Data: marzo 19, 2013 | 23:24
El Papa argentino ha sido aclamado por una multitud esperanzada en las señales de nueva fe emitidas por el vicario de Cristo en la tierra

Entronización de Francisco anuncia una nueva era en la Iglesia Católica

Francisco ya lleva en su dedo anular el anillo del pescador, el anillo que distingue a los Papas. Le ha sido colocado en el dedo anular de su mano derecha esta mañana, durante la misa solemne en la Plaza de San Pedro que ha dado el pistoletazo de salida oficial a su pontificado y a la que han asistido decenas y decenas de miles de personas y las delegaciones de 130 países…

© Redacción Sol de Pando | Agencias
En el Vaticano se celebró la ceremonia de entronización del pontífice Francisco. | Foto RIA Novosti

En el Vaticano se celebró la ceremonia de entronización del pontífice Francisco. | Foto RIA Novosti

Más de 100.00 fieles acudieron este martes a la plaza de San Pedro del Vaticano para asistir a la misa de inauguración del papa argentino Francisco, vivida por muchos como un «momento de gracia» y de esperanza en la apertura de nuevos rumbos en la Iglesia católica.

El cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran puso sobre los hombros del nuevo pontífice el palio de lana blanco con cruces rojas, símbolo de la oveja extraviada que fue traída a la casa por el buen pastor. Es la alegoría de la salvación del género humano por Jesucristo. El pontífice con el palio blanco sobre los hombros simboliza al Buen Pastor.

«Vemos al nuevo Papa con muchísima esperanza, porque venimos de un continente con mucha inequidad, es un momento de gracia»,explicó emocionada Susana Montalvo, una argentina de Tucumán (note), de 45 años, que viajó a Roma a ver a «su» Papa.

Entre un mar de banderas entre las que no faltaban las de San Lorenzo, su equipo de fútbol de Buenos Aires, Francisco hizo su primera aparición en el papamóvil, aclamado por los fieles, en un ambiente de fiesta pero también de gran solemnidad que se prolongó durante una misa de casi dos horas.

«El papado de Francisco será una gran revolución para la Iglesia pero, más que eso, para los pobres en Sudamérica y en todo el mundo», afirma la monja salvadoreña María Lourdes, de 36 años.

La esperanza de un cambio y de una Iglesia dedicada a los pobres está en boca de muchos fieles venidos de todo el planeta.

«El Papa ha enviado un mensaje muy potente a los poderosos, pero no estoy seguro de si le escucharán», explicó Willy Kuut, un sacerdote de la República Democrática del Congo, un país que ha vivido décadas de guerra.

«Me ha ganado el corazón con su ejemplo, su alegría, es un Papa que motiva vocaciones. Es un papa latino, como la Iglesia de allí, como su gente», dice entusiasmado Wagner, un joven seminarista brasileño afincado en Roma.

Entre los numerosos fieles argentinos que siguen la misa en la plaza, muchos ya conocían a Jorge Bergoglio en su etapa como arzobispo de Buenos Aires y están seguros de que será fiel a su estilo e imprimirá aires de cambio a la Iglesia.

«A Bergoglio lo venimos siguiendo desde hace mucho tiempo, conocemos toda su trayectoria y es alguien muy humilde. Él hará que la Iglesia vaya a la gente y no que la gente tenga que ir a la iglesia», explica María Rosa, de 50 años, una porteña envuelta en una gran bandera argentina, que ha venido a la plaza San Pedro con su marido.

«No creemos que haya grandes cambios doctrinales pero sí en la jerarquía del Vaticano», asegura Cristian, un chileno de 45 años, junto a su mujer Isabel.

Para muchos el cambio de tono y de estilo respecto al papa alemán Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), que renunció a su pontificado, es casi una revolución en una institución golpeada en los últimos años por varios escándalos.

«Lo veo muy comunicativo, muy sencillo, muy llano, es muy distinto del otro», explica José María, un joven español de Cádiz, estudiante Erasmus (de intercambio de estudiantes en Europa) de veterinaria.

El Papa, que desde su primera aparición recordó que también es el obispo de Roma, ha sabido ganarse el afecto de los miles de romanos que asistieron a la misa a pesar de que no es día festivo en la capital italiana.

«Es un Papa mundial, que se dirige a todos, pero también romano. Aportará renovación con su simplicidad», explica Felice Bonaugura, de 73 años, que viste una elegante corbata para la ocasión.

«Hemos oído muchas cosas sobre cómo Francisco quiere ayudar a los pobres, sólo el tiempo dirá si las cosas cambiarán para mejorar», afirma Riccardo Monteverde, un italiano de 32 años, que conoce bien la pobreza porque trabaja en un refugio para indigentes de Roma.

Muchas familias vienen con sus hijos para ver por primera vez al nuevo Papa del que todo el mundo habla.

«Me recuerda mucho a Juan Pablo II. No es joven pero creo que lo hará bien», dice la filipina Rosell Macaraig, de 30 años, junto a su hijo Tommy, de tres años, que hace ondear una bandera del Vaticano.   En menos de una semana el papa Francisco ha sabido ganarse la estima de los fieles con su proximidad y cercanía.

Quizás por eso los vendedores ambulantes ofrecen por dos euros fotos de Francisco en las que aparece solo o junto a Juan Pablo II, pero sin rastro del ahora papa emérito Benedicto XVI.

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