Data: noviembre 9, 2016 | 9:57
LA INCERTIDUMBRE AL PODER, SIGNO DEL NUEVO TIEMPO | Su peculiar discurso "antisistema", su capacidad para movilizar a los votantes blancos y la falta de entusiasmo por Hillary Clinton han decantado la balanza en su favor...

¿POR QUÉ HA GANADO DONALD TRUMP?

El nuevo presidente de Estados Unidos, junto a su familia, en el Penthouse de las Torres Trump, en la Quinta Avenida de Nueva York. | Foto Getti

El nuevo presidente de Estados Unidos, junto a su familia, en su Penthouse de las Torres Trump, en la Quinta Avenida de Nueva York. | Foto Getti

© Marina Meseguer| La Vanguardia

Contra todo pronóstico, Donald Trump se ha convertido en el 45 presidente de los Estados Unidos. Su victoria electoral sorprende ya que su rival, Hillary Clinton se había mantenido como favorita en las encuestas con una holgada distancia casi hasta el final de la campaña. ¿Cómo ha podido ocurrir? Es pronto para hacer un análisis preciso de los motivos de su victoria, pero sí que podemos adelantar algunos elementos que ayudan a entender este sorprendente giro electoral.

Hartazgo con el establishment

Trump se ha erigido como el candidato antiélites. No importa que él mismo forme parte de ella. Durante la campaña, el magnate ha prometido enfrentarse a unos poderes fácticos de los que cada vez más ciudadanos se sienten alejados. Lo ha pagado caro, con la pérdida de importantes donantes y el alejamiento de gran parte de los pesos pesados de su partido, pero ha sabido conectar con una clase trabajadora golpeada por la globalización y que vive la política con desafección.

Él mismo siempre se ha presentado como el antipolítico: “Yo no soy un político. Los políticos no actúan. Yo soy el contrario”, ha sido una de sus máximas. Además ha prometido que no firmará el acuerdo TTIP con Europa, un acuerdo de libre comercio que había sido una prioridad para la administración Obama, y ha asegurado que renegociará el acuerdo NAFTA con Canadá y México.

Un nacionalismo blanco movilizado

No es que Trump desvaríe, es que el Partido Republicano, de la mano de un Bush encarnando la “causa del bien”, ha llegado a límites que superan incluso los delirios anticomunistas del macarthysmo… | Fotomontaje Sol de Pando

El ideario defendido por Trump durante la campaña ha conectado con una gran parte de la sociedad blanca, que ve con temor como pierde su lugar privilegiado en un país cada vez más diverso… | Fotomontaje Sol de Pando

El ideario defendido por Trump durante la campaña ha conectado con una gran parte de la sociedad blanca, que ve con temor como pierde su lugar privilegiado en un país cada vez más diverso. “Haz de America un país grande de nuevo” ha sido el contundente lema de una campaña dirigida a una clase social conservadora a la que le incomoda el país que dibujaba Obama en el que un hombre negro podía llegar a sentarse en el Despacho Oval, las personas del mismo sexo podían contraer matrimonio y millones de inmigrantes ‘sin papeles’ podían legalizar su situación. Habrá que analizar hasta qué punto este resultado electoral es más una derrota del proyecto de Obama que de la candidatura de Clinton.

Trump ha logrado movilizar a los suyos, algo que Hillary, a pesar de toda la ayuda de los pesos pesados demócratas no ha conseguido. Según los datos de la CNN, un 70% de los votantes han sido blancos, y de ellos un 58% se ha decidido por el republicano. Por el contrario, los votantes ‘no blancos’ han sido el 30% y, pese a que un 74% de ellos se ha decantado por los demócratas, no ha sido suficiente para ganar. Es cierto que Estados Unidos es cada vez menos blanco -algo que perjudica al partido republicano-, pero si el resto no sale a la calle a votar, de nada les sirve a los demócratas ser el favorito de las minorías.

Odio a Hillary Clinton

Podrían haber elegido como candidato a un muñeco de trapo, hay estadounidenses que hubieran apostado por él antes que votar por Hillary Clinton. De nada sirven los cerca de 40 años de carrera política o, precisamente, sirven demasiado. El 60% de los votantes tiene una opinión desfavorable de la ex secretaria de Estado. Y pese a que la impopularidad de Trump es del 58%, para muchos es una cara nueva, aire fresco.

Hillary Clinton es la personificación de la palabra establishment. Desde que en 1979 se convirtiera en la primera dama de Arkansas, su nombre ha sido sinónimo de política. Nunca fue una primera dama al uso, ella quería tener una voz propia, se negaba a ser la sombra de su marido, algo que siempre ha molestado entre los círculos conservadores. Se la ha acusado de impertinente, de antipática y de poco carismática. Pero lo que más molesta de Clinton es el secretismo con el que ha gestionado su carrera.

Su mayor debilidad durante esta campaña electoral ha sido el escándalo sobre el uso de un servidor privado para su correo electrónico durante su etapa como secretaria de estado. Finalmente el FBI ha rechazado encausarla al no detectar ningún riesgo para la seguridad nacional en su comportamiento (que ella misma ha calificado de erróneo), pero el hecho de que se negara a usar la cuenta de correo electrónico proporcionada por el gobierno y prefiriera utilizar su cuenta personal le ha hecho mucho daño.

Da la imagen de que ella está por encima de las instituciones, de que no trabaja por el bien de los Estados Unidos si no por el suyo propio. El hecho de que borrara “por error” 33.000 correos que nunca han podido ser examinados también desata las dudas sobre su gestión. Otro ejemplo reciente de su tendencia al secretismo fue el episodio de neumonía que padeció a principios de septiembre, cuando tuvo que retirarse unos días de la campaña por el empeoramiento de su estado de salud. Sólo su círculo más cercano estaba al corriente de su enfermedad.

Con el paso de los días podremos analizar con más calma los motivos de la sorpresiva victoria de Donald Trump, pero de momento podemos avanzar que su peculiar discurso ‘antisistema’, su capacidad por movilizar a los votantes blancos y la falta de entusiasmo por su candidata rival han decantado la balanza en su favor.

El peso de las minorías

Según las primeras encuestas en los centros de votación, Trump ha logrado que su mensaje cale en los electores blancos sin estudios, que optaron en un 40% por su candidatura, señala el New York Times. A ellos se suman los evangélicos: Washington Post apunta que los cristianos fervientes han votado de forma masiva a Trump, con más del 81% de los votos en este grupo.

También ha conseguido captar votos entre las mujeres, pese a sus mil y un descalificativos hacia ellas durante la campaña. Entre las conservadoras el apoyo a Trump llegó al 78%.

Y por otro lado, importan los votos perdidos por Hillary Clinton. Por un lado, no ha sumado el apoyo de las minorías negra, latina y asiática que respaldaron a Barack Obama en 2012. Por otro, los jóvenes han apoyado en muchos casos a terceros candidatos. Así, entre el libertario Gary Johnson y la ecologista Jill Stein han rascado el 4% de los votos.

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