Data: noviembre 27, 2016 | 0:25
COLUMNA VERTEBRAL | La gente interpela al gobierno y lo responsabiliza de una mala gestión del problema, basada en hechos empíricos, no en presunciones...

Carlos D. Mesa Gisbert | AGUA: JUNTOS ANTE LA CRISIS

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La palabra crisis no nos es ajena, ha sido una compañera de nuestro camino histórico y, mal que nos pese, ha marcado la mayor parte del tiempo de nuestras vidas, pero probablemente la crisis del agua se cuenta entre las más dramáticas que nos ha tocado enfrentar.

Naturalmente, la población afectada que se ha encontrado de la noche a la mañana con la desaparición de este elemento, ha reaccionado con sorpresa, indignación y miedo ante el escenario del presente y del futuro que se avizora, no en el corto sino en el mediano y en el largo plazo. La gente interpela al gobierno y lo responsabiliza de una mala gestión del problema, basada en hechos empíricos, no en presunciones.

El primer hecho es el cambio climático en sí mismo. Varias investigaciones internacionales del más alto nivel, no sólo han confirmado los efectos devastadores del fenómeno, sino que mencionaron explícitamente que la reducción de los glaciares y las modificaciones significativas de temperatura, afectarían con particular dureza a la región andina y en particular a los centros urbanos que dependen de glaciares en rápida reducción. La alternancia entre sequía e inundación, marcara, dijeron, el incremento de estos fenómenos en el occidente y el oriente de Bolivia, intensificando sus efectos. El segundo hecho tangible tuvo que ver con la desaparición total de la cobertura de nieve en el Chacaltaya y  con la desaparición de las aguas del lago Poopo. El tercero fue la evidencia, prevista por especialistas internacionales y locales, de una sequía aguda que afectaría por lo menos un 40% del territorio nacional, previsión que se hizo a principios de año y se empezó a experimentar a partir de fines de abril. La sequía implacable se cebó, en el Chaco, Tarija, Chuquisaca y Potosí, sobre el ganado y las tierras de cultivo que alertaron sobre una situación que, como suele ocurrir, se escucho como un lejano rumor en la sede de gobierno. Como no nos tocaba a nosotros…

Hasta que llegó el día. El complejo urbano más grande del país (él área metropolitana La Paz-El Alto) con casi dos millones de habitantes, amaneció un mal día con el corte total de la provisión de agua en más de noventa barrios. Las principales represas de abastecimiento a las zonas afectadas lucían como resecas tierras desérticas, las otras fuentes de agua del área conurbana registraban porcentajes inferiores al 50%…huelga cualquier comentario en torno a la responsabilidad que tiene sobre esta situación la empresa estatal del agua EPSAS y que, como consecuencia, tiene la administración central. El hecho insólito de que la sede de gobierno del país atraviese esta emergencia, se ha convertido en noticia mundial y ha confirmado que no supimos o no quisimos escuchar las alertas que tuvimos frente a nuestras narices durante años.

Ante esta hecatombe no cabe quedarnos atrapados en los reproches y las cuentas por cobrar, lo que toca es buscar soluciones.

1. Es imperativo un pacto nacional que encare la crisis evitando el desangramiento entre gobierno y oposición. Esta vez sí, el gobierno tiene la oportunidad de demostrar que quiere trabajar con todos, con los mejores para trabajar por una respuesta al drama y que, más allá de las palabras y las acusaciones, quiere contar con todos los bolivianos para resolver la crisis.
2. Es imperativo que el gobierno pida la participación internacional para trabajar, con organismos multilaterales especializados y expertos del más alto nivel mundial, en un plan de contingencia y, sobre todo, en el diseño de una estrategia de respuesta estructural a los efectos del cambio climático, particularmente en la region andina del país. Esa tarea debe ser encarada de modo conjunto entre personalidades internacionales y nacionales.
3. Es imperativo hacer una reformulación del presupuesto general del Estado que oriente inversiones inmediatas para paliar, mejorar y en el mediano plazo resolver la provisión de agua en las regiones urbanas y rurales más golpeadas por la escasez.
4. Es imperativo que se establezca una tarea de coordinación, sin limitación de ninguna clase entre gobierno nacional, gobernaciones y municipios para diseñar una tarea común en el próximo quinquenio que defina prioridades, áreas de intervención y montos de inversión eficiente para combatir la situación.
5. Es imperativo repensar él discurso del vivir bien y de la Pachamama, para que una valiosa filosofía utilizada solo desde la retórica se convierta en una acción real de protección de aquellos elementos que son vitales para garantizar la provisión de agua. Preservacion de los bosques como generadores de agua. Reforestación masiva. Garantia de un uso racional de recursos que afectan a las cuencas que proveen este bien. Accion rigurosa que integre el concepto de que la explotación de recursos para la generación de excedente puede ser incompatible con la garantía de la provisión permanente del recurso renovable más importante: el agua.
6. Es imperativo que los ciudadanos entendamos nuestra responsabilidad. Para ello se requiere volcar recursos de comunicación del Estado en una masiva campaña de educación ciudadana que nos enseñe: solidaridad con los afectados, respeto al otro independientemente de su origen étnico, social o económico. Que nos haga entender con claridad que hemos derrochado de manera criminal el recurso agua y que, a partir de hoy, debemos hacer un uso racional y, más que eso, claramente ahorrativo de este bien. Y algo crucial, que estemos informados con la verdad, con prontitud y con seriedad.

De hecho, llegamos tarde, pero tenemos la oportunidad de demostrar que juntos somos capaces como nación de enfrentar y derrotar esta crisis, una de las peores de nuestra historia.

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