Data: agosto 8, 2012 | 21:47
Se celebran los 133 años del General Libertario

Los pueblos del mundo rinden homenajes a la memoria de Emiliano Zapata

El general Emiliano Zapata junto con su Estado Mayor en Tlaltizapan, Morelos, 15 de mayo de 1915. | Foto Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución

Hijo de los campesinos indígenas Gabriel Zapata y Cleofas Salazar, Emiliano nació en el poblado de Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, el mismo año en que nuestro país enfrentaba la Guerra del Pacífico contra Chile…

© Redacción Sol de Pando

Zapata en 1914, en plena revolución. | Foto FZHR

Hoy 8 de agosto se celebra el nacimiento del general Emiliano Zapata y varios actos de homenaje se vinieron cumpliendo en diversas partes del mundo, donde los pueblos expresados en Sociedad Civil claman una más profunda y sincera democratización de la política, exigiendo a los gobernantes conductas éticas genuinas, que lo que se diga se haga y que lo que se dice eso sea; que los que detentan el poder ejerzan sus atribuciones con sentido de renunciamiento y verdadera vocación de servicio público, y no como un medio de acumular privilegios a costa de la indolencia, la mezquindad y la injusticia recurrente contra los humildes y los que viven sólo de su trabajo, si es que lo tienen. Así pensaba Emiliano Zapata, y obraba en consecuencia.

En la localidad de San José Vista Hermosa, en el estado de Morelos, de donde es originario el símbolo del agrarismo mexicano,  se inauguró un boulevard con su nombre y su presenciaCon mañanitas al pie de la casa en donde hace 133 años se escucharon los primeros llantos de Emiliano, cientos de ayalenses conmemoraron la madrugada de este miércoles al líder de la Revolución del Sur. Bolivia se suma al tributo con esta edición especial de Sol de Pando dedicada a la memoria póstuma y el pensamiento vivo del guerrillero libertario.

Hijo de los campesinos indígenas Gabriel Zapata y Cleofas Salazar, Emiliano nació en el poblado de Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, el mismo año en que nuestro país enfrentaba la Guerra del Pacífico contra Chile, conflicto bélico a raíz del cual Bolivia perdió su costa marítima condenándose al enclaustramiento hasta nuestros días.

Durante su juventud trabajó como cuidador de ganado, y en 1906, a sus 27 años, se une a la Junta de Cuatla que reivindica para sus trabajadores las tierras comunales de los paisanos indios de Morelos, y que es reprimida violentamente por el gobierno.

Toma de Tierras

Las tropas de Zapata tomando tierras. | Foto FZHR

Como hijo de granjeros, la piel mate y buen caballero, dirige el movimiento de ocupación de tierras, formado por granjeros vestidos de una camisa y pantalones blancos quienes, a los gritos de «tierra y libertad», entran en las haciendas defendidas por sus propietarios.

Después de haber obtenido su rendición, las haciendas son expropiadas y repartidas entre los paisanos que las trabajan.

Como líder de la rebelión, Zapata debe refugiarse en la montaña durante la represión.

Reaparece en 1909, siendo proclamado presidente de la Junta de Defensa de tierras de Ayala, comenzando de esta manera su actividad revolucionaria.

La Guerrilla Libertaria

La fuerza del zapatismo radicaba precisamente en su estructura familiar, en la familia extensa que culminaba entonces con el compadrazgo, motor de la revolución del Sur. | Foto Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución.

En marzo de 1911 se une al movimiento guerrillero de Madero, reforzando el Plan de San Luis Potosí contra el dictador Porfirio Díaz.

El Plan Ayala preve la restitución de las tierras a la población indígena y una verdadera Reforma Agraria.

Su ascenso político lo conduce a hacerse cargo de la organización del movimiento revolucionario en el sur de México, siendo nombrado jefe supremo del movimiento revolucionario de la región meridional, después jefe maderista de Morelos.

Después de la suba de Madero al poder, Emiliano Zapata se levanta contra éste último en razón de su poca diligencia en aplicar la Reforma Agraria, objetivo principal de la Revolución Mexicana.

Su esfuerzo por la Reforma Agraria le valió también la enemistad de Carranza.

Con Pancho Villa

Tomás Urbina, Pancho Villa (en la silla presidencial), Emiliano Zapata y Otilio Montaño, en el Distrito Federal, 6 de diciembre de 1913. | Foto Archivo Casasola

El ataque de Victoriano Huerta contra el gobierno de Madero, quien lo hace asesinar, lo empuja a unirse a las tropas constitucionales en 1913.

Un año más tarde, con Pancho Villa y Orozco, firman la Convención de Aguascalientes, rechazada por Carranza, en el curso de la cual deciden ocupar la capital mexicana con las fuerzas convencionales (1914).

La fuerza de las tropas zapatistas le permite ocupar la capital en dos ocasiones, controlando la mitad del territorio mexicano.

Sin embargo, el fuerte contraataque del presidente Carranza y la derrota que le inflige Álvaro Obregón lo obligan a retirarse hacia Morelos y a instalar su cuartel general en Tlaltizapan, conservando la implantación del movimiento revolucionario en el sur de México.

Después de su retirada, afronta en permanencia los ataques de Carranza, defendiendo la instauración de una auténtica reforma agraria que elimine la repartición desigual de las tierras, y que tome en cuenta los derechos de los indígenas, modelo implantado por Zapata en Tlaltizapan.

Zapata crea también en esta ciudad una red de escuelas y servicios públicos.

El asesinato de Zapata

Foto Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución.

La acusación de Zapata hacia su antiguo compañero revolucionario, Carranza, se vuelve pública en su carta abierta de 1919 y dirigida al “Ciudadano Carranza”, en la cual lo acusa de haber « aprovechado de la lucha para su propio beneficio y el de sus amigos que lo han ayudado. Después de haber repartido el botín, las riquezas, para realizar negocios, banquetes, fiestas suntuosas, bacanales y orgías.

Y prosiguió su acusación: «Usted no ha pensado jamás que la Revolución pudiese beneficiar al pueblo, a las legiones de oprimidos que usted ha alentado con sus discursos».

En respuesta a esta acusación, Carranza organiza un plan para asesinar a Zapata.

En 1919, es convocado para una entrevista política en el curso de la cual un oficial federal, Jesús Guajardo, le ofrece tropas y apoyo para su campaña, dándole cita en una hacienda situada en un territorio dominado por el general revolucionario.

Según el relato de uno de los testigos (uno de los soldados), llegando al umbral, «a quemarropa y sin darle tiempo de sacar sus pistolas, los soldados que portaban armas tiraron dos salvas, y nuestro inolvidable general Zapata cayó para no levantarse jamás».

Con Zapata, a la edad de 39 años, se había apagado el más feroz defensor de los derechos de los indios mexicanos y de la Reforma Agraria.

El nieto de Zapata, un amigo nuestro

En un excelente documental difundido por Telesur, en abril de 2008, a propósito de las correrías libertarias de Pancho Villa y Emiliano Zapata y en base a testimonios de los ya casi centenarios ex combatientes de la Revolución Mexicana, la palabra lúcida y poética de los generales de la bandolera seguía viva en voz de los sobrevivientes.
Un anciano, entrevistado para el documental, que fue paisano de Doroteo  Arango declamó, por ejemplo: “Dice el dicho que según la leyenda, cuando el general Pancho Villa estaba vivo, sobre este pueblo de San Juan del Río se posó el águila imperial de la educación rural”.
Y del general Zapata, su memoria, es un verso que resucita de generación en generación, el verbo que se reencarna, diré más bien: “Si quieres ser ave, vuela, si quieres ser gusano, arrástrate, pero no grites cuando te aplasten…” | “Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”. Así hablaba Zapata, y lo sigue haciendo… hoy por hoy.
Junto con el subcomandante Marcos (que es el heredero literario y militar del general), Edgar Castro Zapata, el bisnieto de don Emiliano, es uno de los guardianes fervorosos del legado zapatista en su vena histórica. Hemos tenido el gusto de conocerlo personalmente, y mantenemos un cordial y fluido contacto junto con otros libertarios bolivianos como Claudio Ferrufino, contándolo entre los asiduos lectores de la edición digital de Sol de Pando, nuestro periódico amazónico.
Edgar es el encargado de dirigir, en Morelos, la Fundación Zapata y el movimiento Herederos de la Revolución, entidades organizadas en 2003 como respuesta natural del legado familiar transmitido por Mateo Emiliano Zapata Pérez, hijo del general Emiliano Zapata y abuelo de Edgar Castro Zapata.
Entre los pendientes de Mateo Zapata, que murió en 2007, estaba el brindar apoyo y respaldo a las viudas de los veteranos de la Revolución del Sur; labor que retomaría la Fundación Zapata y los Herederos de la Revolución, al mando de Edgar Castro Zapata, precisamente.
La Fundación promueve la difusión y reflexión del corpus del zapatismo, apoyándose en la convocatoria de mesas redondas de análisis e intercambio, y a través de manifestaciones estéticas y culturales como el museo itinerante, los programas de narrativa revolucionaria, “la historia en tus manos” (uso de títeres), “cine a mano” y otras.
“La propuesta de la Fundación es la de gradualmente incentivar una suerte de levantamiento cultural, cuyo lema principal sea el de ‘R-evolución’», explica Edgar Castro Zapata.
Este carnal, a cuya laboriosa tarea de difusión debemos la vigencia plena de aquel ideario genuinamente latinoamericano, cumple eso que dice el Sub Marcos, el otro carnal: “Porque morir no duele, lo que duele es el olvido”.
Es por eso que el zapatismo nunca muere ni morirá jamás. Viva Zapata, pues.

Texto original publicado por Los Tiempos | 25-III-012

Carta del subcomandante Marcos a Emiliano Zapata

Aquí estamos mi General, aquí estamos porque estos gobiernos siguen sin memoria para los indígenas, y porque los ricos hacendados, con otros nombres, siguen despojando de su tierra a los campesinos.

Como entonces pasó, ahora los gobiernos buscan leyes para legitimar el robo de tierras. Como entonces, los que se niegan a aceptar las injusticias son perseguidos, encarcelados, muertos.

Pero como entonces, mi General, hay hombres y mujeres cabales que no se están callados y que luchan para no dejarse, se organizan para exigir tierra y libertad.

Por eso le escribo a usted Don Emiliano, para que sepa usted que aquí estamos, y aquí seguimos…

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