los mercados de abasto de Bolivia. | Foto Sedena-México

¿Vínculos con la Ndrangheta?

El complejo itinerario que Miguel Blasquez y Aldo López siguieron en el narco-vuelo que acabó en México, comenzó en Estados Unidos, de donde trasladaron un jet bimotor Gulfstream GLF-3 con matrícula norteamericana N18ZL hacia Salta, vía México, para retornar sobre la misma ruta transportando la cocaína de procedencia boliviana.
Según investigaciones realizadas por autoridades de Argentina, se estableció que el jet llegó al aeropuerto internacional Martín Miguel de Güemes, Salta, la noche del lunes 27, a las 23 horas, procedente de Cozumel, Quintana Roo; permaneció en uno de los hangares hasta minutos antes de las ocho de la mañana del día siguiente y finalmente despegó de dicha terminal aérea de retorno a México, pero haciendo una «escala fantasma» en Bolivia, donde se cargó la cocaína.
El argumento del arribo de la nave al aeropuerto de Salta, fue que, como taxi aéreo, iban a recoger a dos clientes que habían contratado sus servicios para llevarlos a Cozumel, pero como no habían llegado habían decidido regresar a México.
El origen norteamericano del Gulfstream interferido este martes por la Fuerza Aérea de México en el Estado de Quintana Roo, hace presumir que los pilotos bolivianos trabajan para una organización internacional que podría estar relacionada con la Ndrangheta, el temible cartel de Calabria que domina en la ruta de la cocaína sudamericana a Norteamérica y Europa. 
El plan de vuelo, según fuentes judiciales argentinas, era Salta-Cozumel. Sin embargo, la aeronave aterrizó en el aeropuerto regional de Mahahual, en el sur del estado de Quintana Roo, a unos 300 kilómetros de Playa del Carmen, desde donde parten los ferrys que cruzan hasta la isla caribeña, informó La Nación de Buenos Aires.

Un «vuelo fantasma» para cargar la droga

Fuentes oficiales señalaron que el avión fue inspeccionado en Salta por personal de la PSA, Aduana y Sanidad de Frontera, sin que se encontrase rastros de alguna carga ilegal. La aeronave estaba ocupada solo por dos tripulantes. La hipótesis de los investigadores argentinos apunta a que los traficantes buscaron disminuir el perfil de riesgo del vuelo —valoración que las autoridades de cada país realizan sobre potenciales peligros de acuerdo con el lugar de procedencia— con un despegue desde la Argentina.

“La droga estaba en el avión sin ningún método de ocultamiento. Está claro que en el lugar donde la cocaína fue subida a bordo no hubo ningún tipo de control. En Salta se hizo una revisión con perros antidrogas, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y de la Aduana durante dos horas y no se detectó ninguna irregularidad”, dijeron fuentes judiciales.

Según la periodista Cecilia Di Lodovico, se sospecha que antes de dirigirse de Salta a México, el jet habría realizado una escala “sin dar aviso” en Bolivia, para cargar los 32 paquetes de cocaína, que eran bolsas domésticas de esas que se adquieren en los mercados de abasto en Bolivia.  La operación del acopio de la droga en la improvisada escala Salta-Bolivia-México, es tipificada como “vuelo fantasma” en su trayecto por el territorio boliviano. En Bolivia, investigadores de la Felcn sospechan que la «escala fantasma» del Gulfstream para recoger los más de cien kilos de cocaína habría sido el Aeropuerto Internacional de Chimoré.

Los investigadores, dice Di Lodovico, “creen que la partida desde Salta pudo deberse a un plan para no levantar sospechas. Es probable que buscaran evitar mayores controles a los que serían sometidos en México si el vuelo despegaba desde Bolivia. Es decir, que triangularon el vuelo”.

En el expediente que se abrió en Argentina esperan datos que puedan determinar horas de vuelo, confirmar en qué lugar de la aeronave estaban dispuestos los ladrillos de cocaína y qué peso tiene el cargamento, la cantidad de combustible disponible en el tanque, los datos del GPS y caja negra para determinar el derrotero que tuvo el vuelo.

Según informan los medios mexicanos, el «narcojet» fue detectado por el Sistema Integral de Vigilancia Aérea de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) cuando volaba de manera ilegal por Quintana Roo, uno de los 31 estados de ese país.

Aviones de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) lo interceptaron y los pilotos bolivianos aterrizaron en el Aeródromo de Majahual, donde los esperaban efectivos de la 34° Zona Militar.

El precio de la cocaína transportada se estima en más de 11 millones de dólares.

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