Data: octubre 29, 2013 | 1:10
columnista invitado

Wilson García Mérida | NUESTRO EXCESO DE MUERTE

Hoy la muerte, en Bolivia, es una vida truncada a mansalva, y la vida es una muerte que no se va. Murió el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios. Sí matarás. Así la muerte nos va ganando rauda, con la ventaja de que nos lleva toda una vida. Ya tanta muerte fatiga…

EL AUTOR Wilson García Mérida, periodista. Director del Servicio Informativo Datos & Análisis. Autor de los libros “Un siglo en Cochabamba” e “Historia del Milagro”, además de incontables publicaciones dispersas en distintos periódicos y revistas dentro y fuera del país, es columnista de Los Tiempos desde 1983, fue Jefe de Redacción de dicho diario hasta 1998, corresponsal de La Razón en los años 90 y co-editor del semanario “El Juguete Rabioso” hasta el 2002. Como periodista investigador participó en la comisión investigadora del caso “Huanchaca” en 1986, y en 1990 develó las tramas del narcotráfico vinculada a la “inmobiliaria” Finsa, motivo por el cual sufrió un atentado en manos de un sicario de la mafia organizada durante el gobierno de Sánchez de Lozada, salvando la vida milagrosamente. Entre sus varias y conocidas investigaciones periodísticas se destacan las que publicó en relación a actividades clandestinas que desarrollaron los embajadores norteamericanos David Greenlee (2002) y Phillip Goldberg (2007) cumpliendo planes de la CIA para desestabilizar la democracia boliviana. En base a los informes del periodista, en el 2008 el gobierno de Evo Morales expulsó del país al embajador Goldberg. Fue condecorado por el Concejo Municipal de Cochabamba con la Medalla al Mérito Juvenil en 1991 y en 1992 la Asociación de Periodistas de La Paz lo distinguió con la Medalla “Bautista Saavedra” por la Defensa de los Intereses Públicos. En 1994, durante un viaje de trabajo a México, se vinculó con el movimiento civil zapatista, en el cual milita desde entonces como activista libertario. Actualmente dirige el periódico amazónico de circulación nacional Sol de Pando que recibió mención especial en el Premio Nacional de Periodismo 2011. Este periódico fue fundado en el 2009 a iniciativa suya como parte de una consultoría para el Ministerio de la Presidencia, con el cual rompió un año después enarbolando la Autonomía Informativa de este medio, ante la pretensión del ministro Juan Ramón Quintana de instrumentar a Sol de Pando con fines de manipulación y desinformación. Por ese motivo , el periodista y su equipo son objeto de permanente persecución y proscripción. En julio del 2011 Quintana ordenó la confiscación de 2.000 ejemplares de Sol de Pando en Cobija. En octubre del 2102 García Mérida y la Gerente de Sol de Pando, Silvia Antelo, buscaron refugio en el Brasil huyendo de un intento de secuestro y posterior eliminación física por parte de sicarios vinculados al Ministro de la Presidencia. El Gobierno se niega a brindar garantías que García Mérida exigió reiteradamente.

EL AUTOR
Wilson García Mérida, periodista. Director del Servicio Informativo Datos & Análisis. Autor de los libros “Un siglo en Cochabamba” e “Historia del Milagro”, además de incontables publicaciones dispersas en distintos periódicos y revistas dentro y fuera del país, es columnista de Los Tiempos desde 1983, fue Jefe de Redacción de dicho diario hasta 1998, corresponsal de La Razón en los años 90 y co-editor del semanario “El Juguete Rabioso” hasta el 2002.
Como periodista investigador participó en la comisión investigadora del caso “Huanchaca” en 1986, y en 1990 develó las tramas del narcotráfico vinculada a la “inmobiliaria” Finsa, motivo por el cual sufrió un atentado en manos de un sicario de la mafia organizada durante el gobierno de Sánchez de Lozada, salvando la vida milagrosamente. Entre sus varias y conocidas investigaciones periodísticas se destacan las que publicó en relación a actividades clandestinas que desarrollaron los embajadores norteamericanos David Greenlee (2002) y Phillip Goldberg (2007) cumpliendo planes de la CIA para desestabilizar la democracia boliviana. En base a los informes del periodista, en el 2008 el gobierno de Evo Morales expulsó del país al embajador Goldberg.
Fue condecorado por el Concejo Municipal de Cochabamba con la Medalla al Mérito Juvenil en 1991 y en 1992 la Asociación de Periodistas de La Paz lo distinguió con la Medalla “Bautista Saavedra” por la Defensa de los Intereses Públicos.
En 1994, durante un viaje de trabajo a México, se vinculó con el movimiento civil zapatista, en el cual milita desde entonces como activista libertario.
Actualmente dirige el periódico amazónico de circulación nacional Sol de Pando que recibió mención especial en el Premio Nacional de Periodismo 2011. Este periódico fue fundado en el 2009 a iniciativa suya como parte de una consultoría para el Ministerio de la Presidencia, con el cual rompió un año después enarbolando la Autonomía Informativa de este medio, ante la pretensión del ministro Juan Ramón Quintana de instrumentar a Sol de Pando con fines de manipulación y desinformación. Por ese motivo , el periodista y su equipo son objeto de permanente persecución y proscripción. En julio del 2011 Quintana ordenó la confiscación de 2.000 ejemplares de Sol de Pando en Cobija. En octubre del 2102 García Mérida y la Gerente de Sol de Pando, Silvia Antelo, buscaron refugio en el Brasil huyendo de un intento de secuestro y posterior eliminación física por parte de sicarios vinculados al Ministro de la Presidencia. El Gobierno se niega a brindar garantías que García Mérida exigió reiteradamente.

Yo mismo no me siento muy bien últimamente”, decía un escritor amigo cuando puso en duda eso de que “nadie se muere en la víspera” y comentaba muertes ajenas tan sentidas como las suyas propias.

Y es que hubo un tiempo en que morirse era un asunto de aprendizaje. Aprendiendo a morir, se aprendía a vivir. Aún regía la máxima de Da Vinci, según la cual “así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte”. Ya no es así.

Hoy se muere porque hay que morir, sin respeto a la vida, ni a la muerte misma.

Y es el Poder que mata, además de corromper. El fallecer en genocidio, el morir por desangramiento tras un asalto callejero, el perecer a la mitad de un viaje con boletos de negligencia, el perder la vida en un atentado sucia y cuidadosamente tramado, el irse al otro mundo en cumplimiento del deber, o en pleno proceso judicial… en fin, el morirse como si nada se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

Morirse simplemente de viejo, dejar este mundo con resignación y en acuerdo de partes, es la forma minoritaria y menos noticiosa de morir en Bolivia.

En este maravilloso país se muere a bala en asaltos baratos, a tiro de sicario o perforado por un puñal trapero, desbarrancado al fondo de una carretera con sobreprecio o masacrado por una narco-turba endemoniada… o no se muere tan fácilmente.

A la calidad de vida que detentamos hoy los bolivianos, corresponde una calidad de muerte con similares rasgos. Es patético, este exceso de muerte.

La muerte ya no es una vida vivida, ni la vida es una muerte que viene, como deseaba Borges. Hoy la muerte es una vida truncada a mansalva, y la vida es una muerte que no se va.

Murió el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios. Sí matarás. Así la muerte nos va ganando rauda, con la ventaja de que nos lleva toda una vida.

Ya tanta muerte fatiga.

Su irrupción es algo que nunca jamás deberíamos temer; pues, parafraseando a Epicuro, mientras existimos ella no existe y cuando la muerte existe nosotros ya no existimos. Ahora coexistimos con la cruel quimera, está a la vuelta de la esquina y es aterrante. Quedémonos en casa, salvo que esté agazapada bajo la cama, muerte de porquería.

Yo sólo atino a decir: que la vida me mate, no la muerte. O como Woody Allen dijo: “no es que tenga miedo de morirme. Es tan solo que no quiero estar allí cuando suceda”.

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Artículo originalmente publicado en Bolpress, 14 de marzo, 2008ManitoClic
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