Data: julio 17, 2014 | 8:58
MEMORIA | Para no olvidar el golpe militar del 17 de julio de 1980, 34 años después de un vil asesinato...

La corrupción, la impunidad y el narcotráfico mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz

El diputado socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, en 1979, impulñsando desde el parlamwento el juicio de responsabilidades contra la dictadura de Banzer.  La respuesta a esa demanda ética fue el golpe de García Meza y Arce Gómez que contempló su asesinato. | Foto Archivo.

El diputado socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, en 1979, impulsando desde el Parlamento el juicio de responsabilidades contra la dictadura de Banzer. La respuesta a esa demanda ética fue el golpe de García Meza y Arce Gómez que decidieron su asesinato y desaparición. | Foto Archivo

Luis García Meza y Luis Arce Gómez eran los artífices de aquel ataque narco-terrorista contra la democracia boliviana. Ambos militares ligados familiar y económicamente al narcotráfico, encaramándose en el Comando General del Ejército y su Departamento II de Inteligencia, planificaron cuidadosamente la ejecución de su estrategia de asalto al poder buscando bloquear un juicio de responsabilidades contra el ex dictador Banzer, para lo cual organizaron grupos de sicarios paramilitares y contrataron mercenarios neofascistas que aterrorizaron al país obligado a andar «con el testamento bajo el brazo…»

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando

Corrupto y autoritario, además de estar internacionalmente aislado y carente de todo de apoyo político o social, el gobierno de García Meza ejerció el terrorismo desde el Ministerio del Interior a la cabeza de Luis Arce Gómez. Hubo alrededor de 500 asesinatos, desapariciones forzadas y 4.000 detenidos.

Es aquella sangre derramada y aquel dolor sufrido bajo ese régimen de terror, el tributo que Bolivia pagó para gozar la democracia que hoy vive el país.

Durante el acto golpista fueron torturados y asesinados valerosos luchadores por la democracia, entre ellos el insigne tribuno socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, autor de la nacionalización de la Gulf Oil durante el gobierno del general Ovando e impulsor, desde la tribuna parlamentaria, de un juicio de responsabilidades contra la dictadura del general Hugo Banzer Suárez que rigió entre 1971 y 1978.

De la impunidad a la escalada del terror

Banzer desfilando en Cobija a comienzos de su dictadura. Sabía lo que estaba sucediendo con la nación Pacahuara en el norte de Pando.

Banzer en Cobija a comienzos de su dictadura.

El juicio impulsado por el diputado Quiroga Santa Cruz en 1978 contra la dictadura de Banzer, por delitos que abarcaban desde la protecciòn al narcotráfico, nepotismo y malversaciones al más alto nivel, hasta crímenes de lesa humanidad (como la masacre de Tolata y Epizana), no tuvo un respaldo efectivo del Congreso Nacional y la estrategia de impunidad que desplegó la derecha fascista contemplaba destruir la tribuna acusadora de Quiroga Santa Cruz cerrando el Parlamento mediante un golpe militar que se gestó dentro un proceso sistemático de terrorificar la democracia.

La estrategia terrorista fue encabezada por el fugitivo nazi alemán Klaus Barbie, quien llegó a Bolivia en la década de los 50 y tras el golpe de Banzer en 1971 contra el gobierno popular de Tórres, el dictador lo incorporó al aparato represivo del régimen delegándole tareas relacionadas con su propia seguridad personal y con la renovación de los métodos de represión en el Ministerio del Interior. Banzer también le otorgó la ciudadanía boliviana y le dio un pasaporte diplomático bajo el nombre de Klaus Altmann, con el cual recorrió Europa negociando la importación de carros de combate y armas ligeras para el Ejército boliviano.

Klaus Barbie junto a los mercenarios neofascistas que trajo desde Europa para destruir la democracia boliviana. | Foto Archivo.

Klaus Barbie y los mercenarios neofascistas que trajo desde Europa para destruir la democracia boliviana. | Foto Archivo

Klaus Barbie «Altmann»y Luis Arce Gómez fueron los principales planificadores y ejecutores de la estrategia de terror desatada mientras Quiroga Santa Cruz intentaba abrir el juicio de responsabilidades contra Banzer desde el curul parlamentario.

Entre marzo y julio del 80, a partir del secuestro y asesinato de Luis Espinal perpetrado el 22 de marzo de ese año, el país se estremeció con una escalada terrorista (atentados dinamiteros, persecución y espionaje contra líderes políticos y sindicales) que tenían el claro propósito de sabotear las elecciones generales previstas para el 29 de junio.

El día 21 de ese mes previo al golpe, un avión que transportaba a dirigentes de la UDP en campaña electoral, explotó en el aire causando varios muertos. Jaime Paz Zamora, candidato vicepresidencial de Siles Zuazo, estaba en ese avión y se salvó milagrosamente quedando con el rostro estigmatizado por las quemaduras.

El atentado del 21 de junio de 1980, contra lo esperado por los golpistas, radicalizó la voluntad electoral de la opinión pública. Las elecciones dieron el triunfo a la UDP y, en gran medida, al PS-1 de Marcelo Quiroga Santa Cruz que duplicó su votación en relación a los comicios del 78. Este ascenso habría significado el inminente juicio de responsabilidades contra la dictadura de Banzer, que Quiroga Santa Cruz venía impulsando en el Parlamento desde 1979.

El golpe y la dictadura

Luiís Arce Gómez y Luís García Meza, los golpistas que provocaron con su acción autoritaria la muerte de Quiroga Santa Cruz y otros martires de la democracia. | Foto Archivo.

Luís Arce Gómez y Luís García Meza, los golpistas que provocaron con su acción autoritaria la muerte de Quiroga Santa Cruz y otros martires de la democracia. | Foto Archivo

Los golpistas estaban decididos a impedir la posesión de Siles Suazo que debía ministrarse el 6 de agosto de 1980. El 17 de julio los tanques y comandos paramilitares ocuparon las calles de La Paz para liquidar en un baño de sangre el proceso democrático.

Tras la tramoya de un «ensayo de golpe» en Trinidad, que obligó a reuniones de emergencia entre los ministros de Lidia Gueiler (la Presidenta interina) en el Palacio Quemado, y del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) en la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), los golpistas tomaron ambos puntos para consumar sus objetivos.

En el palacio Quemado, García Meza y Arce Gómez, acompañados por los generales y coroneles del Alto Mando, pusieron a Gueiler ante la disyuntiva de renunciar o prorrogar indefinidamente su mandato clausurando, en palabras de Arce Gómez, «ese boliche del frente» (el Parlamento). «Sólo así podremos gobernar este país como una taza de leche», le dijo García Meza a Gueiler. La Presidenta optó por la renuncia y sus ministros fueron apresados junto al grupo de periodistas que cubrían fuentes gubernamentales.

Paramilitares del golpe del 17 de julio usando vehiculos oficiales para secuestrar a sus víctimas.  | Foto Archivo

Paramilitares del golpe del 17 de julio usando vehiculos oficiales para secuestrar a sus víctimas. | Foto Archivo

Simultáneamente, los paramilitares organizados por Klaus Barbie y dirigidos por Arce Gómez, asaltaban la sede de la COB donde fueron asesinados el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, el diputado Carlos Flores Bedregal y el dirigente minero Gualberto Vega Yapura.

La hordas asesinas asaltaron también varios medios de comunicación, atacando con terrible saña especialmente a Radio Fides. Los paramilitares se movilizaban en ambulancias facilitadas por el entonces responsable de la CNSS, Willy Sandóval Morón.

Luis Arce Gómez, apenas posesionado como Ministro del Interior, lanzó públicamente esta advertencia a sus futuras próximas víctimas: «De hoy en adelante cualquier subversivo que vaya en contra del Gobierno de Reconstrucción Nacional, deberá andar con el testamento bajo el brazo».

Así mataron a Marcelo

La reunión del Conalde, en la sede de la COB, el momento en que estallaba el golpe del 17 de julio. | Foto Archivo

La reunión del Conalde, en la sede de la COB, el momento en que estallaba el golpe del 17 de julio. | Foto Archivo

Arce Gómez y García Meza llamaron «Operativo Avispón» al ataque paramilitar contra la sede de la COB, perpetrado la mañana del 17 de julio del 80, cuando Marcelo Quiroga Santa Cruz fue herido y luego trasladado, todavía con vida, al Gran Cuartel de Miraflores donde le dieron los tiros de gracia para después, presuntamente, incinerarlo en un macabro acto aún no esclarecido. Arce Gómez, hoy recluido en Chonchocoro donde debe cumplir sus 30 añoas de presidio sin derecho a indulto junto a García Meza, «confesó» que los restos de Marcelo fueron llevados a una hacienda de Banzer en santa Cruz, a pedido del ex dictador. Tal versión no ha sido debidamente corroborada hasta hoy. Los restos de Quiroga Santa Cruz están oficialmente desaparecidos. Quienes lo vieron por última vez ofrecieron conmovedores testimonios registrados durante el juicio contra los militares golpistas.

Credencial de Klaus Barbie como "teniente coronel ad honorem" de las FF.AA. de Bolivia.

Credencial de Klaus Barbie como «teniente coronel ad honorem» de las FF.AA. de Bolivia.

Los paramilitares asaltaron la COB pocos minutos antes del mediodía del 17 de julio, cuando debía efectuarse una conferencia de prensa para informar sobre las medidas adoptadas por el Conade en defensa de la democracia. El edificio fue atacado con ráfagas de metralleta y la irrupción de los paramilitares se produjo en medio del tiroteo, que facilitó la reducción y apresamiento de los dirigentes.

Según testimonio del sacerdote metodista Germán Crespo, uno de los paramilitares reconoció a Marcelo y lo hirió con una ráfaga cuando se resistía a ser detenido y separado de sus compañeros. Noel Vásquez vio el cuerpo de Marcelo caído en las gradas. Todavía estaba vivo. «Logré ver que con un tremendo esfuerzo levantaba sus ojos», relató el secretario permanente de la COB.

Diodato fue «Novio de la Muerte»

Los organismos de inteligencia norteamericanos ocultaron la verdad sobre la llegada a Bolivia del mafioso y narcotraficante italiano Marco Marino Diodato, que fue para apoyar el golpe de García Meza en 1980. La CIA facilitó la infiltración de Diodato en las estructuras de la democracia, bajo la cobertura de Banzer que se emparentó con el mafioso a principios de los noventa, afirmando que llegó al país en septiembre de 1983. Pero lo cierto es que este ex policía italiano ingresó al país junto con Stefano della Chiaie y Pierluigi Pagliani, autores del atentado dinamitero contra un tren de Bolognia que ocasionó cientos de muertos y heridos, conformando el grupo paramilitar «Los Novios de la Muerte» comandados por Klaus Altman Barbie para respaldar el golpe del 17 de julio.
La prueba es una foto publicada en el famoso libro «Narcotráfico y Política (Militarismo y mafia en Bolivia)» que editó el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África (Iepala) en 1982, un año antes de la fecha de ingreso falsificada por la Interpol, donde Diodato aparece junto a otros «Novios de la Muerte» ostentando sus uniformes de campaña.
Novios de la Muerte
El detalle de dicha foto es el siguiente: Parados, de izquierda a derecha: «Ike» Koplin, Jacques Leclerc, Hans Stellfeld, Joachim Fiebelkorn y Adolfo Ustáriz. Agachados: Marino Diodato, el hermano del «Mosca» Monroy, Wolfgang Walterkirche y el «Mosca» Monroy.
En mayo de 1981, este grupo neo-fascista fue capturado en el Brasil intentando generar una corriente separatista desde Santa Cruz mediante el tráfico de armas y de cocaína que fueron incautados por la Policía Federal del vecino país. Sin embargo fueron liberados al poco tiempo por las influencias politicas que prevalecían entonces en ambos paises.

Continuidad activa del narco-fascismo

El italiano Diodato llegó a Bolivia como instructor de paracaidistas militares y fue un importante enlace de otro criminal italiano, Alfredo Mingolla Montrezza, también reclutado en Europa por Klaus Altman.

Durante los gobiernos civiles de Paz Estenssoro, Bánzer y Sánchez de Lozada, Diodato, como un resabio activo del garcíamecismo en las dos últimas décadas, ejerció funciones de asesor del Ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas, con facilidades para realizar negocios vinculados al tráfico de drogas y y juegos clandestinos de azar (casinos), contando bajo su mando con jefes y oficiales del Ejército y de la Policia, algunos de los cuales aún influyen dentro de ambas instituciones. El mafioso italiano también es el precursor en Bolivia de la «clonación» de teléfonos celulares para interceptar conversaciones privadas.

Diodato fundó la Unión Juvenil Cruceñísta que el 2008 intentó desatar otra ola fascista con nuevos mercenarios extranjeros.

Diodato convirtió a la la Unión Juvenil Cruceñísta en un grupo de choque que en el 2008 intentó desatar una ola separatista con nuevos mercenarios extranjeros que murieron en ese afán.

Tras una ruptura entre Banzer y su ministro de Defensa Fernando Kieffer a raiz del escándalo de un avión comprado con sobreprecios en el año 2001, además por presión de la DEA, el gobierno de ADN dejó de proteger a Diodato y permitió que la justicia se encargue del criminal nazi.  Sus actividades de narcotráfico y venta ilegal de tierras eran investigadas por la joven fiscal cruceña Monica von Borries, quien murió asesinada con una bomba colocada en su automóvil en febrero del 2004.  Diodato planificó el asesinato de la fiscal von Borries junto a dos sicarios brasileños y luego, con ayuda de varios jefes policiales, huyó de la cárcel de alta seguridad de Chonchocoro tras internarse en una clínica fingiendo una supuesta enfermedad. A los pocos meses hizo propalar una muerte ficticia para desaparecer de la escena. El italiano, sobrino político de Banzer, es aún hoy un «muerto» prófugo.

Diodato era miembro activo de la Unión Juvenil Cruceñista, convirtió esa entidad en un grupo de choque fascista «transmitiendo» sus conocimientos como instructor militar y fue y uno de los ideólogos de las tentativas separatistas que explotaron en la llamada «media luna» oriental tras la elección de Evo Morales, cuyo gobierno exterminó de manera cruel a unos nuevos mercenarios extranjeros atraidos por la idea bajo el lideraazgo de Rozsa. El abogado de Diodato fue su socio Jorge Flores Reus, elegido diputado opositor por Santa Cruz durante las recientes elecciones del 2010.

Fue por todo esto que la corrupción, el fascismo y el narcotráfico tuvieron la visión estratégica de asesinar a Marcelo Quiroga Santa Cruz hacen 34 años, dejando al país sin un liderazgo ético y moral sólido e inclaudicable.

ARTÍCULO ORIGINALMENTE PUBLICADO EL 17 DE JULIO DEL 2006 EN LA REVISTA ADITAL, REMEMORANDO LOS 26 AÑOS DEL GOLPE

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