Data: enero 1, 2013 | 23:29
Un testimonio audiovisual de Fidel Castro sobre sus negociaciones de paz con el ejército derrotado por la guerrilla el año nuevo de 1959…

La revolución cubana triunfó hace 55 años erradicando el golpismo militar

La guerrilla cubana comandada por Fidel Castro tomó el poder tras una campaña en Sierra Maestra que culminó en La Habana el año nuevo de 1958.

La guerrilla cubana comandada por Fidel Castro tomó el poder llegando de Sierra Maestra a La Habana el año nuevo de 1959, con una transición que prescindió de las derrotadas FF.AA. leales al dictador Batista

Batista huía despavorido, las tropas revolucionarias al mando de Eloy Gutiérrez Menoyo tomaban La Habana, Fidel Castro entraba a Santiago de Cuba para instalar en esa sede el gobierno provisional que presidía el magistrado Urrutia, mientras el general Eulogio Cantillo formaba su propia junta militar golpista en Columbia después de engañar a Fidel con la oferta de un supuesto apoyo a la revolución por parte de un ejército regular ya derrotado. Todo ello en un solo día, el “día D” cubano: 1 de enero de 1959…

© Wilson García Mérida
Portada de la revista "Bohemia" publicada el 11 de enero de 1959.

Portada de la revista Bohemia publicada el 11 de enero de 1959.

Este 1 de enero se celebró el 55 Aniversario del triunfo de la revolución cubana. La Habana recibió el año 2014 con salvas de artillería recordando el ingreso triunfal de los guerrilleros que llegaron desde la Sierra Maestra derrocando al dictador militar Fulgencio Batista. El presidente Raúl Castro, un sobresaliente jefe de la guerrilla que liquidó el 1 de enero de 1959 al régimen imperante desde marzo de 1952, expresó recientemente que el proceso continuará «sin prisas, pero sin pausas, a pesar de varias exhortaciones con sanas intenciones y otras que definitivamente no lo son».

La madrugada de aquel 1 de enero de 1959 una flotilla de cuatro aviones, con Batista y sus allegados a bordo, salió del capitalino campamento de Columbia, la principal instalación militar del país, con destino a República Dominicana, donde fue acogido por su colega Rafael Leónidas Trujillo. (Posteriormente Batista se trasladó a Portugal y luego a España, donde falleció el año 1973).

Ese mismo día en que Batista huía de Cuba, las tropas del Segundo Frente Nacional del Escambray comandadas por Eloy Gutiérrez Menoyo entraron a La Habana. Al día siguiente llegaron las tropas del Movimiento 26 de Julio comandadas por Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, tomando sin resistencia el regimiento de Campo Columbia y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, respectivamente.

Una Huelga General Indefinida de los trabajadores cubanos legitimó aquel proceso de insurrección popular que opuso resistencia a la dictadura militar instaurada en 1952.

Simultáneamente, el mismo 1 de enero, Fidel Castro entró triunfante a Santiago de Cuba, declarándola capital provisional de Cuba y proclamando al magistrado Manuel Urrutia Lleó como presidente de la nación.

En ese momento el gobierno de Estados Unidos reconoció al régimen revolucionario presidido por Urrutia —y  apoyado militarmente por Fidel Castro—; aunque, entre bambalinas, la embajada norteamericana conspiraba contra los revolucionarios pretendiendo desatar un golpe de estado con una fracción del ejército derrotado.

Los dilemas de Cantillo

El nombre de Eulogio Cantillo dentro la historia de la revolución cubana quedó asociado al concepto de traición. Negoció y pactó con Fidel Castro una alianza entre la guerrilla revolucionaria triunfante y los restos de un ejército regular derrotado que aceptaba subordinarse a la revolución, traicionando a Batista; a la vez que organizaba un golpe de Estado promoviendo una junta militar que facilitó la huida del dictador Batista, traicionando a Fidel.

Hay quienes sostienen que Cantillo encarnó un dilema de hierro en medio de una crisis terminal en el seno del ejército derrotado por la guerrilla. Intentó salvar a ese ejército de su inminente desaparición, “atrapado entre las lealtades a dos caudillos, el que se iba y el que llegaba”, escribió Rafael Rojas, historiador cubano residente en México.

Aunque Batista lo desmintió en 1960, la versión más difundida cuenta que el dictador asesorado por el Embajador de EE.UU. en La Habana Earl T. Smith, buscó una “salida honorable”  mediante la formación de una junta militar que impidiera el triunfo revolucionario.

Según Prensa Latina, en su libro «El cuarto piso», el ex embajador Smith revela que le recomendó a Batista «una ordenada transmisión de poderes» y el dictador, a partir de esa conversación, comenzó a maniobrar para proteger su partida. En una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto, mayor general Francisco Tabernilla, y otros altos oficiales, el dictador les habría ordenado que buscaran «una solución nacional».

Tabernilla dispuso que el general Eulogio Cantillo, jefe de Operaciones en Oriente, pidiera una entrevista a Fidel Castro, en la cual el alto oficial se comprometió a iniciar un movimiento militar el 31 de diciembre que depusiera a Batista y diera apoyo incondicional a la victoriosa guerrilla, recuerda Prensa Latina.

El 23 de diciembre de 1958 —escribió Rafael Rojas—, mientras la guerrilla ganaba posiciones tomando bajo su control ciudades próximas a La Habana, Fidel Castro recibió en su comandancia, entonces ubicada en Maffo, una comunicación de los coordinadores habaneros del movimiento guerrillero 26 de Julio. En ella le decían que durante una reunión con Florentino Rosell Leyva, jefe del Cuerpo de Ingenieros, éste había asegurado que los generales Eulogio Cantillo y Alberto Río Chaviano, así como el coronel Leopoldo Pérez Coujil, estaban dispuestos a unir sus fuerzas con los rebeldes a cambio de la formación de una junta cívico-militar, encabezada por Ramón Barquín y Manuel Urrutia.

Castro, como es sabido, rechazó la oferta y comunicó a Rosell que aceptaba una entrevista personal con Cantillo. El ejército se desplomaba, pero 15.000 hombres bien armados eran un peligro o una ganancia para los revolucionarios.

Dos días después, el 28 de diciembre, Fidel se reunió con Eulogio Cantillo y el coronel José M. Rego Rubido, jefe del Regimiento de Santiago, en el Central Oriente, de Palma Soriano. Castro acuerda con el general que las tropas rebeldes y del ejército, unidas, ocuparán Oriente, Camagüey y Las Villas y avanzarán hacia La Habana, concediendo a Cantillo la ventaja de tomar Columbia. “Batista pensó que el pacto con los rebeldes había sido descartado por su Estado Mayor y, a juzgar por la vehemencia con que narra el episodio en Respuesta (1960), desconocía que Cantillo tenía autorización de Tabernilla para pactar con Castro”, afirma Rojas.

Entre las condiciones que Fidel le pone se encuentran la entrega de Batista y sus principales cómplices, no viajar por ningún concepto a La Habana ni hacer contacto con la embajada de los Estados Unidos, lo cual es aceptado por Cantillo, quien sin embargo hace todo lo contrario y trata de frustrar el triunfo revolucionario.

Cantillo traicionó a los rebeldes, según Fidel; aunque aquel acuerdo frustrado fue el origen de la valiosa colaboración del coronel José M. Rego Rubido —quien llegaría a ser, brevemente, el primer jefe del Estado Mayor del gobierno revolucionario— en la toma de Santiago.

Tras llegar a Santiago de Cuba el 1 de enero del 59, Fidel Castro denunció que Cantillo incumplió su palabra al participar en la formación de una junta cívico-militar en La Habana, al frente de la cual situaron al magistrado más viejo del Tribunal Supremo de Justicia, Carlos Manuel Piedra. Aquella efímera junta, con Cantillo como jefe del Estado Mayor del Ejército, murió prácticamente al nacer pues incluso el pleno del máximo tribunal se negó a legitimarla por su carácter espurio, recuerda Prensa Latina. Fidel denunció que esa maniobra, la cual calificó de golpe ambicioso y traidor, se dio de acuerdo con Batista para dejarlo escapar.

Cantillo fue apresado el 2 de enero de 1959 por el comandante Camilo Cienfuegos que se encargó e tomar control del campamento golpista de Columbia.

Fidel Castro el 1 de enero de 1959 | Video de una entrevista inédita

Fragmentos de las declaraciones de Fidel

“En la guarnición de Santiago de Cuba estaba de jefe el coronel Rego Rubido; yo tengo muy buen concepto de él… Ya nos habíamos cruzado alguna comunicación y precisamente yo le había dicho lo que había quedado con Cantillo y lo que estaba haciendo Cantillo”.
“El Coronel Rego Rubido: su actitud fue hacer contacto con nosotros, también contactos de la marina, similar la fragata. Hernán Ceo se comunicó con nosotros y se ponían incondicionalmente a nuestras órdenes, hicimos contacto con el Coronel Rego, entonces yo le dije que quería reunirme con todos los oficiales de la guarnición de Santiago de Cuba para hablarles, que yo no quería más que hablar, yo estaba seguro que los planteamientos míos serían aceptados por ellos…”.
“Efectivamente a las seis de la noche se produjo la reunión y yo les dije que Cantillo había venido hablarles en nombre del ejército y lo que había hecho era traicionarme antes de empezar y traicionar también a los soldados porque a ninguno de ellos se les consultó sobre nada, que yo no quería golpe que yo quería democráticamente reunirme con todos los oficiales y de ser necesario con todos los soldados para hablarles a todos los soldados; eso no era una conspiración, era una decisión democrática; que los generales no tenían derecho a decidir…”.
«Normalmente el militar tiene que cumplir órdenes y obedecer; pero cuando se trata de cuestiones tan vitales fundamentales como esto para decidir la postura, la posición en un momento histórico de un ejército, hay que consultarles a los oficiales…”.
«El día primero fue un día tremendo también porque nosotros nos encontrábamos traicionados por un intento de arrebatarle al pueblo la victoria, aquella mañana hubo que actuar muy rápidamente. Fue un golpe contrarevolucionario para evitar lo inevitable. De qué servía de aquí a quince días más nosotros hacíamos prisioneros a todas las fuerzas, nosotros en ese momento teníamos diez mil soldados copados en las provincias de oriente y hemos atacado Santiago…».
«Cuando se presentó Cantillo a hacer las proposiciones que yo, por ejemplo, pensaba que analizándolo fríamente lo mejor era no aceptar ningún tipo de apoyo porque ya la guerra estaba ganada, pero cuando uno hace sus cálculos tiene que pensar siempre que si se puede lograr el mismo objetivo sin derramar una sola gota más de sangre porque todos los hombres que cayeron al final de la guerra son los que nos producen a nosotros más tristeza, porque la idea de que han sobrevivido por ejemplo a todos los peligros en numerosos combates, siempre produce una tremenda tristeza en el momento de un combate victorioso pensar en los que no vieron el fruto del triunfo. Nos pasó con el comandante Cuevas, nos pasó con el comandante Daniel, nos pasó con otro compañero, el Comandante Kuronov, que fue el héroe de la batalla de Guisa…».
«Considero que el reconocimiento y el cariño que nos ha demostrado el pueblo es superior a cuantos méritos podamos tener nosotros. Creo que sencillamente no hemos hecho más que cumplir con el deber y al fin y al cabo no ha sido tanto el sacrificio… mayor ha sido el sacrificio de las madres que han perdido a sus hijos en la lucha, que fue una lucha necesaria, nosotros simplemente hemos cumplido, consideramos que hemos cumplido con nuestro deber o al menos con una parte de nuestro deber…».
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