Data: diciembre 27, 2015 | 5:23
COLUMNA VERTEBRAL | Una España Plurinacional podría ser uno de los caminos razonables para acercar posiciones y lograr preservar la unidad…

Carlos D. Mesa Gisbert | CATALUÑA Y ESPAÑA

Elecciones catalanas

http://carlosdmesa.com/El complicado entuerto español tras sus elecciones generales, de incierto pronóstico tiene en el futuro inmediato una cuestión crucial: el desafío soberanista catalán. Queda claro que la nueva legislatura española deberá proponer respuestas estructurales a su andamiaje político y constitucional para garantizar su futuro como una entidad unida.

Cuando Bolivia encaró su dramática crisis de Estado (2003), no nos quedó otra opción que aceptar que nuestra Constitución estaba agotada. Siendo como era un buen texto, no alcanzaba para resolver la ruptura entre Estado y sociedad que amenazaba con una peligrosa escalada de violencia. El país atravesó un escarpado y doloroso camino entre 2003 y 2009 -del que no estuvo exento el fantasma de la secesión-hasta que, por fin, después de zigzagueos sin cuento, aprobó una nueva Carta Magna.

El giro fundamental que expresa ese documento es la caracterización del país: “Bolivia se constituye en un Estado unitario…plurinacional…con autonomías”. Lo que en una primera lectura parece la búsqueda de la cuadratura del círculo, se ha convertido en una fórmula que bien podría ser el punto de partida de una visión más dinámica y flexible de la tradición del Estado-Nación decimonónico en otros países. Se cambió incluso el nombre del país cuyo denominativo es ahora Estado Plurinacional de Bolivia.

En el texto constitucional se incorpora un artículo que establece que los pueblos indígenastienen libre determinación en el marco de la unidad del Estado (autonomía, autogobierno, cultura, instituciones y entidades territoriales), además de dedicarle un capítulo a sus derechos específicos.
https://twitter.com/carlosdmesagInspirada en el modelo español,nuestra Carta Magna dedica un capítulo a la organización territorial del Estado, cuyo producto ha sido la creación de autonomías departamentales, regionales, municipales e indígenas. Si un municipio quiere transformarse en una autonomía indígena, lo hará a través de un Referendo. El Referendo es el mecanismo para cualquier decisión de carácter territorial, siempre sobre la premisa básica de la unidad del Estado.

Un elemento a tomar en cuenta en el caso de Bolivia es que, por ejemplo, quechuas y aymaras no están asentados en un territorio concreto sino distribuidos en todas sus regiones, por lo que ninguno de los nueve Departamentos del Estado puede caracterizarse como específicamente quechua o aymara. Esto hace que las autonomías indígenas queden circunscritas a los municipios.

Lo importante para el caso español, por razones sobradamente conocidas, es que en España es perfectamente válido el criterio de la plurinacionalidad. Un reconocimiento constitucional de esa realidad establecería una lógica de auto reconocimiento mucho más acorde con la mirada que tienen sobre sí mismos catalanes, vascos y gallegos, para poner los casos más evidentes. Pero no sólo eso, permitiría una consideración de doble efecto, la referida a las relaciones entre Estado y pueblo-nación en términos jurídicos y económicos, y la referida a que España debiera verse a sí misma en los términos de la plurinacionalidad reconociendo a las otras lenguas y a las otras culturas como parte de su patrimonio. Lo que quiere decir reconocer el catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales del Estado y reconocer sus culturas, tradiciones e historias como parte integral de la diversidad de España. En este segundo caso, el camino debe ser de ida y vuelta generando un cambio en el pensum educativo referido a educación cívica, cultural e histórica desde y en el Estado español y desde y en los pueblos-nación como parte de una totalidad que no centraliza sino que comparte.

https://www.facebook.com/people/Carlos-D-Mesa-Gisbert/623809066Ser un Estado Plurinacional y reconocerse como tal, permitiría un entramado constitucional mucho más amplio y flexible que el actual. Importa incorporar mecanismos de decisión popular en cada nivel de organización territorial cuyo único límite es la unidad del Estado. Pero se trata de una unidad que está basada en el reconocimiento de identidades nacionales cuyos alcances pueden ser todavía mayores.

Si no se entiende que la relación es recíproca, no habrá solución. Mientras el resto de España no sienta que catalanes, vascos y gallegos tienen visiones particulares que vale la pena conocer, respetar y asumir como parte de la riqueza de todos, no será fácil ajustar la solidez del entramado estatal, y eso no depende solamente de los pueblos que se sienten excéntricos, sino de los más, que muy pocas veces han mostrado mayor interés por los valores linguisticos, históricos y culturales de estos.

Una España Plurinacional podría ser uno de los caminos razonables para acercar posiciones y lograr preservar la unidad, aceptando que con más frecuencia de la debida los españoles no asumieron esa realidad, creyendo que todo se resolvía con los complejos acuerdos fiscales, económicos y de competencias, pero muy pocas veces, o quizás nunca, interesada en reconocer y reconocerse en la diversidad y la extraordinaria riqueza de las naciones que hoy tensan la cuerda hasta el punto de amenazar con romperla.

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